El territorio —departamentos de Canindeyú y Amambay— en el que de manera más evidente se mueve el narcotráfico es la región menos transparente del país. Es la evidencia que estalla a borbotones desde el asesinato del periodista Pablo Medina.
El título de este comentario, por oposición, está tomado de la novela del mexicano Carlos Fuentes La región más transparente.
El nombre de la obra remite al explorador Alexander Von Humboldt, quien en 1804, al llegar ante el imponente valle flanqueado de montañas con volcanes en la que está asentada la ciudad de México, dijo: “Viajero: has llegado a la región más transparente del aire”.
Era la región más transparente del aire. Al infatigable caminante —amigo de Aimé Bonpland, botánico y médico retenido durante diez años por el dictador Francia— le conmovió constatar la existencia de un lugar donde la luz era tan maravillosamente diáfana.
Del enmarcado territorial en el que se mueve el aparato de la producción y el tráfico de drogas en nuestro país, ni siquiera se puede decir que al menos el aire sea transparente.
Se afirma que un cuerpo es transparente —el vidrio es el ejemplo más obvio— cuando a través de él, al otro lado, se ven las personas y las cosas tales como son, sin distorsiones ni ambigüedades.
Desde esta perspectiva, la zona en la que con mayores signos vitales se mueve el mundo de los estupefacientes es la región menos transparente. Allí, lo que se ve no es; y lo que es, no se ve.
Pruebas al canto.
El acta policial número 1 del procedimiento del sábado 10 de enero en Fortuna Guazú —Departamento de Amambay— dice que dos uniformados no vieron a los ocupantes de una camioneta que pusieron pies en polvorosa cuando ellos llegaron.
Sobre el mismísimo hecho, el acta policial número 2 señala que los agentes sí vieron a tres sujetos “con armas largas en manos” y a dos concejales departamentales.
El peso de la pasta base de cocaína decomisada que se vio en la armería de la Jefatura de Policía de Pedro Juan Caballero y ahora ya no se ve, varía de 252 a 452.
Los habitantes de Ypejhú y Yby Pytã vieron durante años en Vilmar Neneco Acosta y Virgilio Portillo a dos intendentes. Nunca los vieron dedicados al negocio de las hojas verdes no emparentadas para nada con la yerba mate.
Virgilio Portillo fue apresado con 8.000 kilos de marihuana según se vio en la televisión. Los fiscales intervinientes sin embargo, no vieron nada.
Basten estos botones de muestra para ratificar por qué el grueso del narcotráfico se mueve en la región donde más perdida está la verdad.