A menos de 40 kilómetros de Asunción, capital del país, existen numerosos barrios cuyos pobladores llevan una mala calidad de vida a raíz de la falta parcial y –en la mayoría de los casos– total de servicios básicos e infraestructura de sus comunidades.
Caminos de tierra que se vuelven lodazales con la caída de una lluvia, colectivos que pasan a 10 o 15 cuadras de sus casas, carencia de escuelas y centros de salud a prudente distancia y sin red cloacal ni alumbrado público, la gente se mueve en medio de precariedad e inseguridad.
El arquitecto Gonzalo Garay, asesor de la Municipalidad de Asunción, señaló que se debe tratar de dotar de equipamientos y servicios a los loteamientos o urbanizaciones ya existentes, pero que para aquellos que vayan a ser habilitados urge crear una ley de suelos.
“Esa ley debe especificar qué es suelo urbanizado, urbanizable y rural. Hoy, los municipios están obligados por Ley Orgánica Municipal a establecer en sus planes de desarrollo esa planificación del suelo. Que densifique y premita la densificación de lo que ya está hecho y que restrinja la conversión del suelo rural en urbano hasta que no se ocupe con densidades debidas lo que ya está urbanizado”, explicó.
Agregó que “es la manera de ir paliando el problema. O si no todo se irá extendiendo hasta Ciudad del Este y Encarnación con una densidad insostenible de 10, 12 y 15 habitantes por hectárea. Para hablar de ciudad necesitamos un mínimo de 120 habitantes por hectárea”.
CONSECUENCIAS. Al afirmar que toda esta situación es producto de una débil exigencia en materia de legislación, mecanismos de gestión y presupuesto, Garay indicó que esto hace que mucha gente pase cuatro horas al día en un bus para ir hasta la capital, además de generar embotellamientos en las vías de circulación.
“Es de una pésima calidad de vida vivir en estos sitios. Caminar de 10 a 15 cuadras de calles de tierra para tomar el colectivo, a lo que se suman aspectos de inseguridad”, dijo.
Resaltó que en el campo de pasivo ambiental se tiene que a estos loteos no les exigen sistema cloacal, pluvial ni plantas de tratamiento. “Si hay red cloacal se tira al arroyo más cercano sin tratamiento; si no hay, se hace un pozo ciego que permea y contamina los acuíferos. Uno, dos o diez pozos ciegos no hacen mayor daño, pero miles de ellos todos los días ya afectan”.
“Todo esto significa seguir destruyendo la ciudad. Dos casitas en una manzana tiene un costo altísimo. Esto es precario, la Comuna es precaria. No puede cobrar impuestos elevados y ni siquiera empedrar la calle, hacer una cloaca y mucho menos la planta de tratamiento”, puntualizó.