23 nov. 2024

Conspiración gay

Luis Bareiro – TW: @luisbareiro

En estos días, un militante de una de estas organizaciones que dicen defender la vida y la familia me explicó que hay una agenda internacional que pretende que todas las personas acepten desde la infancia como algo normal que haya hombres y mujeres distintos a la mayoría. Me sorprendió, porque siempre creí que eso era normal.

Me contó además que detrás de esta conspiración están quienes detentan el poder financiero y económico del planeta; las multinacionales, las corporaciones bancarias, los centros del poder político. Su objetivo, me aseguró, es controlar la Tierra. Otra vez quedé asombrado porque suponía que ya la controlaban.

Lo más curioso vino después. Juró que quienes realizan el lobby para incluir estos temas en agenda pública en la periferia del planeta –en Paraguay, por ejemplo– son las oenegés y los partidos de izquierda. Esa sí fue una revelación. O sea, que el Frente Guasu, Avanza País, Somosgay y hasta el solitario Camilo Suárez son en realidad punteros ideológicos de Rockefeller, Trump y Warren Buffett. ¿Quién hubiera imaginado?

Le dije, sin embargo, que no me quedaba claro cuál era el malévolo plan que había logrado el milagro de juntar personas y organizaciones tan distintas y, sobre todo, con qué oscuro propósito. Me dijo que era obvio que la meta final es reducir la tasa de natalidad en el mundo.

Le respondí que siendo así ya no había de qué preocuparse, que si consideramos que somos 7.000 millones de personas en el planeta y que el número se duplica cada vez con mayor velocidad, está claro que la conspiración fracasó. Es más –le dije–, si me pongo a pensar seriamente en el asunto casi lamento que los conspiradores sean tan torpes.

Fue entonces cuando ya visiblemente molesto me preguntó si acaso no sabía que en Canadá legalizaron la zoofilia. Confieso que esta vez quedé definitivamente sorprendido. Le respondí que, además de no entender la conexión entre uno y otro tema, los canadienses destacan por tener las mejores leyes de protección animal, y que, definitivamente, la zoofilia está entre lo que se considera atentar contra un animal. No había logrado aún hacerle leer el desmentido oficial del Gobierno canadiense sobre ese tema, cuando me atacó con otra pregunta: ¿no sabés acaso que brasileños y chilenos enseñan a sus estudiantes que pueden elegir ser chicos o chicas?

Me pasé horas buscando dónde dice que la educación pública de esos países enseña tal cosa. No lo hallé, salvo en espacios de grupos religiosos que no citan una fuente. Por lo demás, nadie es hetero u homosexual porque le dijeron que podía serlo, no se pide permiso para ser lo que se es.

En realidad, estas historias de conspiración internacional no son originales. Se las han atribuido a masones, judíos, comunistas, extraterrestres y ahora a homosexuales. En el fondo, el problema es el mismo: el miedo a lo que es distinto a nosotros.

Despreocúpense. La hipercomunicación lo cambió todo. No importa qué les digan en la escuela, los chicos ya saben que hay gente diferente... y no les tienen miedo.