30 abr. 2025

Barbero Cué de nuevo

Por Guido Rodríguez Alcalá

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Está mal que el Gobierno italiano presione al paraguayo reclamando el pago de la deuda falsa del affaire Gramont Berres.

Eso no justifica que el Gobierno paraguayo defraude al italiano; que trate de defraudarlo de una manera tan burda: cuando se debió firmar la escritura, la embajadora italiana, Antonella Cavallari, se negó a firmarla y con razón. Ella es una persona honesta y una funcionaria competente; sabía que su Gobierno había donado al Paraguay, para destinarse a la reforma agraria, unas 17.000 hectáreas, las del terreno llamado Barbero Cué (según la última mensura, la más precisa, eran 18.000, pero pasémoslo por alto). Esos eran los términos del acuerdo firmado por los dos países el 14 de junio de 2012.

Sin embargo, cuando llegó el momento de firmar la escritura de transferencia de Barbero Cué a nuestro favor, en el escrito no figuraban 17.000 sino 14.000 hectáreas; por eso la señora Cavallari se negó a firmarla.

¿Y las 3.000 hectáreas faltantes? ¡Regalo para los muchachos!

No precisamente para los sintierras, sino para los contierras, para los estancieros que las ocupaban y las siguen ocupando, sin que nadie los haya molestado.

La actitud firme de la diplomática italiana dificultó pero no impidió la maniobra: el 2 de setiembre pasado, sin representación de Italia, el Indert inscribió Barbero Cué en el registro correspondiente, pero no con sus 17.000 hectáreas, sino solamente con 14.000, en beneficio de los ocupantes ilegales.

Quizás para favorecerlos del todo, se modificó el número de padrón: el de Barbero Cué (según el acuerdo binacional) era el 682; en la inscripción de setiembre aparecen los números 5802 y 2614. Esto hará más difícil recuperar el terreno ocupado por los estancieros, ¡no contaban con mi astucia!, diría el Chapulín Colorado.

Si la inscripción vale, pese al número cambiado, casi me quedaría tranquilo: 14.000 hectáreas son mejor que nada. Al fin y al cabo, la usurpación puede ser mayor: en el Parque Nacional Defensores del Chaco, unos individuos ocuparon 15.000 hectáreas y nadie les ha dicho nada (facilitándoles las cosas, el Congreso redujo la extensión de esa reserva natural: de 780.000, la dejó en 720.000 hectáreas).

Por eso no me puedo tranquilizar con un peor es nada; no se trata de un error, ni de una atorrantada aislada, sino de una política de gobierno; la que se ha visto en Marina Cué, Guahory, Laterza Cué, Chino Cué, etc.

Es la política de favorecer el acaparamiento de tierras sin tomar en cuenta para nada la destrucción del medioambiente ni los intereses de los pequeños agricultores paraguayos; se trata de una reforma agraria al revés.

No importa que la reforma agraria, la auténtica, sea un mandato constitucional, porque existe una marcada diferencia entre el país ilegal y el país legal.