18 jun. 2025

Enemigo íntimo

Cuando un diagnóstico de cáncer de mama se hace presente, solo hay dos caminos: luchar o rendirse. Tres mujeres que eligieron la primera opción nos cuentan cómo hacen para ponerle pecho a esta realidad.

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Corpiño

Por Silvana Molina / Fotos: Javier Valdez / Fernando Franceschelli

“Sentí que había algo ahí, como una piedra dura y redondita”. Ese fue el primer contacto de Verónica Nogués (37) con el que se convertiría en su enemigo íntimo, cuando se le ocurrió hacerse una autoexploración de los senos un año atrás.
Lo que detectó era un nódulo, ubicado en la parte superior de su pecho izquierdo. Luego de una mamografía, una ecografía y una punción, le dieron el diagnóstico que no quería escuchar: cáncer de mama.
Esta abogada y madre de dos niños nunca le había prestado mucha atención al autoexamen mamario. Como muchas otras mujeres, pensaba que el cáncer era algo muy improbable en ella, una persona saludable y sin ninguna señal de enfermedad. “Nunca pensás que te va a tocar a vos”, resalta.
A Esmilce Portillo Da Silva (37) le ocurrió algo similar. “Nunca pensé que me sucedería a mí, porque no tengo un historial de cáncer en mi familia, nunca fumé, nunca tomé bebidas alcohólicas y llevaba una vida sana”, revela.
El diagnóstico se lo dieron en San Pablo, donde vivía con su marido brasileño desde hacía una década y media. El destete de su hija de tres años generó una confusión, pero luego dio pie a un descubrimiento indeseado. “Noté una pelotita muy dura en mi mama izquierda, que me incomodaba. Pero como todo el mundo me decía que era la leche que se había endurecido ahí, porque le estaba desmamando a mi hija, no le hice caso. Dejé pasar tres meses y luego decidí consultar, porque ya me incomodaba”, cuenta. Lo que vino después, fue muy similar a lo de Verónica: mamografía, ecografía y punción.
“Cuando le llevé los estudios al mastólogo, el médico los miró y me dijo: ‘Carcinoma ductal in situ. Es un cáncer, infelizmente’. Me recomendó una mastectomía total de la mama izquierda”, relata esta madre de un niño y una niña, que regresó a vivir en Paraguay.
DECISIONES
Una preocupación común en las mujeres que son madres y reciben este tipo de diagnósticos se resume en la pregunta: "¿Qué va a ser de mis hijos?”. Ellas no fueron la excepción. “Lo primero que a una se le pasa por la mente es eso”, confirma Verónica.
“El mundo se me vino abajo –refuerza Esmilce–, pero el doctor me dijo: ‘Tenés dos caminos: levantar tu cabeza y luchar, o rendirte. Si te rendís, serías una cobarde, porque no lucharías por tus hijos’. En ese momento yo tomé una decisión y dije: ‘Voy a luchar. Yo quiero vivir, por mí, por mis hijos, por mi marido, por mis padres’”.
Sin dudas, en estos casos el apoyo de los seres queridos es fundamental. “Cuando yo salí del consultorio, mi esposo me abrazó y me dijo: ‘Vamos a luchar y a vencer juntos esta batalla’. También le contamos a nuestros hijos y les dijimos que era el momento de unirnos más”, cuenta Portillo.
A RECONSTRUIR

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En ambos casos la recomendación médica fue recurrir a una mastectomía (extirpación del seno mediante una cirugía) del lado afectado y seguir tratamiento con medicamentos y control.

“Que te digan que te van a sacar un pecho es un golpe muy grande. Yo sentí como que me iban a mutilar”, confiesa Verónica. Por recomendación de su médico, ella optó por hacerse la reconstrucción de la mama con una prótesis. “Quise hacerlo más que nada para que no me afecte sicológicamente”.
Esmilce recibió el mismo consejo: “En un primer momento yo pensé en hacerme la reconstrucción, pero cuando mi marido me dijo que me amaba por lo que yo soy y que no le importaba que no tuviera un seno, decidí no hacerlo”. Lo hizo porque quería ayudar a las mujeres que no se hicieron la reconstrucción porque tal vez no pudieron. “Decidí desafiarme a mí misma y llevar esa marca. No digo que más adelante no voy a querer, puede que mañana decida hacerlo. Pero hoy quiero tener mi cicatriz, mostrarle a las personas y decir: ‘No tengo una mama pero estoy viva y soy feliz’”.
CONVIVIR CON EL MIEDO
A Lira Giménez (47), la temida noticia le llegó hace ocho años. Además de la mastectomía, ella tuvo que someterse a sesiones de quimioterapia, porque su cáncer estaba en un estadío un poco más avanzado. Afortunadamente, sus buenas condiciones físicas en general la ayudaron a afrontar bien el tratamiento.
“Tuve seis quimioterapias inicialmente. Luego estuve muy bien durante tres años, pero después, un pico de estrés a nivel laboral me causó una recaída. De eso hace ya cinco años, y tuve que volver a hacer todo de nuevo”, explica esta heroína que ya lleva 60 sesiones de quimioterapia.
Lira asegura que lleva una vida absolutamente normal, pero revela que eso no significa que sea fácil sobrellevar esta enfermedad. “En algún momento de cada día uno recuerda su realidad”, dice.
Ella tiene que hacerse análisis una vez al mes, y cada tres meses resonancias y ecografías. “Siempre está ese temor que no se puede manejar y hay que aprender a convivir con él. Yo digo: ‘Ok, son mis cinco horas de temblor’. Y después de cada análisis y de tener la certeza que salen bien, lloro y pienso: ‘Una victoria más’. Y así ya llevo ocho años”.
Lira hace énfasis en que “hay que aprender a ser feliz ‘a pesar de’, no dejar que ese problema sea lo que llene nuestra vida, sino tomarlo como parte de ella. Tenemos que aprender que si bien nosotras debemos convivir con un diagnóstico que asusta a cualquiera, la incertidumbre es parte del futuro de cualquier persona. Entonces tenemos que llevar una vida lo más normal que podamos y no en función a la enfermedad. No dejar de trabajar, no dejar de hacer las cosas que uno hacía normalmente”, recomienda la mujer, fundadora y expresidenta de la Asociación de Mujeres de Apoyo contra el Cáncer de Mama (Amacma).
CAMBIO DE RUTINAS

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El hecho de tener una enfermedad, de por sí obliga a un cambio en las rutinas. En estos casos –como en la mayoría–, los médicos recomiendan una alimentación más saludable, actividad física y disminuir los niveles de estrés.
“Yo sigo trabajando normalmente, aunque trato de no estresarme tanto. Cambié mi sistema alimenticio, como más frutas y verduras y hago más actividad física. Trato de vivir el día a día, de disfrutar cada momento, especialmente con mis hijos. Intento no pensar que el cáncer puede volver”, cuenta Verónica, quien sigue tomando sus medicamentos y realizando sus chequeos cada seis meses.
Esmilce resalta que es una batalla diaria. “Reconozco que, a cada estudio, a cada consulta, yo sudo frío. Recién después de cinco años nos dan la media alta y en 10 años el alta completa. Es una lucha dura y prolongada, en la cual necesitamos el apoyo de los demás: de la familia, de la sociedad y del Estado, que también nos tiene que ayudar”.
COSTOS ASESINOS
La falta de apoyo del Estado es algo que las personas con cáncer sienten de cerca, porque los costos de los estudios y tratamientos son muy elevados.
“La mayoría de los seguros médicos no te cubren nada”, lamenta Verónica. “Es un tema que pesa muchísimo y eso influye también en la familia, porque es algo que se suma al dolor y la angustia”, revela Lira.
“A mí, por ejemplo, me da miedo gastar, me siento culpable de comprar algo superfluo cuando sé que cada mes necesito una inyección que cuesta 26 millones de guaraníes”, agrega.
Y critica: “Hoy hay nuevas drogas para tratar la enfermedad, pero solo el 3 o 4% de la población tiene acceso a ellas. Hay nuevas tecnologías también, pero son para muy pocos. Solo en medicamentos uno debe gastar unos cuatro millones de guaraníes al mes. ¿Y quién posee ese monto? Tendría que haber una ley que por lo menos en algo te ampare, que te dé la tranquilidad de que vas a tener el mejor tratamiento y no vas a estar llorando porque no podés pagarlo”.
LO IMPORTANTE
Las entrevistadas se alejan por un momento de su problema para tratar de concienciar a otras mujeres sobre la importancia de hacerse el autoexamen de mamas. “Con 10 minutos que perdamos cada mes haciendo esto, podemos salvarnos. Es importante descubrir a tiempo, porque tenés más chances de recuperarte”, recalca Verónica.
Esmilce pide no dejar la salud para después, con cualquier excusa. Y Lira aconseja estar atentas. “Cuando tenés algún antecedente o factor de riesgo, debés hacerte los controles. Yo creo que hay que estar un poco más atenta a las señales del cuerpo, escucharlo y acudir al médico”.
Con la situación que están atravesando, estas mujeres han aprendido varias lecciones. “El cáncer me enseñó a tomar las cosas de diferente manera, en el sentido de ver qué es realmente importante y qué no. Hay ciertas cosas por las que ya no te preocupás”, reflexiona Lira.
“Yo aprendí a amar más, a perdonar más, a darme más oportunidades, a mirar al ser humano de una forma diferente. Ahora doy más valor a la vida, me estreso menos por cosas sin importancia como la limpieza, por ejemplo. Hoy prefiero disfrutar más”, aporta Esmilce, mientras Verónica asiente con la cabeza en señal de aprobación.
Ellas, como muchas otras mujeres con cáncer de mama, están dispuestas a seguir en su lucha cotidiana, con sus altibajos. Porque intuyen que hay una fórmula que puede resultar: vivir un día a la vez. Y no rendirse.

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*Una de cada ocho mujeres padecen de cáncer de mama en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS ). En Paraguay, las cifras oficiales hablan de al menos 180 casos por año, con un índice de mortalidad de 30%.

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Una asociación de apoyo
En Paraguay, existe una Asociación de Mujeres de Apoyo contra el Cáncer de Mama (Amacma), cuyo objetivo es alertar, educar y sensibilizar a la población respecto a esta enfermedad, así como apoyar emocionalmente a las mujeres con cáncer y su grupo familiar. Para conocer más sobre esta organización, se puede llamar al (0981) 773-399.

ANTES DE QUE CREZCA. El cáncer de mama no se puede prevenir, como el cáncer de cuello uterino, pero sí se puede detectar precozmente. Se aconseja que las mujeres se realicen una mamografía anual a partir de los 40 años. En caso de tener antecedentes de familiares de primer grado (madre o hermana) con cáncer de mama, debe hacerse antes. También se recomienda el autoexamen a partir de los 18 años, una vez al mes y, ante cualquier anormalidad, acudir al especialista. “Cuanto más precozmente se detecte la enfermedad, las posibilidades de curación son más altas, es menos costoso y hay más probabilidad de conservar la mama”, asegura el doctor Marcelo Galli, mastólogo.

TRES CAMINOS. Las alternativas para tratar el cáncer de mama son tres: la cirugía (mastectomía total o parcial); el tratamiento con medicinas, a través de la quimioterapia o la hormonoterapia, y la radioterapia. El médico recomendará la más adecuada de acuerdo a cada caso en particular, al estadío en que se detecte la enfermedad, a la edad del paciente y a su estado de salud en general.

¿CÁNCER ES IGUAL A MUERTE? Generalmente, la palabra cáncer se asocia con la muerte. Sin embargo, los expertos aseguran que un 90% de los casos se cura, sobre todo cuando se detectan a tiempo.

ELLOS TAMBIÉN. No solo las mujeres pueden tener cáncer de mama, los hombres también, aunque es muy poco frecuente.

SIN ESTRÉS, MEJOR. Aunque no está comprobado que el estrés sea un desencadenante del cáncer de mama, sí se cree que puede incidir. Se sabe que las situaciones de estrés producen un descenso agudo en el sistema inmunológico, que es el encargado de corregir y eliminar las diferentes mutaciones que se producen.

UN DÍA DE LICENCIA. La falta de permiso en el trabajo no es excusa para no hacerse una mamografía o un papanicolau. La ley n.º 3803/09 otorga un día laboral remunerado cada año a las trabajadoras del sector público o privado, para realizarse estos estudios. Para obtener la licencia se deberá presentar una nota con antelación ante Recursos Humanos, en la que conste la fecha prevista para el examen médico. Si el pedido no es respondido por escrito en 48 horas, se considerará aceptado. La ausencia tendrá que justificarse en un plazo de 48 horas mediante el documento expedido por el servicio de salud, donde conste que los estudios fueron realizados

EL TAMAÑO NO IMPORTA. El tamaño de los pechos no es un factor predisponente al cáncer de mamas. Personas con pocas o muchas glándulas mamarias tienen las mismas posibilidades de llegar a padecer la enfermedad.

NÓDULOS QUE ASUSTAN. La aparición de un nódulo en la mama no es siempre sinónimo de cáncer. En más del 80% de los casos se trata de problemas benignos.

SIN PERDER EL CONTROL. Generalmente, el tratamiento de las personas con cáncer de mama dura entre ocho meses a un año. Luego de eso, se recomienda realizar controles periódicos estrictos cada seis meses, durante un periodo de dos años más. Y luego, una vez al año. No hay que bajar la guardia.

AYUDA SICOLÓGICA. La paciente con cáncer de mama vive una situación emocional muy delicada, en la que influye mucho su personalidad, su estado físico, la situación familiar y el aspecto económico. El hecho de saber que la enfermedad puede reaparecer en algún momento es difícil de sobrellevar para muchas. Por eso, en lo posible, es aconsejable un acompañamiento sicológico.

SEÑALES DE ALERTA
● Aparición de nódulos en el pecho o debajo del brazo (axila).
● Cambios en la piel y en el tamaño de las mamas.
● Hundimiento del pezón o dolor en esa zona.
● Secreción del pezón que no sea leche materna.

Agradecemos al: DR. MARCELO GALLI, mastólogo.