18 nov. 2024

EL TRATADO DE LA “CUÁDRUPLE” ALIANZA

El Mcal. López y la guerra

La figura del Mariscal Francisco Solano López fue largamente -y sigue siendo- objeto de opiniones radicalmente opuestas. Se trata de un monstruo, un tirano que “provocó” la guerra cuya consecuencia fue la ruina del país, por poco su aniquilamiento como estado independiente.

Esta posición sostenida por “los roedores de los mármoles de la patria”, se opone frontalmente con la de los partidarios encarnizados -y también fanáticos- defensores de la figura del Mariscal Juan O’ Leary a la cabeza. El largo y enconado enfrentamiento persiste hasta nuestros días. Y fue mezclado con los acontecimientos políticos diversos, como la bastarda utilización del nombre del Mariscal por el dictador Alfredo Stroessner como uno de sus “predecesores”, con lo cual terminó de acumular basura sobre Francisco Solano López, quien llegó hasta Cerro Corá, en donde murió “por su patria”, y no abdicó cobardemente en el cuartel de la presidencia.

Personalmente me planteé la cuestión largamente, sin tomar partido. Después de reflexionar desapasionadamente, se me impuso que López es un ser humano de su tiempo, ni monstruo ni ángel.

Leyendo un ensayo del ilustre intelectual, más bien “antilopista” Juan Silvano Godoy, encontré una frase que me hizo reflexionar a fondo y a extraer una idea personal sobre López. Godoy, que era un refinado hombre de letras, dice: “Yo admiro a Francisco Solano López por razones estéticas”. Luego de dar vueltas a la frase, extraje una idea sobre el personaje. Los bandos opuestos nunca lo consideraron como un “hombre de su tiempo”, como fue López. Un romántico apasionado, con una formación intelectual respetable (hablaba francés e inglés) y un bagaje político adquirido en función de lo que él sabía que le esperaba: suceder a su padre en la Presidencia de la República.

Su intervención en el conflicto entre la Confederación -dirigida por Urquiza desde Paraná- y la provincia de Buenos Aires, con Mitre a la cabeza, demuestra su calidad de negociador, puesto que obtuvo, brillantemente la Unidad de la República Argentina, en noviembre de 1859, con el pacto de San José de Flores.

Francisco Solano López fue un romántico que vivió a fondo esa corriente, en la época en que la misma estaba en pleno auge. Toda su existencia está marcada por esa estética. Desde sus amores con Elisa Alicia Lynch, su compañera hasta Cerro Corá, a quien trajo al Paraguay pese a las reticencias de su padre, que nunca aceptó que su hijo compartiera su vida con una divorciada. Y ni qué decir su reacción cuando Brasil invadió Uruguay, con el cual nuestro país tenía un tratado de defensa mutua, atravesando Argentina, uno de los pretextos de Mitre para declarar la guerra, e invadiendo parte de Brasil, que había iniciado el desembarco en Melo, República Oriental, con la complicidad del caudillete Flores.

La guerra estaba en marcha y durante cinco años y tanto, la actitud de Francisco Solano López fue indoblegable: firmeza y dignidad ante las potencias contendoras, hasta el 1 de marzo de 1870. Murió con la frente alta de un héroe romántico, como su hijo Panchito, de 17 años, Comandante del Ejército, quien contestó, cuando le intimaron rendición: “Un oficial paraguayo no se rinde nunca” y para terminar vuelvo al título: “El tratado de la cuádruple alianza”. Y en efecto, la guerra fue instigada por el Imperio Británico, siendo su representante ante los tres países “súbditos” de la región, Mr. Edward Thornton.

Y para cerrar esta tragedia canallesca del Imperio, transcribo una clara explicación del historiador argentino, Salvador Cabral Arrechea.

A) Un documento elocuente de Thornton dirigido al Foreing Office, fechado en Asunción el 6 de setiembre de 1864 haciendo votos para que una invasión extranjera llevase al Paraguay la “libertad comercial” a ese pueblo que trataba de “ignorante”, “que se siente feliz con su tiranía y se cree igual que los más poderosos”.

B) El 18 de junio de 1864 se firma en “Las Puntas del Rosario”, según el informe Maifeller, encargado francés en Montevideo, un tratado -el verdadero tratado de la Triple Alianza- firmado por Lamas, Flores y Castellanos. El mismo Saraiva, comisionado imperial de entonces, dirá, públicamente y por escrito, que la Triple Alianza “no surgió” después de la “agresión” a la Argentina en abril de 1865, sino en “Las Puntas del Rosario” en junio de 1864. Su carta dice bien clara que “dichas alianzas (Argentina, Brasil y Flores contra el Paraguay) se realizaron el día en que el ministro argentino y brasileño conferenciaron con Flores en las Puntas del Rosario y no el día en que Octaviano y yo, como ministros de Estado, firmamos el pacto (l de marzo de 1865)”.

Los precedentes informes comprueban que la fecha de la firma del tratado de la Triple Alianza fue una farsa para “legalizar” la decisión del Imperio británico, mediante sus “súbditos” en la región: Brasil, Argentina y Uruguay, a fin de impedir que un “pequeño” país independiente y autárquico, sin deuda externa, que no necesitaba comprar nada de Inglaterra interfiriera el expansionismo del Imperio británico en la zona. El ministro Edgard Thornton participó activamente en todos los arreglos diplomáticos previos, y empujó al Brasil a invadir Uruguay, lo que inició la sórdida guerra.

Claro que de estos perversos “tratados secretos” no habla una palabra el libro “Maldita guerra” escrito por Francisco Dorotioto, vocero -oficial u oficioso- de Itamaraty.

Y ello es natural, pues como dijo Juan Bautista Alberdi: “Los tratados eran secretos, la vergüenza es pública”.

(*) Escritor, Premio Nacional de Literatura.