Una pareja de ancianos vive en un cerro distante. Evangelina ha estado muriendo hace ya un largo tiempo. Y Amancio la acompaña silenciosamente, hablando con ella cada tanto, susurrando pausadamente, manteniéndose a su lado hasta el amanecer, al momento de su muerte.
En soledad, Amancio se encarga de las distintas tareas para enterrar a Evangelina: lava su vestido en el arroyo, cava el pozo de la tumba, lava su cuerpo suavemente. Entonces, hacia el final del día, la carga hasta la tumba, se despide y, palada tras palada, deja el cuerpo de Evangelina bajo tierra.
Ese es el argumento de “La Última Tierra”, según su director, Pablo Lamar, quien accedió a una entrevista con Ultimahora.com. “Las acciones (en la película) van adquiriendo un tono de ritual en que Amancio va aprehendiendo la pérdida y la soledad”, explica.
“Es una película sobre nuestra existencia, sobre como lidiamos con la muerte desde la vida”.
La historia es casi una reminiscencia de sus anteriores trabajos (Ahendu nde Sapukai, Noche Adentro), y a pesar de no reflejar elementos de su vida en la trama, se pueden ver cuestiones “más ligadas a la existencia, la vida y la muerte”. Y en ese contexto, la relación con el ser humano:
“Todas éstas cuestiones que nos atraviesan a todos y sobre las que vengo trabajando ya desde mis anteriores cortos (...), buscando la particularidad dentro de temas generales”.
Este proyecto, que aún no cuenta con un elenco definido, ha participado de varios talleres, entre ellos el de la fundación argentina Typa (Teoría y práctica de las artes -2009), Rotterdam Film Lab (2010), el Torino Film Lab (2011) y en el Buenos Aires Lab(2010), donde obtuvo los premios de Arte France y Kodak-Cinecolor.
Hace dos años, formó parte del Festival de Cannes en el L’Atelier, creado en 2005 con el fin de fomentar el cine creativo y favorecer el surgimiento de una nueva generación de cineastas en todo el mundo, según indica la web del festival.
“La Última Tierra” es una co-producción entre Sapukai Cine (Paraguay) y Mandra Films (Francia), Fortuna Films (Holanda) y Bananera Films (Brasil).
El presupuesto de un proyecto como este ronda los 300.000 euros, cuenta el director. Y por esta razón, exige un mayor rendimiento en la utilización de los fondos.
“Las co-producciones internacionales, si bien aportan bastante dinero para ser gastado en Paraguay en la película, al mismo tiempo exigen gastar 50% de ese dinero en su territorio, por lo cual algunos servicios acaban siendo más costosos que en nuestra región”.
Pero de todas maneras, según Pablo, las co-producciones resultan muy convenientes y son, hoy en día, la principal estrategia de producción.
En 2010, la película recibió apoyo financiero para su desarrollo por parte de Huber Bals Fund, una fundación que “ayuda a cumplir los sueños de realizadores innovadores y talentosos de países en vía de desarrollo” y “está diseñado para que diferentes proyectos puedan acercarse un paso más a su terminación”, según la descripción de la página holandesa.
Lamar recuerda que también se obtuvo el apoyo del instituto de cine francês a través del fondo l’aide Aux Cinema Du Monde (Ayuda a las Cinematografías del Mundo), y del Instituto de cine Holandés a través del Huber Bals Fund Plus; además cuenta con el apoyo del Fondec (Fondo Nacional de la Cultura y las Artes).
La producción ejecutiva del filme está a cargo de Gabriela Sabaté, mientras que la dirección de arte y fotografía es de Carlo Spatuzza y Paolo Girón (Guatemala), respectivamente. Mauricio Rial asiste en la dirección.
La idea es poder tener la película lista para inicios del año que viene, adelanta el director.