26 jun. 2025

Las herederas

Enrique Vargas Peña

No conozco personalmente a Marcelo Martinessi, director de Las herederas, película premiada en la Berlinale 2018, uno de los mayores y más prestigiosos festivales cinematográficos del mundo.

Creo recordar que una vez coincidimos en Radio Nacional para un panel al que me invitaron como expositor, en el que no pasamos de los saludos protocolares y tuvimos, en el 2012, posiciones muy distintas sobre la destitución de Fernando Lugo de la presidencia de la República, que para mí fue legal y legítima, y para él un golpe de Estado.

Ayer entrevistamos en Va con onda, de Radio Monumental, a Ana Ivanova, una de las actrices que participaron en Las herederas, a su llegada desde Berlín, sede del festival, mientras estaba siendo aclamada por la concurrencia que fue al aeropuerto a recibir al equipo que trabajó en la película.

Señaló Ivanova que esperaba que el premio permitiera a los políticos que administran nuestra República entender que el cine es una industria, que puede ser una industria importante en términos de negocios y generación de mano de obra y que es una industria decisiva en la generación de lo que se denomina “marca país”.

icono whatsappRecibí las noticias en tu celular, unite al canal de ÚH en WhatsApp

El cine puede proyectar al mundo una imagen del Paraguay basada en los paisajes de nuestro país, en sus colores, en sus historias y, obviamente, en sus mensajes.

En efecto, el cine bielorruso, por poner un ejemplo, que muestra regularmente la mediocre abyección de sus realizadores ante la dictadura en Bielorrusia, puede por excepción exponer, por descuido de la censura, lo que la sombría hegemonía de Alexander Lukashenko significa en la vida de las personas de carne y hueso que la sufren desde 1994.

El cine cubano dio alguna vez una muestra de esa excepcionalidad, con Fresa y chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, exponiendo al mundo no tanto las hermosas playas de Varadero, sino la sórdida cotidianidad de la dictadura comunista. Notablemente, también ganó el Oso de Plata de la Berlinale de 1994.

Supongo que Ivanova comparte la idea de que los paraguayos debemos proyectar mediante el cine ante el mundo la idea de que somos una sociedad capaz de criticarse a sí misma sus peores aspectos, la discriminación de las minorías sexuales, por ejemplo, con la diferencia, respecto a Bielorrusia o Cuba, de que no debemos proyectar esa idea por excepción, sino por el funcionamiento pleno de nuestra democracia.

Las herederas golpean duramente a la chatura intelectual y cultural del gobierno de Horacio Cartes, de Enrique Riera, su hasta hace poco ministro de Educación y Ciencias, y de Fernando Griffith, su ministro de Cultura.

Cartes y Riera son portavoces de la intolerancia más retrógrada con respecto a la igualdad de género y operadores eficaces de la demolición de los escasos avances que sobre el tema logramos en el sistema educativo, con Riera incluso emulando a Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, en el propósito de quemar libros en las plazas. Griffith confunde lamentablemente los elementos constitutivos de la cultura con los hábitos de la población, lo que evidencia que la cultura en el Gobierno se agota en la incumplida promesa de reabrir el Jardín de la Cerveza.

Las herederas tiene pues, además de los méritos artísticos que le reconocieron en Berlín, el mérito político de ser el contrapunto de una sociedad que aspira a ser libre, democrática, justa, sin discriminaciones, con un gobierno cuyos integrantes quieren todo lo contrario, aunque por oportunismo pretendan ahora ocultarlo con un spot electoral que incluye a personas transgénero.