CIUDAD DEL ESTE
Silenciosamente el padre Carlos Urrutigoity dejó la parroquia del Espíritu Santo del Área 4 de Ciudad del Este, Alto Paraná, el pasado 6 de junio. El hecho se supo ayer pasado las 17.00, tras divulgarse la noticia en la cuenta oficial de facebook.com de la Diócesis de Ciudad del Este. Se trata de uno de los sacerdotes, que constituyó, el primer anillo de confianza del destituido obispo Rogelio Livieres Plano, por casi dos años, fue vicario general.
Durante su estadía en la Diócesis, fue duramente cuestionado por laicos que conformaba la desaparecida Junta Diocesana de Laicos (Judila), quienes basado en publicaciones de medios internacionales que acusan al sacerdote de estar supuestamente involucrado en hechos de pedofilia y abuso. En más una oportunidad laicos, entre ellos Javier Miranda, solicitó al Vaticano el traslado del religioso a otro destino.
Oficialmente se desconocen los motivos de su traslado. La Diócesis, escueto escrito, solo se limita a informar de los traslados. “Damos la bienvenida al padre Javier de los Misioneros de Jesús, que se reintegra en la Diócesis de Ciudad del Este, volviendo de Argentina. Acompañamos con nuestras oraciones a dos sacerdotes que dejan la Diócesis: el P. Adalberto Pelc, que tomó el avión el día 10 rumbo a Polonia para residir en su país, y el padre Carlos Urrutigoity, que viajó el 6 de junio a la Argentina, donde se quedará”, señala escuetamente la información divulgada ayer.
El encargado de prensa de la Diócesis, Gualberto Areco, dijo que lo publicado es toda la información disponible.
Livieres Plano las veces que fue consultado sobre el sacerdote dijo que todas las publicaciones internacionales que los acusan no fueron probadas.
El actual obispo, el monseñor Guillermo Steckling, hace más de mes al ser consultado sobre este sacerdote en particular expresó que la Diócesis se rige por lo que establece el Derecho Canónico y no se guía por lo publicado en los medios prensa o simples comentarios. “Contacté con la Diócesis donde antes trabajaba el padre Urrutigoity, en Estados Unidos, en la diócesis de Scranton en Pensilvania y me han asegurado que no hay casos pendientes, después si no hay buena fama, es otro problema. Cuando me llega la denuncia a mí voy a actuar”, había referido.