Por Sergio Noé
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Con pancartas y atuendos alusivos a Iron Maiden, en el 2010, cientos de fans metaleros pedían la venida de su banda favorita con una marcha realizada por las calles de Asunción. Tres años después, muchos de estos seguidores no salen de su incredulidad al ver cumplido aquel sueño.
“Las redes sociales ayudaron a que el movimiento metalero crezca y se difunda en Paraguay. Esto también influenció para que Iron Maiden incluya en su gira al país”, dice Crispín Rodríguez (36), fanático, músico y bajista de la banda nacional Viernes 13, que aún recuerda la marcha desarrollada con 40 grados de temperatura.
Junto a su esposa Susana Alvarado (42), mánager de su grupo, encabezan el club de fans de los británicos en Paraguay. “Ella se encargó de abrir la página en Facebook que hoy tiene 281 seguidores. Antes de las redes, éramos 20", señala Crispín, quien está orgulloso de portar su membresía número 69.189, enviada exclusivamente desde la oficina del Reino Unido de Iron Maiden.
“Accedí a la credencial tras pagar 30 euros el año pasado; tardó dos meses en llegar. También recibo actualizaciones y revistas periódicamente”, reveló el músico, que hoy cuenta con la discografía completa, además pósters y videos del sexteto de heavy metal.
Afirma también que no se perdió ninguno de los tres históricos tributos hechos en el país en 1999, 2006 y 2009. “Para mí, Iron Maiden acabará sólo cuando el bajista Steve Harris muera”, asegura.
superfans. Crispín comparte amistad desde adolescente con Gerardo Argüello (28), comerciante y otro empedernido fan coleccionista, que ya tuvo la oportunidad de ver a la banda en Argentina.
“Tuve la alegría de ir al estadio Ferrocarril Oeste de Buenos Aires, en 2008, cuando actuaron en la gira Somewhere back in time y se trasladaron en su Boeing 757 Ed Force One. Al show viajaron cinco colectivos llenos desde Paraguay y la fila para entrar era de varias cuadras”, cuenta Gerardo, fan junto a su hermano Alcides (22).
Para Gerardo, “no tiene precio” haber crecido con el heavy metal en los 90 y seguir a los británicos por 20 años. Su afición se refleja en sus vinilos y cedés que guarda como reliquias de colección y en los que invirtió “con gusto” más de un millón de guaraníes.