ENCARNACIÓN
Al duro castigo que recibe desde hace años la Reserva San Rafael por la indiscriminada deforestación a la cual es sometida se suma otra actividad ilícita, que tiene que ver con la producción de marihuana en el interior de sus bosques, los últimos pertenecientes al Bosque Atlántico.
La reciente incursión de un grupo de agentes antinarcóticos al interior de la reserva, con el hallazgo de un campamento de narcos capaz de producir al año 8 toneladas de marihuana, puso nuevamente en evidencia esta creciente actividad, que no hace otra cosa que desnudar el escaso control e importancia del Estado con relación a su futuro.
Son cuatro los funcionarios que destina al lugar la Seam (Secretaría del Ambiente), quienes tienen problemas con el vehículo y no poseen un lugar físico propio donde quedarse. Ocupan parte de las instalaciones de la oenegé Procosara, mientras que la otra es Guyra Paraguay, instaladas dentro de la reserva de 73.000 hectáreas de extensión.
Funcionarios de las dos oenegés ya han sufrido amenazas e inclusive atentados por parte de los narcotraficantes así como de los comerciantes de rollos de madera.
Esporádicamente algún que otro cargamento es retenido por las fuerzas del orden, pero de ninguna manera refleja la enorme deforestación que ocurre en el interior de la reserva. También los árboles son echados para dar paso a los cultivos de marihuana, que permanecen ocultos detrás de los bosques que no fueron derribados.
Después de casi 10 años, se reactivó el Comité de Gestión del Área de Reserva para Parque Nacional San Rafael. La iniciativa busca frenar la constante depredación en la mayor reserva de bosque nativo en la Región Oriental.
Ya al final del año, se ha logrado que la Seam emita una resolución reconociendo al comité de gestión. Quienes son propietarios de las tierras que conforman la reserva no han sido indemnizados por el Estado, tampoco se les ha dado otra opción, mientras que toda la presión recae sobre ellos, como responsables de las actividades dentro de semejantes extensiones, con caminos intransitables.
Se sabe que, teniendo contactos, se puede pedir un corte completo de madera para una casa, de la especie que se prefiera, siendo de primera y en vías de extinción, como el lapacho y anchico. Tomado el pedido, los motosierristas se ingenian para comenzar el derribo. A la noche ingresan los carriteros y comienzan a acopiar la madera cortada en tablas dentro de la reserva San Rafael.