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A un año de la agresión policial que cambió su vida por completo, Richard Pereira se muestra fortalecido y tratando de superar día a día los obstáculos que conlleva su condición actual. Con brillos en los ojos y una alegre manera de hablar, Richard nos recibió en su casa para contarnos cómo se maneja a diario y las dificultades que tiene que afrontar en la cotidianeidad.
Estaba saliendo cuando llegamos a su casa, pero pospuso un compromiso unos minutos. “Trato de adaptarme, obligatoriamente, a mi nueva forma de vida, procuro adaptarme, todo es más difícil”, indicó mientras lo saludábamos y nos mostró cómo su papá y un primo, que trabajan en herrería, le adaptaron la camioneta para que pueda conducirla con una palanca.
“No me voy a quedar, procuro hacer de todo, no me quedo”, afirmó el joven, haciendo alusión a que su condición no es para él un impedimento para seguir realizando actividades, como por ejemplo trabajar o socializar en encuentros con amigos.
En ese sentido, comentó que normalmente se reúne con sus allegados e incluso suele ser el encargado de llevarlos y traerlos a los cumpleaños o reuniones de confraternidad. “Salgo bastante, no me quedo luego, incluso algunas veces mis amigos me usan como chofer designado”, contó sonriendo.
Pero, al segundo posterior, una seriedad invade su rostro y afirma que muchas cosas tuvieron que cambiar. Con esa idea en la cabeza, comenta sobre lo difícil que es su día desde que comienza.
“Muchas cosas cambiaron y es difícil en serio. Desde que me levanto comienza mi infierno. Cuesta levantarme de la cama y arrastrado tengo que ir hasta el interruptor de la luz para prenderla”, relató.
“Después, me preparo para ir a mi fisioterapia. Voy solo, no quiero que estén todos pendientes de mí. Mi papá tiene cosas que hacer. Al salir de ahí ya vengo a trabajar en mi taller”, precisó el joven, que es técnico en reparación de celular. Y resaltó: “Tengo dos hijos, no me puedo quedar”.
En eso su padre, también de nombre Richard Pereira, interfiere en la conversación y resalta la valentía de su hijo. “Por suerte tiene huevos este pendejo”, mencionó don Richard, mirando fijamente a su hijo, quien en ese momento trataba de subir a su camioneta, impulsado por los brazos.
Posteriormente, el hijo dice: “Viste cómo me subí (al vehículo), todo hago con los brazos, cuando quieras vamos a jugar una pulseada”, bromea, refiriéndose a que ha ganado mucha fuerza en los brazos.
sin miedo. Al ser consultado sobre lo que recuerda de aquella madrugada del 13 de agosto de 2016, el joven nos respondió de manera contundente: “Recuerdo absolutamente todo, todo lo que pasó, pero no siento miedo”, aseguró.
Detalló que en varias ocasiones fue abordado nuevamente por policías mientras conducía, durante las barreras de control que realizan los uniformados, y que siempre les pregunta a los intervinientes si no le reconocen. “Les digo que soy Richard Pereira, les pregunto si no me conocen y me dicen que ellos son nuevos en la comisaría, pero después rápido me dejan pasar”, indicó.
tratamiento. Richard comentó que no recibió ninguna ayuda del Estado. Precisó que el comandante de la Policía, Luis Carlos Rojas, le ayuda con los gastos de las sesiones de fisioterapia, pero que esto es solo por un acuerdo de palabras entre ambos. “El comandante me dijo que mientras esté en el cargo me va a ayudar con mi fisioterapia”, explicó.