Por Marisol Ramírez
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“Uno tiene que saber hacer de todo”, señala convencido George Stampf (36), quien aplica sus conocimientos de economista, técnico en iluminación y electricista, a sus creaciones utilizando fibra de vidrio reciclada, entre ellas, las esferas de luz, como la llama.
“Me siento un artista, pues siempre me gustó crear. Considero que hay creatividad en cualquier profesión y solo es cuestión de desarrollarla”, señala George, quien lleva adelante la firma Bola 8 Design.
“Lo importante es tener un grado de invención, creatividad y no parar ante las adversidades”, continúa Stampf, economista, docente de matemática financiera, ex actor y modelo publicitario, más conocido como Bugui, quien cambió su estilo de vida tras sufrir una enfermedad que le postró durante cinco años.
Su inclinación al arte viene de la familia, pues sus abuelos (húngaros), tíos y madre son artistas. “El arte está en todo y es algo que heredé de mi familia”, señala Stampf.
Su familia posee una fábrica de manequíes de la cual el joven recicla el material de fibra de vidrio que se desecha. En ese sentido, también ha utilizado para sus creaciones artísticas y decorativas, los tambores de resinas, que no eran utilizados por la fábrica.
Además de esferas para iluminar, también posee una línea de asientos aerografiados, preparados del mismo material.
George considera que los artistas podrían aprovechar más los materiales desechados en la producción fabril para la elaboración de sus obras. “Además, las empresas deberían implementar políticas de reciclaje para facilitar el uso de esos materiales”, añade.
El profesional asegura que nunca quiso “crear algo nuevo”, sino más bien aprovechar con toque creativo y útil productos y elementos que normalmente se desechan.
Emprendedor. La pequeña empresa de Stampf tiene cuatro años de vida. “Empecé esta miniempresa por una necesidad de conseguir un ingreso rápido, pues mi medicación era costosa. Hubo momentos en que por otros proyectos, la dejaba más de lado, pero siempre estuvo ahí", cuenta.
Sin embargo, hoy observa que el producto que ofrece es “noble”, y que si hace cien esferas, las vende todas.
“Por lo general las compran personas que quieren decorar su casa, negocio, ambientar algo. Justamente, mi objetivo es llegar a las casas de decoración, personas dedicadas a ese rubro”, explica.
Hay tres tamaños de esferas de fibra de vidrio, pequeña (como la mitad de una pelota de fútbol), mediana (como una pelota de básquetbol) y grande (como una piñata), en diversos colores y transparentes. “Las matrices son caras, por eso en la medida que vendo, invierto en ellas”, suma Stampf. “Se necesita solo un foco y un técnico electricista para hacer un empalme y ya está. Las esferas son colgantes, pero se puede hacer también como un producto de piso”, detalla.
OBJETIVOs. Entre los sueños de Bugui, –que se considera un emprendedor–, lideran el de llegar a ser propietario de la primera fábrica paraguaya de lámparas de fibra de vidrio que se catapulte, y revolucione el mercado del país, con productos creativos y atractivos.
“Hoy competimos con marcas chinas, que es algo difícil, por sus bajos precios. Nuestros productos son de larga duración”, afirma el economista y artista.