05 feb. 2025

Los periodistas-escritores que nos robó el mes de abril

Santiago Leguizamón, Augusto Roa Bastos, Gabriel García Márquez y Eduardo Galeano tenían en común la pasión por las letras y el periodismo. Coincidentemente murieron en abril, dejando como legado una trayectoria de lucha por dignificar el oficio y ayudar a construir un mundo mejor desde la solidaridad con los que sufren.

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Por Andrés Colmán Gutiérrez- @andrescolman

"¿Quién me ha robado el mes de abril?” es el título de una clásica canción del cantautor español Joaquín Sabina.

Es también el mismo título que eligió el periodista argentino Jorge Elías para denominar a una investigación realizada sobre el caso del periodista Santiago Leguizamón, quien fue asesinado por la mafia fronteriza el 26 de abril de 1991 y que formó parte del Proyecto Impunidad, de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Sin dudas, abril es un mes particularmente sensible para los periodistas en el Paraguay.

El sábado 26 de abril de 1845 apareció el primer periódico en la historia del país, El Paraguayo Independiente, bajo la dirección del presidente Carlos Antonio López, con el objetivo de defender la independencia nacional.

Durante la dictadura del general Alfredo Stroessner se instituyó por decreto que en esta fecha se celebre el Día del Periodista Paraguayo. Las agrupaciones de comunicadores acostumbraban realizar un acto cada 26 de abril, depositando flores ante el busto de Carlos Antonio López que se encuentra al inicio de la avenida que lleva su nombre, en el barrio Sajonia, hasta que en 1991 el asesinato de Santiago Leguizamón cambió radicalmente la tradición y la significación de la fecha.

Desde entonces, los encuentros anuales se hacen frente al monumento que recuerda a Leguizamón, sobre la calle que también lleva su nombre, en la esquina con Carlos Antonio López, y los discursos cobraron un fuerte tono de denuncia y protesta, no solo contra las patronales de las empresas periodísticas, sino contra la mafia, el Gobierno y los exponentes de la narcopolítica.

Abril es también el mes en que fallecieron admiradas figuras, como Augusto Roa Bastos (de Paraguay), Gabriel García Márquez (de Colombia) y Eduardo Galeano (de Uruguay), cuyos nombres estarán ligados por siempre no solamente con la literatura latinoamericana, sino también con lo mejor del periodismo.

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Abril de 1991: Callaron a una voz valiente

Santiago Leguizamón era director propietario de la emisora ZP 28 Radio Mburukuja, en la ciudad de Pedro Juan Caballero, Amambay, y a la vez corresponsal del diario Noticias, la emisora Radio Cardinal y el Canal 13 de televisión, medios de la Red Privada de Comunicación (RPC) en Asunción.

Además de periodista, Santiago era poeta y dramaturgo, actor de teatro y apasionado folclorista. Organizaba festivales de música y editaba libros y revistas, dando a conocer la obra de jóvenes escritores en la región.

Era conocido por su postura crítica sobre las situaciones de injusticia y había publicado varios reportajes denunciando a los capos de la mafia fronteriza, involucrados en casos de contrabando y narcotráfico, entre otros delitos.

El 26 de abril de 1991, tras culminar su programa radial de todas las mañanas, Santiago se dirigió en su automóvil al restaurante El Pato, ubicado en plena avenida fronteriza entre Brasil y Paraguay, para celebrar con los demás trabajadores de la radio el Día del Periodista, cuando tres sicarios brasileños le cerraron el paso y lo asesinaron con 21 balazos.

Aunque se conocen los nombres de quienes ejecutaron el crimen y quienes lo ordenaron, la Justicia paraguaya nunca atrapó a los responsables. Este 26 de abril se cumplen 25 años del asesinato, que sigue en total impunidad.

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Abril de 2005: El trueno apagado entre las páginas

Su fama de gran novelista, ganador del Premio Cervantes en 1989, nunca opacó su otra gran pasión, la del periodismo. Hasta sus últimos días siguió escribiendo artículos para diarios y revistas.

Es que mucho antes de publicar sus cuentos y novelas, Augusto Roa Bastos se ganó la vida con el periodismo, entrando a trabajar con 19 años de edad, a partir de 1936, en la redacción del diario El País, en Asunción.

En 1944 fue nombrado secretario de Redacción de El País. En un viaje a Inglaterra y Francia, ese mismo año, realizó entrevista a grandes figuras de la época como Pablo Casals, Luis Cernuda, Charles Spender, André Malraux, Charles De Gaulle, que se publicaron en el diario y luego fueron editadas, con todas sus crónicas europeas, en un libro titulado La Inglaterra que yo vi, que apareció en 1946.

Durante la Guerra Civil de 1947, su oficio periodístico y cultural lo identificó con el sector revolucionario, por lo cual tuvo que huir del país tras asilarse en la embajada brasileña. Fue el inicio de su largo exilio en Buenos Aires y luego en Francia.

La publicación de su libro El Trueno entre las hojas, seguido por las novelas Hijo de hombre y Yo, el Supremo, lo convirtieron en uno de los escritores latinoamericanos más aclamados.

A su regreso al Paraguay, tras la caída de la dictadura, Roa Bastos siguió ejerciendo el periodismo, a la par de su oficio literario, escribiendo artículos para Última Hora y el diario Noticias, principalmente.

En una serie de charlas brindadas a miembros de la Redacción de ÚH en los años 90, el escritor reconoció que el periodismo le ayudó a perfeccionar su estilo de escritura. “Creo que me voy a sentir periodista durante toda la vida”, admitió.

Cuando supo que la mafia había asesinado a Santiago Leguizamón el 26 de abril de 1991, escribió un vibrante artículo que se publicó en Última Hora.

Llamativamente, Roa Bastos falleció en la misma fecha que Santiago: un 26 de abril, pero de 2005.

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Abril de 2014: Un adiós con mariposas amarillas

Gabriel García Márquez, el recordado Gabo, colombiano universal nacido en Aracataca, Colombia, en marzo de 1927, también eligió el mes de abril para despedirse de la vida terrenal.

El autor de obras literarias que deleitaron a varias generaciones, como Cien años de soledad o El amor en los tiempos del cólera, fue también un periodista de alma y de raza, iniciador de la corriente del periodismo narrativo o literario en América Latina.

Mucho antes de consagrarse como escritor de cuentos y novelas, que le valieron en 1982 el Premio Nobel de Literatura, Gabo inició su carrera en 1948, escribiendo reportajes y crónicas para periódicos como El Universal, de Cartagena; El Heraldo, de Barranquilla, y El Espectador, de Bogotá.

Fue en este último periódico en donde realizó su primera gran serie de reportajes, Relato de un náufrago, en 1955, y que se publicó en forma de libro en el año 1970.

Aunque consagrado literato, Gabo nunca dejó de realizar notas de prensa, entrevistas y reportajes. Algunas de sus mejores novelas, como Crónica de una muerte anunciada, tienen fuertes influencias del lenguaje periodístico.

Fue esa pasión por su antiguo oficio, al que denominó “el mejor oficio del mundo”, el que le llevó a invertir gran parte del dinero obtenido con el Nobel de Literatura en la creación de la Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que desde 1994 ha influido en mejorar sustancialmente la calidad y la ética del periodismo a nivel continental.

Y fue en abril de 2014, un día 17 de mariposas amarillas, cuando don Gabriel García Márquez nos dejó envueltos en cien años de soledad.

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Abril de 2015: Las venas aún más abiertas

Mucho antes de conocer el Paraguay, él ya lo tenía en el corazón, a través de la lectura de libros de Rafael Barret y Augusto Roa Bastos, pero principalmente de los textos míticos del pueblo originario guaraní, recopilados por el gran antropólogo León Cadogan, a los que luego incorporó en varios de sus relatos.

Antes de ser literato, el uruguayo Eduardo Galeano (nacido en Montevideo, el 3 de setiembre de 1940) fue también un gran periodista. Integró la redacción del legendario semanario Marcha, dirigido por Carlos Quijano.

Como enviado especial de ese medio periodístico, Galeano ingresó anónimamente al Paraguay en 1967 para cubrir la primera reelección en el Gobierno del general Alfredo Stroessner. Publicó en Marcha un artículo titulado: “Apuesto al caballo del comisario”.

En 1972, tras la publicación de su aclamado libro Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano volvió a ingresar clandestinamente al Paraguay haciéndose pasar por un hacendado uruguayo interesado en adquirir tierras, recorriendo toda la zona fronteriza desde Itapúa hasta la actual Canindeyú.

Su extenso artículo “Los nuevos dueños del Alto Paraná" es considerado uno de los clásicos reportajes de la colección de Marcha, que ya alertaba sobre la invasión de grandes empresarios del agronegocio, mayoritariamente brasileños, que invadían el país para talar bosques y cultivar enormes extensiones de soja mecanizada.

A pesar de su gran fama de literato y ensayista, Eduardo Galeano tampoco dejó de ejercer el periodismo y siguió teniendo al Paraguay y a la cultura guaraní entre sus temas recurrentes.

“Uno se queda para siempre siendo habitante de esa caja mágica que es el periodismo”, dijo Eduardo en una entrevista.

El cantautor paraguayo Ricardo Flecha lo considera uno de los grandes “karai” o magos de la palabra, y en ese contexto lo eligió para abrir su trilogía de discos El canto de los karai, en el que rinde homenaje a varios grandes artistas del continente, traduciendo sus canciones a la lengua guaraní.

La voz de Eduardo Galeano abre el disco, leyendo personalmente uno de sus más bellos textos, “El lenguaje”, tomado de su libro Memoria del Fuego, en donde recupera uno de los textos míticos de la cultura guaraní.

Eduardo Galeano también eligió morirse en abril: el 13 del 2015. Su último libro, El cazador de historias, acaba de editarse en forma póstuma.

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