09 abr. 2025

Dante Leguizamón: “No es fácil ser hijo de un periodista mártir”

VIDEO. Tenía 13 años cuando su papá Santiago fue asesinado por la mafia, en el Día del Periodista. Abogado especializado en derechos humanos, Dante relata cuán emotivo pero difícil fue crecer con la ausencia de un progenitor convertido en leyenda.

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Dante Leguizamón, frente al monumento que recuerda a su padre asesinado. Foto: Andrés Colmán ÚH.

Por Andrés Colmán Gutiérrez | @andrescolman

Parado en la misma esquina en donde un cartel indica que la calle se llama Santiago Leguizamón, frente a una escultura creada por el gran artista Herman Guggiari, que muestra al periodista asesinado con el ojo izquierdo arrancado de un escopetazo, Dante Leguizamón siente todo el peso de ser hijo de una leyenda.

El 26 de abril de 1991, cuando le contaron que su papá -entonces director propietario de la emisora Radio Mburucuyá, en la ciudad de Pedro Juan Caballero- acababa de ser asesinado en plena frontera con el Brasil, Dante era aún un niño adolescente, de 13 años de edad.

“Fue muy difícil entender lo ocurrido, los cuatro hijos de Santiago éramos aún muy chicos. Vivíamos en Asunción y aunque habíamos viajado en varias ocasiones a Pedro Juan, no comprendíamos el grado de peligrosidad del trabajo periodístico que nuestro papá estaba realizando allá", admite Dante, quien luego de estudiar y trabajar los últimos años en Buenos Aires, Argentina, como especialista en derecho penal y derechos humanos, ha vuelto recientemente a nuestro país y actualmente es asesor jurídico de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy).

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La simbólica esquina de la calle Santiago Leguizamón y la avenida Carlos Antonio López, en el barrio Sajonia de Asunción, es el escenario obligado donde los periodistas se reúnen cada 26 de abril para conmemorar su día y pedir justicia por un crimen que sigue impune. En la ciudad de Pedro Juan Caballero, en el mismo lugar donde Leguizamón fue asesinado, también se cumple otro rito anual, en el sitio en que ahora está la Plaza del Periodista y hay varios monumentos al mártir del periodismo.

Una vida dedicada al periodismo

Santiago Máximo Leguizamón Zaván nació el 26 de marzo de 1950 en Villa Hayes. Octavo hijo entre nueve hermanos, primero se recibió de mecánico de aviación en Panamá, en 1968, y un año después obtuvo el título de ingeniero de vuelo.

Pero su verdadera vocación era el periodismo. En 1970 formó parte de la primera promoción de la entonces recientemente abierta Facultad de Medios de Comunicación de la Universidad Católica de Asunción, que funcionaba inicialmente en el colegio Cristo Rey.

Allí se enamoró de una de sus compañeras, Ani Morra, quien se convertiría en su esposa y madre de sus cuatro hijos. Allí le marcaron a fuego las clases del jesuita español José Miguel Munárriz, quien pregonaba que “el periodismo debe ser la voz de los sin voz”.

Le incomodaba saber que la dictadura del general Alfredo Stroessner cometía tantos crímenes contra los derechos humanos y casi ningún diario, ninguna radio, los publicaba.

“Alguna vez voy a tener mi propia radio, aunque sea pequeñita, y nadie podrá censurarme”, solía anunciar.

Logró adquirir e instalar en la ciudad de Pedro Juan Caballero la emisora ZP31, radio Mburucuyá, que el 15 de diciembre de 1975 empezó a transmitir en el 980 del dial, en amplitud modulada.

El local de la radio no era más que una pequeña casa de tablas construida en medio de un enorme terreno baldío, casi en las afueras de la ciudad, a unos setecientos metros de la tierra de nadie, como llamaban los lugareños a ese mundo entre dos países, que es la frontera seca paraguayo-brasileña.

Allí, Santiago Leguizamón empezó a desarrollar una forma de periodismo radial poco usual para la época, dando voz a las comunidades campesinas e indígenas, y comenzó a cuestionar las “muertes por encargados” que se producían entre bandas de narcotraficantes y contrabandistas.

Se hizo corresponsal o colaborador de los más importantes medios capitalinos. Paralelamente, promovió festivales de teatro y de música folclórica, creó talleres de poesía y narrativa, editó poemarios y llegó a sacar dos números de su propia revista gráfica, también llamada Mburucuyá.

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Santiago Leguizamón, realizando una entrevista como corresponsal televisivo. Foto archivo ÚH.

En marzo de 1991, como corresponsal del diario Noticias, ayudó a los enviados José Gregor y José Pastor Benítez a elaborar una serie de reportajes investigativos sobre tráfico de drogas, lavado de dinero, contrabando de soja y robo de vehículos. Las notas dejaban entrever una presunta complicidad entre los capos del crimen y el gobierno del entonces presidente, general Andrés Rodríguez. Los reportajes mencionaban como uno de los principales capos del tráfico al entonces poderoso empresario fronterizo, Fahd Yamil, más conocido como “El turco”.

¿Fue esa publicación la que selló su suerte? ¿O solo precipitó la ejecución de una condena ya decretada de antemano, como represalia contra tanta pasión informativa, tanto coraje periodístico, tanta lucha democrática, tantos sueños por hacer posible un país diferente?

Asesinato en la tierra de nadie

El 26 de abril de 1991, casi al mediodía, Santiago Leguizamón despidió su programa “Puertas Abiertas”, en Radio Mburucuyá, y abordó su automóvil, acompañado de su fiel escudero Baldomero “Carapé" Cabral, entusiasmado con la idea de ir a celebrar el Día del Periodista con sus compañeros de la emisora, en el fronterizo bar “El Pato”.

En plena avenida internacional entre Pedro Juan Caballero (Paraguay) y Ponta Porá (Brasil), la llamada “tierra de nadie”, tres hombres armados bajaron de un auto Gol negro y le cerraron el paso. Eran José Aparecido de Lima (Ze Lima), José Francisco Araulho (Tiro Certo) y Bras Vaz de Moura, que apuntaron y dispararon a quemarropa contra el periodista. Otro sicario, José Paulo Dos Santos Galdino (Paulao) actuó como campana, ocupándose de vigilar y avisar que Santiago iba en camino.

El periodista fue acribillado y asesinado con 21 certeros balazos.

Años después, la Policía brasileña detuvo por otros crímenes a alguno de los sicarios en Campo Grande, quienes confesaron haber matado a Leguizamón por encargo de Daniel Álvarez Georges y Luis Enrique “Tulú" Rodríguez Georges, hijo y sobrino, respectivamente, del entonces poderoso empresario fronterizo Fadh Yamil Georges.

Pero como en Brasil no había proceso por la causa, los sicarios (y los autores morales) no pudieron ser procesados por el asesinato.

La Policía y la justicia paraguayas nunca demostraron verdadero interés en aclarar el crimen ni en atrapar a los sicarios y autores morales.

A pesar de una orden de detención en su contra, “Tulú" Rodriguez Georges se paseaba tranquilamente por las calles de Pedro Juan Caballero, hasta que, el 5 de setiembre de 1996, el juez paraguayo Albino Aquino Amarilla lo exhimió de la prisión con una cuestionada resolución. Aunque “Tulú" no quedó desvinculado de la causa, nadie más volvió a molestarlo y el voluminoso expediente número 70 del Juzgado del Crimen de Amambay quedó archivado entre los polvorientos anaqueles.

En la tarde del 4 de octubre de 2012, en Ponta Porá, Brasil, a casi 40 cuadras del lugar donde Santiago Leguizamón fue emboscado y muerto, poco más de 21 años después otros sicarios emboscaron y acribillaron a Daniel “Tulú" Alvares Georges, y lo asesinaron de 17 balazos, junto a uno de sus guardaespaldas.

“Sus asesinos continúan entre nosotros”

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Santiago Leguizamón con sus hijos, frente al local de Radio Mburucuyá, en Pedro Juan Caballero. Foto archivo ÚH.

Veintitrés años después, Dante Leguizamón, el mayor hijo varón de Santiago, está parado en la esquina asuncena que rinde homenaje a su padre.

No es nada fácil ser el hijo de un hombre al que todos consideran mártir del periodismo paraguayo. No ha sido fácil crecer con el peso de una leyenda”, admite.

Ninguno de sus cuatro hijos se hizo periodista, pero Dante siente que su oficio de abogado defensor de los derechos humanos lo pone muy cerca del oficio que tenía su papá, y que su trabajo con las víctimas de abusos lo heredó de la misma línea de compromiso social que caracterizó a Santiago.

“Lo fui conociendo mejor cuando él ya no estaba, a medida en que iba leyendo sus artículos periodísticos, sus investigaciones, sus denuncias, sus opiniones comprometidas”, destaca Dante.

Le duele que la justicia paraguaya no se haya esforzado por aclarar el crimen, como no lo ha hecho tampoco en muchos otros casos de personas asesinadas, entre ellos más de un centenar de dirigentes campesinos ajusticiados en la lucha por la tierra, cuyos casos continúan absolutamente impunes.

“En cada Día del Periodista se lo recuerda y se le rinde homenaje a Santiago, pero el homenaje que esperamos es que se haga justicia, aunque es muy difícil que eso ocurra, porque las personas relacionadas con el asesinato están muy vinculadas al poder”, refiere.

El ajusticiamiento de Leguizamón fue un mensaje para todos los periodistas paraguayos, para que no investiguen casos de corrupción o del crimen organizado, para que no afecten los intereses de la mafia, dice Dante.

Afortunadamente hay periodistas que no hicieron caso al mensaje mafioso, y siguen siendo críticos, siguen investigando, más allá de las dificultades y de los intereses de los dueños de los medios”, señala.

En la conmemoración del Día del Periodista Paraguayo 2014, Dante pide a los comunicadores y a las comunicadoras que no olviden la responsabilidad social y el compromiso ético que la sociedad espera de todos y todas. “Es el mejor homenaje que pueden realizar, en memoria de Santiago”, destaca.

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