Por Patricia Vargas
Los narcotraficantes optaron por cambiar de estrategia para lograr poder político.
Inicialmente, los capomafiosos optaban por proteger su negocio recurriendo a la compra de voluntades de los jueces, fiscales y miembros de los diferentes organismos de seguridad.
Sin embargo, cuando empezaron a crearse sistemas especiales que tenían financiamiento extranjero, específicamente de organismos controlados por los EEUU, el negocio de los capos empezó a perder cierto control.
Es en este momento que los jefes narcos dejan, en un buen porcentaje, de financiar a operadores políticos y las campañas a las intendencias, concejalías y Juntas Departamentales porque se dieron cuenta que había otra forma de pagar menos “impuestos”.
Los capos de las fronteras empezaron a armar un esquema en donde proyectaron políticamente a sus abogados, secretarios, empleados, prestanombres y cualquiera que dependa de ellos.
Es decir, fueron entrenados de manera que vayan ocupando espacios de poder como diputados, senadores, intendentes, concejales o miembros de Juntas Departamentales. “Algunos llegan como candidatos y otros como suplentes. Crearon todo un sistema con el fin de proteger la actividad”, reveló un agente de seguridad del Gobierno.
Los jefes de la mafia inicialmente trabajaban con paraguayos que eran choferes, matones o secretarios porque estos últimos encargados manejaban el idioma, la cultura y la idiosincrasia.
Esto hacía más fácil llevar la coima a todos los organismos de seguridad y de justicia.
“Estos eran los que transaban, como se dice comúnmente”, cuenta el agente.
Sin embargo, con el tiempo estos quisieron subir un peldaño y empezaron a proveer servicios a sus patrones, además de seguridad. Iban a las estancias, reclutaban a los capataces y ofrecían pistas seguras para que bajen las aeronaves de los extranjeros.
“Esto les posibilitó controlar la logística del tráfico aéreo. Conocieron la zona de producción, precios y de a poco se convirtieron en pequeños traficantes con la bendición y garantía de los patrones. Hoy tenemos patrones paraguayos totalmente identificados, como Carlos Chicharó Sánchez, Omar Rojas, y muchos otros que inclusive son parlamentarios”, reveló.
La familia. En los últimos tiempos, los paraguayos al servicio de los capos armaron su círculo de confianza en base a su lazo de sangre, en donde involucran a sus hermanos, tíos, primos, etc.
“Estos crearon su espacio familiar. Es difícil penetrar. Justamente los lazos de sangre hacen que cueste que uno delate a otro”, contó.
Al armar este nuevo sistema familiar, estos llevan su centro de operaciones a sus ciudades natales. “Hoy tenemos crimen organizado en Caazapá, Itapúa, Guairá, Ybycuí, Ypejhú y otros sitios en donde montaron su estructura. Como les salió tan bien empezaron a ser ambiciosos y utilizaron este sistema para acceder al poder. Buscan algún idiota útil y los utilizan. Esta es la realidad que tenemos . Demasiada influencia hay. Muchos intendentes fueron puestos por narcos, por ejemplo”, se lamentó.
En zonas como Ypejhú, Curuguaty, Capitán Bado y otros lugares no se gana ninguna elección sin el apoyo de los narcotraficantes, concluyó el agente.