Si los dolores musculares y articulares por pasar varias horas al día frente a la pantalla del celular no eran motivo suficiente para alejarse del dispositivo, la reciente revelación que asegura que la imagen que nos devuelve el espejo corre serio riesgo de verse desmejorada, hará que muchos adictos a la tecnología se replanteen sus relaciones virtuales, señala una publicación de Infobae.
Según un estudio realizado por la agencia de marketing Oracle Eloqua, miramos la pantalla del teléfono alrededor de 150 veces por día. Ver la hora, hacer fotos, escribir whatsapps, jugar y, a veces, incluso hacer llamadas, son algunas de las actividades que nos atrapan del dispositivo.
Otra encuesta reciente elaborada por Statistic Brain reveló que el 29% de las personas que tienen un smartphone le dedican la primera mirada de la mañana, casi una devoción romántica.
Al estrés que ocasiona ver el horario de la última conexión de esa persona que no volvió a hablarnos, los tildes azules que garantizan que nos leyeron o ver un “en línea” sin recibir una palabra del otro lado, ahora se le suma saber que estar tan pendiente de la pantalla del celular envejece.
Entre los perjuicios que el abusivo uso de la tecnología genera, el diario Perfil enumeró:
Disminuye la melatonina: la contaminación electromagnética –las ondas de los dispositivos electrónicos que no vemos– altera el ritmo del sueño, reduce los niveles de melatonina y termina provocando un mal descanso.
Provoca granitos: aseguran que las pantallas táctiles tienen 18 veces más bacterias perjudiciales que la tapa del inodoro y eso es lo que nos llevamos a la cara un montón de veces por día. Además, cuando hablamos demasiado el teléfono calienta la piel y el resultado puede ser desastroso porque pueden aparecer granitos, eczemas y hasta manchas.
Causa envejecimiento prematuro: una vez más las ondas electromagnéticas de las redes wifi y las del celular provocan un aumento del estrés oxidativo que termina impactando sobre la piel, que se vuelve más opaca y menos tersa.
Forma una doble papada: se llama “cara de smartphone” y se caracteriza por falta de elasticidad de la piel y en los músculos de la cara debido a que cuello está siempre doblado hacia abajo. La consecuencia inmediata es la aparición de un doble mentón.
Crea mala posturas: a los problemas de espalda propios de trabajar frente a la pantalla, ahora se les suman tensiones en las manos y en los brazos debido al uso continuado de los teclados táctiles. ¡Y ni hablar de las tendinitis y molestias en dedos pulgares y muñecas!
El cansancio visual es otro de los mayores inconvenientes de estar varias horas frente a una pantalla, además de la falta de lubricación en los ojos. Esto es porque disminuye la frecuencia del parpadeo entre un 30% y un 40%, y eso hace que al finalizar la jornada los ojos estén rojos y cansados.