La joven padeció por segunda vez la enfermedad viral, casi cuatro años después del primer episodio. La fiebre y los dolores fueron los síntomas constantes. Aunque la enfermedad fue leve y no requirió internación, Ayelén aún siente cansancio y debilidad tras contraer el virus.
La casa de la joven; ubicada en el barrio Las Residentas en Luque, está rodeada de predios abandonados que tienen depositados muchos recipientes inservibles que son criaderos del mosquito. Tras la consulta y para resguardar su vida y la de su hijo, Ayelén optó por un reposo durante siete días. El barrio está infestado del Aedes aegypti y en la zona pululan los casos de dengue.
La futura madre teme por la vida de su hijo teniendo en cuenta las complicaciones del dengue. “Yo puedo tener otra vez, no es algo que dentro de dos años me puede volver a agarrar. Yo ahora no salgo luego, estoy muy asustada. Yo estoy preocupada por mi bebé”, señaló la gestante al tiempo de añadir que ahora vive aislada para evitar contraer de nuevo la enfermedad.
Casi todos los integrantes de su familia padecieron el virus entre enero y febrero de este año. Su marido, Tadeo Pedrozo (27), fue el segundo en tener la afección. Los gastos entre los dos rondaron G. 1.500.000 en el sector privado. “La gente es muy puerca. Es mentira que es enfermedad de los ricos y pobres, es enfermedad de los puercos”, criticó Ayelén.
Más de 10 patios baldíos rodean la cuadra Ibáñez Rojas en Luque, a lo que se suma la basura acumulada en cada predio abandonado, las aguas residuales y manantiales que hay en las inmediaciones que son criaderos potenciales del Aedes, describió Grassy Fabricio, integrante de la comisión vecinal Las Colinas.
Sin fumigación. Una casa tras otra visitó el Aedes aegypti. Los vecinos sufren por la activa circulación de la fiebre rompehuesos que ya enfermó a varias familias en la cuadra. Fueron en vano las reiteradas llamadas al Senepa para la fumigación en la zona, lamentó Grassy al tiempo de añadir que pedían un certificado médico que indique que había enfermos en la zona. Nunca fueron a fumigar.
Ante la ausente respuesta de las autoridades sanitarias y municipales, los vecinos de la comisión vecinal hicieron autogestión y realizaron una minga ambiental, compraron una fumigadora y los insecticidas para luchar contra el vector. La limpieza de un baldío les costó G. 400.000.
Los integrantes de la comisión piden a las autoridades la reparación del empedrado, la realización de mingas ambientales y el control de los manantiales. “Es una desidia de la Municipalidad que no controlen los baldíos”.