Una era de Villa Hayes, la otra quien sabe de dónde pero recaló en la casa de una influyente familia de la ciudad de Vaquería.
La primera se llamaba Cinthia Carolina Escobar Almada y su cuerpo fue encontrado mutilado en un patio baldío de la mencionada ciudad chaqueña, el principal sospechoso es quien fuera su pareja sentimental.
La segunda se llamaba Carolina Marín, tenía 14 años y murió a consecuencia de los golpes que le propinó un ex militar, el “jefe” de la familia que la esclavizó a cambio de techo y comida.
Son las dos Carolinas, dos caras de una misma moneda: El machismo de porquería que todavía impera en nuestro país.
Muchos criticarán que ambos casos que nos estremecen e indignan se reduzcan a una “simple” cuestión de género. Lo siento mucho, pero es así y quien lo niegue peca de más absoluta necedad.
Hoy nos rasgamos las vestiduras, gritamos a los cuatro vientos nuestros "¡Qué barbaridad!”, pero no nos detenemos a pensar en la cuestión de fondo. ¿Qué lleva a que ambos casos sucedan en una semana?
Pienso que para decir “Ni una Carolina menos” debemos replantearnos que nos parezca “normal” que un personaje grite guasadas a una mujer que camina por la calle. Para decir “Ni una Carolina menos” nos tiene que dejar de parecer “normal” que la compañera de trabajo que tiene la misma capacidad (e incluso más) que uno gane menos que uno.
Para decir “Ni una Carolina menos” nos tiene que dejar de parecer “normal” que a una mujer la toquen las partes íntimas en una discoteca por ir vestida como se le canta. “Ella luego se viste provocativa, que no se queje después si se le viola por ahí". ¿Les suena conocida esa frase? ¿Les parece normal?
Dejemos atrás el plagueo por el teclado, seamos racionales y ataquemos el quid de la cuestión. Seamos capaces de entender lo que está pasando.
Dejemos de ser indiferentes ante lo que pasa a nuestro alrededor. Dejemos de callarnos cuando escuchamos que la “criadita” de la “familia bien” de al lado de nuestra casa grita y llora de dolor. Dejemos de mirar hacia un costado. Dejemos atrás la basura del “mejor luego no te metas”.
Tal vez cuando dejemos de lado todas esas cosas y cuando pillemos que la igualdad de género es una materia pendiente, no solamente un invento de las “feministas locas” los vientos comiencen a soplar en otra dirección y no haya más Carolinas muertas a golpes y descuartizadas en un yuyal.