Por Darío Arámbulo y César Cabrera
TACUATÍ - SAN PEDRO
“Ahora ya no hablamos del EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo) como un grupo de apenas 15 personas en las células combatientes y otras diez en el ala logística. Los nuevos datos de inteligencia sostienen que nos estamos enfrentando a una organización que ya tiene cerca de 150 soldados”, reveló ayer el director de la Segunda Zona Policial, comisario general inspector Óscar Ferreira.
El alto jefe policial, quien posee mucha experiencia en la lucha contra el EPP en la zona Norte del país, desde que fue jefe de la Comisaría de Kurusu de Hierro, a partir del 2009, en momentos sumamente críticos de la acción del grupo armado, asegura que los nuevos datos recabados por los servicios de inteligencia policial permiten sostener que la banda criminal ha crecido considerablemente en los últimos años reclutando a jóvenes campesinos de la región.
BUSCAN ARMAS. El notable crecimiento en número de miembros incorporados hace que necesiten mayor cantidad de armas y la manera de obtenerlas es atacando los puestos policiales de la zona, para aumentar su capacidad de combate, destaca el comisario general Ferreira.
Se busca que cada nuevo miembro del EPP tenga su propio fusil de asalto, y los ataques a las comisarías, para obtenerlo, forman parte de las pruebas a las que son sometidos para ir escalando en la organización delictiva.
“Quieren armas para tener mayor poder. Ellos ahora lo que necesitan son armas para los militantes, para los combatientes. Por eso es que atacaron la Comisaría de Kurusu de Hierro y pusieron también una bomba”, aseveró el principal encargado de los operativos de búsqueda de los miembros del EPP en el Norte, especialmente luego del asesinato del ganadero Luis Alberto Lindstron, el pasado 30 de mayo.
El ataque contra la Comisaría de Kurusu de Hierro, actualmente una de las más fortificadas en esta región del país, donde se guarda habitualmente una gran cantidad de armamentos, se produjo el domingo 21 de abril, día de las elecciones generales.
Ferreira destacó el arrojo de los policías que se encontraban en la comisaría ese día y que se defendieron con mucha valentía, logrando repeler el ataque del grupo criminal.
“Suponemos que eligieron atacar el día de las elecciones porque pensaron que la comisaría iba a estar casi vacía. En ese golpe, si les salía bien, iban a llevar muchas armas, principalmente armas largas, de grueso calibre. Pero los policías resistieron y los rechazaron heroicamente”, destaca.
APOYO. El jefe de la Segunda Zona Policial refiere que los miembros del EPP cuentan además con el apoyo de algunos sectores radicalizados del campesinado.
En lugares como Fortuna Guazú, cerca de Kurusu de Hierro, deben existir aproximadamente unas cuarenta personas que les brindan apoyo logístico y les sirven de enlace, así como en algunos núcleos de la comunidad de Arroyito, en Concepción, explicó.
También mencionó otros lugares donde los miembros del EPP estarían encontrando apoyo por parte de algunos pobladores, como en Tacuatí, San Pedro y Jhuguá Ñandú (Colonia Jorge Sebastián Miranda), lo cual les permite poder permanecer ocultos y a salvo de las incursiones policiales.
“No solo en el campo tienen combatientes, también en sectores urbanos, como en la ciudad de Horqueta”, explicó el comisario Ferreira.
otro ataque del EPP
Datos de inteligencia indican que el grupo armado tuvo un gran crecimiento, reclutando a jóvenes campesinos de la región, asegura el comisario Óscar Ferreira, director de la Segunda Zona Policial.
EL RECLUTAMIENTO SE REALIZA POR CÉLULAS Y CON “PRUEBAS DE FUEGO”
Humildes jóvenes campesinos y, generalmente, marginales de escasa instrucción escolar son los elegidos para ser adoctrinados y posteriormente incorporados tanto a los equipos de apoyo logístico como a los grupos combatientes del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), según detallan los investigadores de la Policía.
El operativo de reclutamiento se realiza generalmente en las comunidades aisladas del Norte, a través de los líderes y referentes de las organizaciones campesinas, que combinan charlas de adoctrinamiento político con acciones de asistencia, para proveer recursos económicos ante necesidades concretas.
Según la respuesta que obtienen de los jóvenes, los van ingresando a los diversos niveles de la organización, siempre en el sistema de “células compartimentadas” (donde los integrantes de un grupo no conocen a los miembros del otro, para que no haya riesgo de delaciones).
El proceso para ingresar a formar parte de la categoría de “combatientes” implica acceder a diversas “pruebas de fuego”, que consisten en ataques al “enemigo” (policías, militares, ganaderos y agroproductores oligarcas, funcionarios gubernamentales), en muchos casos para obtener armas y recursos económicos.
La mayor prueba es someter a la “pena máxima” (asesinato) a personas a las que se considera que han violado las leyes revolucionarias dictadas por el grupo armado.