“El hecho punible más repugnante para los presos es violación, en todos los términos, más si se trata de violación en niños. Son los más rechazados”, explicó Artemio Vera, director de Establecimientos Penitenciarios y Centros Educativos, quien fuera durante mucho tiempo, director de la cárcel de Tacumbú.
Justamente, en el lugar de reclusión más grande del país, hay una atención particular para los violadores, sobre todo en lo referente a la seguridad. La mayoría de ellos se encuentran recluidos en el pabellón 3, en el medio mismo del penal, a 25 metros de la guardia central. “Hay que tenerlos siempre aislados, pero no podemos andar detrás de ellos como niñeros, tampoco. Se les asigna un lugar y un área de movimiento. Si abandonan eso, puede pasar cualquier cosa”, admitió Vera, quien reconoce la costumbre de tomar justicia por manos propias cuando ingresa al penal un hombre acusado de violar a un menor. La justicia que impera dentro de la cárcel obliga al detenido a pasar por la misma situación, como una especie de castigo. Es así, como muchas personas que entraron presos por violación, también fueron violados por compañeros de celda u otros reos.
El caso que causó gran repercusión fue el ocurrido en el Departamento Judicial de la Policía, cuando Pablino Acosta, que estaba acusado de violar a una niña de cinco años, fue golpeado y abusado sexualmente en el lugar de reclusión. La escena incluso fue filmada y difundida a través de las redes sociales.