23 nov. 2024

La sombra de la maternidad

La depresión posparto es un trastorno que puede afectar a quienes acaban de convertirse en madres. Una mujer que superó esta situación comparte su experiencia e insta a no quedarse calladas.

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Revista Vida

El nacimiento de un hijo debería ser uno de los momentos más felices en la vida de los padres. Y para muchos es así. Se espera que las mujeres que recién se convierten en madres dediquen todo su tiempo a su bebé, sientan un profundo amor y estén realizadas. Sin embargo, en la vida no todo es color de rosa, sino que más bien hay una escala de grises. Resulta difícil entender la paradoja que supone la depresión posparto, y no es para tomarla a la ligera.

Recientemente, Doraliz Aranda (35) —paraguaya residente en Inglaterra— fue madre por primera vez y lo único que sabía de la depresión posparto era que la actriz Gwyneth Paltrow la padeció. En ese entonces no le prestó mucha atención al tema, puesto que no tenía hijos y las noticias relacionadas con embarazos no estaban dentro de su interés. Además, jamás se le pasó por la cabeza que eso podría ocurrirle a ella. A la novena semana del nacimiento de su hija Sophia, ella empezó a sentirse ansiosa, triste y no conseguía conciliar el sueño.
“Al principio sentí vergüenza de lo que me pasaba, tampoco quería que nadie lo supiera, para que no me catalogasen como alguien con ‘problemas mentales’. Cuando finalmente le confesé lo que me pasaba a una amiga, me dijo a modo de broma que era por la cuarentena. Después, una tía me dijo: ‘Dejá de hacerte la paranada (la inútil)’. Otra vieja amiga, con hijos y la mejor intención, me consoló: ‘Tranquila, así nomás luego es cuando se tiene un hijo’. Mi marido, en cambio, notó que no era la misma y me expresó su preocupación. Yo le aseguré que pronto se me iba a pasar, que eran las hormonas. Pero no pasó, empeoró”, recuerda Doraliz, especialista en administración de empresas.
Signos peligrosos
La madre primeriza empezó a creer que estaba enloqueciendo y que la situación se le escapaba de las manos, cuando por cuatro días no consiguió dormir. Trataba de consolarse pensando que la falta de sueño era propio de la maternidad. A esto se le sumó la pérdida de apetito, los ataques de pánico, la sensación de vacío, la soledad y el miedo. Y como si todo esto no fuera suficiente, Doraliz no conseguía disfrutar de su hija.
“La depresión posparto es un trastorno mental que aparece durante el puerperio y se ve en personas vulnerables. Hay quienes ya tenían depresión y otras que debutan. Las causas que la desencadenan son múltiples: una es la vulnerabilidad genética, la segunda comprende las características de la personalidad y, desde el punto de vista social, implica un cambio de estatus de la mujer y el consumo de recursos afectivos y económicos. Los síntomas pueden presentarse antes, inmediatamente o tiempo después del parto”, aclara Martín Moreno, siquiatra.
Además de las señales anteriormente mencionados, se puede presentar un sentimiento de culpa constante, pérdida de interés hacia el niño o incluso escuchar voces y pensamientos suicidas. Fue precisamente esto último lo que hizo que Doraliz se preocupara aún más. “Solo quería acabar con mi sufrimiento. Afortunadamente, el sistema de salud inglés ofrece visitas de parteras a domicilio para saber cómo estás, y cuando le conté mis síntomas a una de ellas, terminé en el hospital internada junto con mi bebé”, dice.
Recuperación
Ante la presencia y persistencia de las manifestaciones de la depresión posparto, es conveniente conversar con el médico, específicamente el ginecólogo, quien debería ser el primero en detectar el problema, y al hacerlo, sostiene Moreno, le corresponde derivar el caso a un siquiatra. Dependiendo de la gravedad, el profesional puede prescribir el uso de antidepresivos y, de ser necesario, antipsicóticos. “También es fundamental hacer un acompañamiento sicológico a la madre y su bebé, porque este puede estar hipoestimulado por la situación de la madre. Con medicación, la mejora se ve a las dos semanas y tiene un efecto pleno a las seis semanas. El tratamiento puede durar de seis meses a ocho, dependiendo de cada caso”, resalta el médico.
Además de la presencia de especialistas, la mujer necesita el apoyo de la pareja y la familia, que son fundamentales para su recuperación. “Cuando mi familia se enteró de que estaba hospitalizada y por qué, quedó en estado de shock. Creo que te das cuenta de tu estatus de inmigrante cuando te enfermás, porque estás lejos de tus afectos... Por suerte mi mamá vino a quedarse conmigo por dos meses. En cuanto a mi marido, tuve la suerte de que entendiera mi situación. Los doctores le explicaron qué me estaba ocurriendo y permaneció a mi lado en todo momento. Él me dio mucha esperanza y fe, es vital que tu pareja te apoye y permanezca a tu lado en este tipo de situaciones”, recuerda Aranda.

Afortunadamente, tras seis semanas de tratamiento, Doraliz empezó a sentirse mejor y al regresar a casa comenzó el proceso de adaptación a la maternidad. Hoy ella recuperó su vitalidad, volvió a su trabajo y disfruta plenamente de su hija. “Cuando admití que sufría de depresión, me sorprendió la cantidad de personas que se me acercaron a contarme que la habían sufrido o conocían a alguien en una situación similar. La gente tiene que reconocer que la depresión no es una debilidad, sino una enfermedad mental que puede ser tratada, que requiere de mucha comprensión y amor para quien la padece”.

Texto: Natalia Ferreira Barbosa / Foto: Fernando Franceschelli.

Entender y prevenir

Desde el punto de vista sicológico, la depresión posparto se entiende como un conflicto interno simbólico. “La mujer embarazada y su bebé viven en una especie de simbiosis; en la mente femenina, ella se convierte en un solo ser con su hijo. Cuando el niño nace, dependiendo de la estructura síquica de la madre, ella puede sentirse muy impactada ante la pérdida/nacimiento de su bebé. Es como si extraviara un objeto interno vital, uno que debería haberse quedado en ella. El ser humano es eminentemente simbólico y hay un aspecto que no maneja, que son los conflictos inconscientes. Es casi seguro que la depresión posparto tiene que ver con problemas de la primera infancia”, sostiene el sicólogo Mario Torres.
El siquiatra Martín Moreno cree en la posibilidad de prevenir estos episodios a través de la psicoeducación de la mujer. La mujer encinta debe entender lo que significa el embarazo, el parto, ser madre, el compromiso que implica, evaluar la seguridad con la que puede ejercer su maternidad, para que al momento del parto cuente con las herramientas afectivas necesarias.