El doctor José Luis Insfrán, reconocido docente y profesional del Hospital de Clínicas, conversó con ÚH para expresar su parecer a partir de una investigación y registros estadísticos sobre la incidencia de los cultivos en cuestión.
Sostuvo que el trabajo que realizaron sus alumnos fue sobre las enfermedades hematológicas (tipos de cáncer malignos) en el periodo de 2008 al 2012. Indicó que se logró registrar que en este lapso se detectaron 952 casos de estas enfermedades en Clínicas, cifra que representa casi el triple de lo que se tenía entre 1997 y el 2002, que era de 390 casos.
El profesional médico dijo que –a su criterio– esta estadística es la que demuestra de manera categórica e irrefutable los padecimientos que tienen relación con los monocultivos mecanizados que comenzaron a crecer en forma desmedida.
“Esto ocurre desde hace 15 años. Ver una enfermedad hematológica para nosotros constituía una rareza; pero ahora la vemos en todos lados y forma parte de la rutina. Y en esto, esos cultivos tuvieron incidencia”, enfatizó el profesional.
CADENA. El doctor Insfrán explicó que todo forma parte de un proceso. “Una semilla después de la cosecha no se reproduce. Ahí ya dependemos de una entidad para conseguirla. Los genes de estas semillas sufrieron una mutación para resistir a las fumigaciones, razón por la cual no mueren pero sí las otras plantas, se contamina el agua y desaparecen la fauna y la flora. Solo queda la soja impregnada con los agroquímicos. Entonces resulta categórico que luego incidan en la salud de las personas”, remarcó.
Consideró que los informes y estudios que advierten sobre las consecuencias negativas de las semillas transgénicas son atacadas por los grandes intereses que están en juego.
Citó, en este orden, a Monsanto que provee las semillas, los grandes acopiadores y productores. “Dicen que genera riquezas cuando es todo lo contrario, porque si la economía creció 14,8 por ciento, en realidad, los que crecieron son los proveedores de la semilla, los que cultivan la soja, los que exportan la soja y aquí queda la tierra donde se usan agrotóxicos y agroquímicos, mientras excluye y margina a los campesinos que pasan a formar parte de cinturones de pobreza”, aseveró. Recordó que en Europa solo Portugal acepta las transgénicas.