Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
En julio de 2012, Rosalía Amarilla, entonces de 31 años de edad, técnica en administración de empresas, renunció al empleo que tenía en una fábrica de prendas de vestir en Ñemby, y aceptó la “tentadora oferta” que le habían hecho algunas personas, de poder viajar a tierras lejanas para tener un mejor porvenir para ella y para su único hijo varón.
Rosalía trabajaba mucho y ganaba muy poco en aquel taller de confección. Esa dura realidad cotidiana en la que ella se manejaba, fue la que utilizaron los “captadores” para interesarla en aquel viaje que iba a “cambiar su vida”.
No se conocen muchos detalles acerca de cómo fue aquel primer viaje, similar al que han emprendido –y siguen emprendiendo- muchas humildes mujeres paraguayas, principalmente en la zona de la Triple Frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina, hacia mercados latinoamericanos, europeos o asiáticos de la trata de personas, casi siempre ligados también al narcotráfico.
Tras el viaje de Rosalía, sus familiares perdieron contacto con ella, hasta que, semanas después, recibieron una llamada telefónica de larga distancia, en donde la voz de un hombre con acento extranjero les informaba que la mujer había caído presa en el aeropuerto de Beijing, China, cuando pretendía ingresar al país con un cargamento de 3 kilos 600 gramos de cocaína, y que, por ese delito, la habían condenado a muerte y, en poco tiempo más, sería ejecutada.
El calvario ante la “justicia roja”.
Quienes hayan visto la película Justicia Roja, estrenada en 1997 bajo la dirección de Jon Avnet, protagonizada por Richard Gere y Ling Bai, se harán una idea de la manera implacable en que se aplica el sistema judicial en el régimen de la República Popular China, aunque aquella sea una historia de ficción.
Teresa Martínez, agente fiscal a cargo de la Unidad de Trata de Personas del Ministerio Público, relata que Rosalía fue detenida al llegar al aeropuerto de Beijing, y que la paraguaya “enseguida confesó que llevaba algo ilegal adherido a su cuerpo. Esa colaboración con las autoridades hizo que le tengan una mayor consideración”.
Hugo Morel, de la Dirección de Atención a Connacionales, dijo en un primer reportaje que Última Hora publicó en setiembre pasado: “En principio, tomamos el caso como trata de personas, porque ella (Rosalía) fue engañada. Fue captada en Ciudad del Este, de ahí fue a trabajar a Foz de Yguazú, de ahí la llevaron a São Paulo (Brasil) y de ahí la embarcaron a China, llevando 3 kilos 600 gramos de cocaína”.
En ese entonces, las autoridades insistían en no divulgar la identidad de la mujer. El caso de Rosalía (sin divulgar su nombre) fue expuesto inicialmente en un reportaje de ÚH, que mencionaba la existencia de 3.000 paraguayos presos en el exterior, en su mayoría por tráfico de drogas, aunque el caso más grave era el de la compatriota detenida en China.
El primer gran obstáculo que se encontró fue que el Estado paraguayo no tiene relaciones diplomáticas con el país asiático, por lo cual se tuvo que acudir a la colaboración del Consulado argentino del país asiático, para prestar alguna asistencia jurídica a la compatriota.
Entre los logros obtenidos por la diplomacia argentina, se consiguió que Rosalía pueda comunicarse telefónicamente con sus familiares en Paraguay una vez al mes.
Se obtuvo que la paraguaya no sea ejecutada enseguida y que la fecha de condena sea postergada para marzo de 2015. Se creía que en ese lapso se lograría obtener mayores beneficios para ella por vía diplomática, pero en realidad se hizo muy poco desde las esferas oficiales y la fecha de ejecución se acerca peligrosamente, por lo cual los familiares, desesperados, decidieron que se conozcan públicamente los detalles de la angustiosa situación en que se encuentra Rosalía.
Hubo mucha inacción del Estado paraguayo.
Esta semana, representantes de la organización Amnistía Internacional, capítulo paraguayo, y del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujeres (Cladem) mantuvieron una reunión con autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay, para evaluar la situación de Rosalía Amarilla.
Los activistas de derechos humanos salieron de la reunión “espantados”, según sus propias palabras, al advertir lo poco que el Estado paraguayo ha hecho hasta ahora por lograr que la compatriota detenida en China no sea ejecutada.
La situación de Rosalía es cada vez más grave, según sus familiares, porque ya ni siquiera la dejan comunicarse con su abogado, un defensor público nombrado por el mismo Estado chino.
Una de sus hermanas pudo hablar por teléfono con Rosalía y, a pesar de que le prohíben hablar en guaraní –ya que todas sus llamadas son controladas y grabadas-, ella pudo decirle en nuestro idioma nativo que no se había podido comunicar más con su abogado defensor. “Nda kuaavei mba’eve i chugui (“No sé más nada de él”), le confesó.
Ante esta situación, la organización Amnistía Internacional Paraguay, con apoyo de Cladem, prepara una campaña mediática de solidaridad #RosalíaDebeVivir para exigir al Gobierno y al Estado paraguayo que se movilicen todas las instituciones a nivel nacional e internacional, para impedir que Rosalía Amarilla sea ejecutada en marzo próximo.
“Estamos reuniendo toda la información para lanzar esta campaña, que probablemente lo haremos en la próxima semana”, confirmó Fabián Forestieri, presidente de AI Paraguay.
Rosalía Vega, directora ejecutiva de la organización, destacó que buscan movilizar a la sociedad civil paraguaya para reclamar al presidente de la República, Horacio Cartes, y a todas las organizaciones del Estado, Cancillería, Fiscalía de Trata de Personas, que redoblen sus acciones para asistir a la paraguaya condenada a muerte y exigir su liberación, ya que la misma es, principalmente, una víctima de las redes internacionales de trata y narcotráfico.
“Estamos trabajando con la organización Cladem y con los familiares de Rosalía Amarilla, quienes están acompañando todos los procesos que realizamos. Hay abogados acompañando a una de las hermanas en el Poder Judicial para realizar el proceso de régimen de relacionamiento con el hijo de Rosalía, ya que, a causa de esta situación, se ha perdido el contacto con el niño”, explica Rosalía Vega.
El desafío es grande, pero es el mismo que Amnistía Internacional ha venido desarrollando en más de 70 años en todo el mundo: intentar salvar la vida de una víctima de una situación de injusticia, en este caso el de una mujer paraguaya condenada a muerte en la República Popular China.
¿Será posible lograrlo…?