29 abr. 2025

La heredera

Aunque ya no está físicamente, Mercedes de Servín no desapareció. La reconocida artesana de Itá sigue viva a través del trabajo de su nieta Cristina Servín, la heredera de sus técnicas, de su talento y de su pasión.

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Por: Silvana Molina

Fotos: Fernando Franceschelli

Los materiales son los mismos. La técnica es la misma. Y el resultado... también es el mismo.

Si uno se pone a mirar detenidamente las muñequitas artesanales que fabrica Cristina Servín y algunas de las tantas que alguna vez hizo su abuela —ya fallecida—, difícilmente encuentre diferencias.

Es que Mercedes de Servín, una de las artesanas más reconocidas de la localidad de Itá, creadora de las famosas muñequitas típicas de trapo y de otras elaboradas con hojas de banana, parece haber querido asegurarse de que su legado no muriera con ella.

Así, desde que su nieta —a quien crió como una hija— era muy chiquita, ya la sentaba a su mesa de trabajo para tenerla a la vista. Y poco a poco, viendo su interés y el talento de sus manos, decidió ir transmitiéndole todos sus conocimientos aprendidos de manera empírica, moldeados en la escuela cotidiana del ensayo y error.

“A los cuatro años empecé a hacer figuras de pesebre y a los seis, mis trabajos ya se vendían en Asunción”, recuerda la heredera de ese mundo de barro, hojas, telas y ramas.

Huellas imborrables

Pero más allá de la transferencia de técnicas, quizás el legado más importante de la artesana fue el que transmitió de manera inconsciente y que la pequeña supo captar y capitalizar: el amor que su maestra ponía en todo lo que creaba.

A juzgar por lo que vemos hoy en la casa de Cristina, en Itá, su abuela parece haber logrado lo que se propuso. La sala ubicada a la entrada de su vivienda —que Vida ya había visitado hace casi 20 años— continúa llena de creaciones artesanales en repisas, mesitas y paredes.

La niña está algo cambiada: ya es una mujer. Lo que no varió es el método de subsistencia que se aplica en este lugar: ella vive de las obras que surgen de sus manos, tal como lo hizo su predecesora.

“Yo amo la artesanía, es algo que no puedo explicar. Soy feliz con mi trabajo y eso se lo debo a mi abuela”, asegura esta señorita que prefiere no revelar su edad.

Con ella hacemos un repaso por la trayectoria de Mercedes. “La muñeca de trapo fue su primera creación y en 1957 la vistió de paraguaya, con encaje, ropas de colores y ñandutí. Hasta hoy estas piezas son muy solicitadas por los turistas. También enseñó muchísimo arte en barro, con el cual hacía piezas únicas: máscaras, figuras populares, indígenas, abuelitos y abuelitas, entre muchas otras. Nunca dejaba de crear, cada año hacía algo nuevo. Las figuras con hojas de banana fueron su última creación y tuvieron muchísimo éxito”, resume.

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De la naturaleza

Palitos de amba’y, hojas de banana secas, arcilla, cuerdas de yute. La principal materia prima de Cristina proviene de la naturaleza. “Yo misma me voy a los bananales a sacar las hojas, porque no cualquiera sirve. Tengo que buscar las hojas secas de las plantas y solamente se pueden sacar cuando llueve, o bien temprano, porque los tallos tienen que estar húmedos, de otro modo se rompen”, explica. En su mesa de labores, estos materiales son trabajados con ayuda de tijeras, hilo, pinzas, pegamento y pinceles. De allí surgen muñecas típicas de trapo, figuras de hojas de banana, esculturas de arcilla, pesebres de hoja, de cerámica y de lienzo.

Aunque mantiene las técnicas aprendidas de su abuela, va agregando nuevos elementos y modelos. “Yo trato de seguir los pasos de ella, que siempre estaba innovando. Para hacer las figuras de pesebre, por ejemplo, ahora fusiono el uso de hojas de banana con apliques de ñandutí", revela la mujer, licenciada en Marketing y Relaciones Públicas, carrera que complementó con estudios de inglés, portugués e informática. Todos estos conocimientos los aplica a su trabajo con la artesanía, que ya se vende incluso en el exterior, pues ha concretado ventas para países como Italia y Argentina.

Pero entre la variedad de cosas que hace, quizás el fuerte de esta artesana son sus esculturas de rostros en arcilla. Ya hizo bustos de personajes históricos como Bernardino Caballero, el mariscal López o Gaspar Rodríguez de Francia y de varios santos, basada en fotografías.

La sangre no es agua, dicen. Y las obras de las Servín parecen reconfirmarlo. Larga vida al talento.

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El museo que no fue

La artesana Mercedes Cardozo de Servín falleció en el año 2009 y en su testamento había dejado establecido que sus obras fueran donadas a la Municipalidad de Itá, cuyas autoridades se habían comprometido a construir un museo donde albergarlas y exhibirlas. Sin embargo, a ocho años de su muerte, no se ha cumplido la promesa.

“Se había hecho un proyecto para construir un hermoso teatro-museo, que iba a servir también para incentivar otras manifestaciones artísticas en Itá. Acá hay muchísimo talento, hay músicos, cantantes, actores de teatro, muchos jóvenes que necesitan un espacio cultural. Pero, lastimosamente, hasta ahora no se concretó nada. Y las obras más lindas de mi abuela, que hizo a lo largo de 50 años de trayectoria, están guardadas y abandonadas”, lamenta su nieta Cristina.

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El legado de Mercedes

La muñeca de trapo con vestimenta típica paraguaya (der.), muy solicitada por los turistas, es una creación que se atribuye a Mercedes Cardozo de Servín. Ella se destacó también por su arte en barro, que incluyó figuras costumbristas, indígenas, ancianitos y máscaras, entre otras. Una de sus últimas innovaciones fue la utilización de hojas de banana y palitos de amba’y para sus trabajos (abajo). Con estos elementos ecológicos dio forma a cientos de figuras que hasta hoy tienen mucho éxito, por su novedad y belleza. Su nieta Cristina sigue fabricándolos con la misma técnica.