Reuters
El proyecto “Refugiados por refugiados”, dirigido por la escuela musical belga Muziekpublique, pretende destacar las culturas de la tierra natal de los refugiados y recaudar dinero para éstos con conciertos y el lanzamiento de un álbum.
Los 10 miembros de la orquesta, todos refugiados en Bélgica, son músicos de Siria, Irak, Afganistán, Pakistán y Tíbet.
Uno de ellos, el paquistaní Asad Qizilbash, era un reconocido músico de sarod, un instrumento de cuerdas con raíces en Afganistán. Pero huyó de su país en 2010 luego de que grupos militantes destrozaran su escuela musical y lo amenazaran. Recibió estatus de refugiado en Bélgica en 2012.
Trabajar con músicos de orígenes culturales completamente diferentes no fue fácil, comentó.
“Fue una tarea difícil porque yo toco música clásica india y es muy diferente del makam”, dijo Qizilbash, de 53 años, refiriéndose al estilo de música clásica de Turquía.
“Para que funcionara, tuvimos que estar todos de acuerdo, así que también aprendimos algo. A veces uno tiene que escuchar al otro, juntarse e intentar estar juntos”, dijo a Reuters.
El grupo realizó su primera actuación el jueves en el poblado flamenco de Cortrique y se embarcará en una gira a otras localidades europeas antes de volver a Bélgica.