Por Estela Ruiz Díaz
Voto castigo.
El dinero ayuda, pero no lo es todo.
Son las primeras conclusiones rápidas que surgen luego de ver los sorprendentes resultados de las elecciones municipales de ayer que dejó heridos y contusos en la ANR y rediseñó la puja de poder en el Gobierno. La oposición, con la sorprendente victoria en Asunción y la recuperación de ciudades emblemáticas de Central por parte del PLRA, recuperó oxígeno y aliento de cara al 2018.
Asunción es la plaza simbólica por excelencia. Es una batalla con sabor nacional. Aquí la ANR llegó al día de la elección con casi todas las encuestas en contra. Pero a lo largo del día y con las bocas de urna a su favor, Arnaldo Samaniego se posicionó mediáticamente como el ganador. Tanto que festejó prematuramente la victoria ante un Mario Ferreiro que mostró signos de derrota muy temprano. Pero la historia cambió abruptamente cuando se inició el conteo rápido de la Justicia Electoral (TREP). Desde el inicio de la carga de datos, Ferreiro se mantuvo arriba hasta el final. Se impuso por 114.435 sobre 91.014 de Arnaldo, es decir obtuvo una diferencia de 23.421 votos (10%). Ricardo Meyer, la apuesta de Fernando Lugo, quedó con apenas 10.195 votos.
Samaniego no supo reconstruir la unidad tras la fuerte interna por la Junta de Gobierno en la que Mario Abdo Benítez se impuso en la capital al candidato cartista Pedro Alliana. En aquella elección participaron en total 118.568 colorados. Ayer votaron a Samaniego 90.942. ¿Adónde fueron los 27.626 votos colorados restantes? ¿A Ferreiro? ¿O no fue a votar? Es un dato para analizar.
Y una vez más se cumplió la profecía: ningún intendente de Asunción logra la reelección (por ahora).
VOTO CASTIGO. En Central la nota, sin dudas, es la resonante derrota de Roberto Cárdenas en Lambaré, el colorado procesado por la caída del techo de una escuela por mal uso de los fondos de Fonacide y desvergonzado enriquecimiento ilícito. Le ganó el candidato liberal, Armando Gómez, a pesar de que llegó cojeando por estar también procesado por un supuesto desfalco en el que está involucrada su esposa. Pesó más la indignación, y Lambaré castigó a su intendente que buscaba la re-reelección.
Igual suerte corrió el colorado Édgar Quintana en Fernando de la Mora, superado por el liberal Alcides Riveros que logró recuperar el histórico bastión de clan Franco del PLRA. Pagó caro su ineficiencia en la gestión.
El voto castigo también destronó al clan Gómez Verlangieri en Limpio, tras el vergonzoso escándalo del video sexual del intendente Ángel Gómez. Esta caída es emblemática, ya que la familia liberal gobierna la ciudad hace más de dos décadas.
El PLRA perdió en Luque ante los colorados capitaneados por los González Daher.
Y como toda regla tiene excepción, aquí puede apuntarse la re-reelección de Albino Ferrer en San Lorenzo, que a pesar de las denuncias de ineficiencia y corrupción, superó por un cómodo 8% a su más cercano adversario del PLRA. La división de fuerzas favoreció al cuestionado intendente.
LOS QUE GANAN Y PIERDEN EN LA ANR. Los resultados dibujan un nuevo mapa en cuanto a los liderazgos dentro del partido de gobierno.
Empezando por el presidente Horacio Cartes, que salió de lleno a hacer campaña llenando los bolsillos de los dirigentes de base, convirtiendo esta elección en un plebiscito de su gobierno. Las derrotas emblemáticas en Asunción y Central lo ubican en el casillero de la derrota y una moraleja de hierro: el dinero no lo compra todo. El plan de reelección que impulsa un sector palaciego queda seriamente dañado. La disidencia festeja calladamente este panorama.
El clan Samaniego es uno de los más golpeados. Se quedó sin intendencia y sin presidencia de la ANR, ya que Lilian debe entregar el cargo a Pedro Alliana en marzo del año que viene. Al perder la elección, quedan sin fuerza para exigir cupos de poder al presidente. Este resultado también desatará una puja en cuanto al liderazgo colorado en Asunción.
Para los caciques del Sur tampoco hay buenas noticias. El vicepresidente Juan Afara sufrió la humillante derrota en su propio pueblo por el PDP, de Desirée Masi. En vez de resolver con inteligencia una interna, tomó el camino de la prepotencia y así le fue. Víctor Casas era intendente colorado, pero fue expulsado del partido por problemas con el matrimonio Afara. Se candidató por el PDP y asestó un duro golpe al vicepresidente.
Así como Asunción, otra derrota catastrófica para la ANR es Encarnación. Luis Yd, en una puja de infarto, se impuso anoche por 11 votos al candidato colorado que tuvo a su favor la poderosa estructura de Yacyretá y la Gobernación de Itapúa. Un golpe para el gobernador Luis Gneiting y Afara. Ellos tampoco pudieron entregar a Cartes una Itapúa teñida de rojo.
No es el año de Juan Carlos Galaverna. Se jugó de lleno con la candidatura de Marito Abdo buscando vanamente golpear a Cartes y no lo logró. Ayer, su hijo Nano perdió la Intendencia de Ypacaraí ante el PLRA, que se impuso cómodamente.
El cuestionado clan Núñez es otro que recibió el castigo del electorado. Una alianza destronó a la ANR en Villa Hayes. El asesor del presidente, Basilio Bachi Núñez es la cabeza visible de este descalabro electoral.
El único que sobrevivió a esta debacle es el líder del Alto Paraná, Javier Zacarías Irún. Su esposa Sandra fue reelecta como intendenta de Ciudad del Este por 40.371 votos frente a 31.712 del PLRA, marcando una diferencia de 8.659 votos. Sin embargo, la suma de los votos liberales y otras candidaturas independientes superan los votos colorados. La ANR manda en el Este, pero con el acecho opositor.
Otros condimentos. Pero no solo los políticos sufrieron reveses en esta elección que tuvo otros condimentos, sobre todo en Asunción. Las iglesias evangélicas dieron la nota cuando llamaron a no votar por Mario Ferreiro y sí por Samaniego. La cúpula de la Iglesia Católica se sumó indirectamente al llamado. Por tanto, estos sectores conservadores son también los grandes derrotados.
Frente GuaSU. En este ejercicio de sumas y restas, Fernando Lugo es otro de los vencidos por los resultados en Asunción. No solamente porque rechazó una alianza con Mario Ferreiro, sino porque ayer llamativamente los integrantes de mesa de este sector no aparecieron. Los resultados en el interior mostrarán si crecieron en votos y representaciones.
Aún queda mucho por analizar; lo cierto y concreto es que el voto castigo es un poderoso mensaje para los partidos que creen que la ciudadanía puede soportarlo todo y que pueden sostener candidaturas cuestionadas, incluso por encima de jóvenes dirigentes partidarios que una vez más tuvieron que relegar su espacio por culpa de insaciables caudillos mediocres que no aprenden a dar el paso al costado.