20 sept. 2024

Cayo Sila Godoy y el sonido puro de la guitarra

El flamante Premio Nacional de Música Clásica 2013 pasa por tiempos delicados de salud, y más que nunca es justo y necesario homenajearlo.

Cayo Sila - Correo Semanal

Maestro de la guitarra. Cayo Sila Godoy | Foto: Correo Semanal ÚH

Tomás Báez Servián | Profesor de música | tomiservin@gmail.com

Escribo estas líneas en homenaje al gran maestro Cayo Sila Godoy, casi con “temor y temblor”, como dice una frase bíblica, por el hecho de tratarse de una figura emblemática de la cultura, la música y la guitarra paraguaya, con una trayectoria que ha marcado surcos inclusive a nivel mundial.

Si-La

Desde su nombre el maestro es música, sonido, arte, estética, espiritualidad.

Durante mis años de estudiante en el Conservatorio Municipal de Música de Asunción, bajo la dirección de quien fue prácticamente mi único maestro de guitarra clásica (Narciso R. Colmán, hijo), la figura del maestro Sila Godoy era tema de conversación permanente: su extraordinaria técnica, sus grabaciones, arreglos, composiciones, su búsqueda y recopilación de las obras de Mangoré.

A través de Sila Godoy teníamos también una especie de contacto mágico y espiritual con el gran maestro Andrés Segovia, el extraordinario guitarrista español, considerado padre del movimiento que elevó a nuestro amado instrumento al nivel de lo que hoy conocemos como “guitarra clásica”.

Pocas veces se dimensiona en su plenitud las líneas que Segovia dedicara a Sila Godoy en una de sus memorables grabaciones (en mi opinión, la mejor de todas), allá por 1982: “Conocí al notable guitarrista en Madrid, en 1959; era ya consumado instrumentista, de envidiable ductilidad y sensibilidad musical. Hoy es concertista aplaudido por públicos de vasta geografía, profesor de fácil comunicación con alumnos y también de inteligencia y cultura extramusicales. Le deseo elevar todavía la guitarra a puestos superiores” (Andrés Segovia, Nueva York, 1982).

“El sonido puro de la guitarra...”

Recuerdo una ocasión en la que fui a escuchar al maestro Sila. Ofreció un concierto en el antiguo local del Centro de Estudios Brasileños, con sala repleta de gente ávida de disfrutar de la maravillosa técnica y amplia ductilidad interpretativa del maestro. En esa ocasión, me llamó la atención lo que ocurrió en un momento de la presentación: el maestro dejó a un lado un poderoso micrófono instalado para tener “mejor” sonido, y dirigiéndose al público dijo: “Quiero que escuchen el sonido puro de la guitarra...”.

Esta actitud cambió totalmente el escenario; se hizo un absoluto silencio y Sila Godoy ofreció una de las interpretaciones más hermosas, cristalinas, diáfanas y sutiles de una obra a la que él mismo solía referirse como de las más perfectas hechas para la guitarra clásica: Recuerdos de la Alhambra, de Francisco Tárrega. De paso, pongo de resalto que el trémolo (técnica guitarrística sobre la que está basada esta obra), del maestro Sila, es difícilmente superable por la incomparable belleza con la que lo realiza.

Me permito puntualizar aquí algo que me parece importante. Si bien es cierto que Sila Godoy es quien ha sentado las bases para el rescate, la documentación, el conocimiento y la difusión de la obra de nuestro inmortal Agustín Barrios Mangoré, a tal punto de prácticamente dejar en segundo plano su propia figura, es justo reafirmar que Cayo Sila Godoy es la referencia fundamental, principal y paradigmática en lo que se refiere a la interpretación guitarrística en el Paraguay. Tenemos sí, dignos e inclusive excelsos intérpretes que conforman la nueva generación de guitarristas clásicos paraguayos, pero el maestro sigue siendo –a mi parecer– la luz que señala la senda por la cual transitar.

Un justo premio al maestro

En el último sentido mencionado, considero más que justo y oportuno que el maestro Cayo Sila Godoy haya sido galardonado con el Premio Nacional de Música 2013, en la categoría de Música Clásica o Selecta, por su obra para guitarra clásica Éxtasis, que por cierto marca toda un sendero en la guitarrística paraguaya al tratarse de una composición con fuertes componentes musicales de corte modernista, aparte del virtuosismo técnico requerido para su interpretación, como afirmara acertadamente el maestro Felipe Sosa al fundamentar aspectos puntuales del premio.

Quiero finalizar estas modestas líneas en homenaje al querido maestro Sila Godoy, quien en estos días cumplirá 94 años de edad, con una opinión muy personal por la que me hago responsable y que desde hace un buen tiempo deseaba expresar: con lo que me permite mi modesta formación musical y guitarrística, pero habiendo escuchado en buena cantidad las interpretaciones grabadas y en vivo del maestro Sila, considero que todavía no hay guitarrista paraguayo alguno, hombre o mujer, que alcance la calidad de sonido, la interpretación exquisita y la capacidad de “sacar” al instrumento todo lo mejor que puede dar como lo ha hecho Cayo Sila Godoy. Asimismo, no hay ni siquiera punto de comparación en cuanto a la calidad y nivel de los arreglos del maestro Sila, con relación a otros buenos intérpretes, compositores y arreglistas para guitarra que tenemos en Paraguay. ¿Quién puede superar el arreglo para guitarra de India o Gallito cantor, por dar solo dos ejemplos, hechos por el maestro Sila?

Nacido un 4 de diciembre de 1919, en la ciudad de Villarrica, nuestro flamante Premio Nacional de Música Clásica 2013, pasa por tiempos delicados de salud, y más que nunca es justo y necesario homenajearlo, acompañarlo, visitarlo y darle todas las muestras de cariño y respeto que se merece. El Paraguay le debe mucho a este gran maestro; la guitarra clásica paraguaya y universal tambié

Un artista que honra al país

Por Antonio Pecci - Periodista

apecci@uhora.com.py

El reciente lanzamiento de la segunda edición del libro-álbum Sila Godoy. 8 décadas de música y guitarra clásica es debido a una idea y selección de su hija, la arquitecta Elisa Godoy. El volumen contiene una información amplia sobre las diferentes etapas de la vida y trayectoria profesional del maestro, con una envidiable profusión de documentos, recortes periodísticos y fotografías. Algo que viene a llenar un vacío importante, principalmente, con relación a la figura del gran guitarrista y maestro que es Sila Godoy, quien luego de su retiro, hace casi una década prácticamente, ha caído en el olvido. Sobre todo, porque en los textos aparecidos en los últimos años, excepto el Diccionario de la música en el Paraguay, de Luis Szarán, la figura de Sila aparece minimizada. En parte por falta de información sobre su trayectoria, pero también, y no es el único caso, quizá como un intento de ocupar un lugar destacado en el escenario local.

De allí la importancia de un libro que documenta de manera fehaciente su trayectoria como afamado concertista, el más importante después de Agustín Pío Barrios, que diera nuestro país a mediados del siglo XX. Un artista que conmovió por su maestría en la ejecución de la guitarra, siendo considerado por la prensa extranjera como “notable intérprete”. Sus inicios se dieron cuando a los 16 años toma clases con uno de los más grandes y exigentes maestros paraguayos como lo fue Juan Carlos Moreno González. A través de una beca concedida por el Gobierno nacional pudo viajar a Buenos Aires, donde estudió con la guitarrista Consuelo Mallo López, además de otros maestros. Tiempo en que frecuentó con intensidad la relación con José Asunción Flores, Augusto Roa Bastos y Carlos Abente, así como la frecuentación de las grandes salas de concierto con intérpretes y orquestas de resonancia mundial.

Consuelo Mallo escribiría años después: “Sila Godoy, al igual que su ilustre antecesor Agustín Barrios, representa todo lo bello y grande que un pueblo atesora lentamente en el curso de su marcha por el tiempo. Serio y estudioso, se ha consagrado al perfeccionamiento de su calidad interpretativa en este instrumento tan pequeño, orquesta en miniatura, donde se armonizan holgadamente lo clásico con lo moderno, lo artístico y lo folclórico”. Pero, una faceta destacada y no valorada suficientemente ha sido la ciclópea tarea de investigación y documentación de las obras regadas por Agustín Barrios a lo largo de diversos países de nuestro continente, labor que Sila emprendió desde 1953, atesorando partituras, cartas, discos, en Brasil, Centroamérica y en especial El Salvador. A veces, un premio honra a una persona. Otras, es el galardonado quien honra el certamen. Creemos que es el caso.

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