Por Andrés Colmán Gutiérrez
@andrescolman
La camisa africana negra y roja, y el colorido gorro tribal de su Nigeria natal componen la vestimenta que el médico Babatunde Osotimehin, director ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), luce por igual en los actos protocolares del Gobierno paraguayo como en su visita a la humilde comunidad 26 de Febrero (ex Marquetalia), en San Lorenzo. Es la primera vez que un director del organismo visita el país.
–Esperaban a una autoridad de saco y corbata y usted sorprende con su ropa tribal. ¿Hay un sentido en eso?
–Provengo de una pequeña aldea en Nigeria y es así como realmente soy. Durante mucho tiempo, como alto funcionario de Naciones Unidas, durante el día fui ese hombre de saco y corbata, y a la noche vestía las ropas de mi pueblo. A esta edad ya no me siento dividido, voy a todas partes con estas mismas vestimentas, que me representan a mí y a mi pueblo, con orgullo. En Paraguay me regalaron una linda camisa de ao po’i, que también voy a usar. ¿Por qué no las visten? Yo aliento a todas las personas a asumir plenamente su identidad y los valores de su cultura.
–Usted visitó la comunidad 26 de Febrero, ex Marquetalia, que durante mucho tiempo fue un asentamiento marginal. ¿Qué rescata de esa experiencia?
–Me contaron que esa población se creó sin presencia del Estado y fue víctima de prejuicios. Hoy la gente está organizada, la comunidad es legal y está saliendo adelante. Me encontré con mucha gente joven, estos niños y niñas que están en la orquesta Sonidos de la Tierra, con los instrumentos musicales hechos de materiales reciclados, y me quedé conmovido. Están muy bien organizados y estructurados, hacen una música maravillosa y demuestran que cuando hay unión se puede salir adelante. Me recuerda a mi propia comunidad, en Nigeria, donde tampoco había presencia del Estado. Allí la propia gente tuvo que construir sus escuelas, sus hospitales, arreglar sus calles, trabajando juntos y aportando una especie de tributo, hasta que luego llegaron los militares y se apropiaron de todo, lamentablemente. Pero la experiencia sobrevive y demuestra lo que se puede lograr.
–Recientemente Unfpa presentó un informe sobre la juventud paraguaya, que alerta sobre el alto índice de embarazo adolescente y sobre la oportunidad del llamado “bono demográfico”. ¿Habló de eso con autoridades del Gobierno?
–Mantuve reuniones con varios ministros, como el de Salud, Educación, Planificación, Relaciones Exteriores, y discutimos estos temas. También participé del lanzamiento del Plan Nacional de Salud Adolescente. Encontré mucha preocupación ante estos temas y un gran nivel de compromiso para que trabajemos juntos en tratar de superarlos. El Paraguay tiene una gran oportunidad con el bono demográfico, ya que el 70% de su población hoy tiene menos de 30 años de edad. Es el momento de realizar grandes inversiones en una educación de mayor calidad para los jóvenes, en capacitarlos para ser emprendedores, en mejorar mucho los servicios de salud, acompañado de una buena educación sexual reproductiva y con planificación familiar. Son muy buenas las condiciones que nos da el bono demográfico, pero hay que aprovecharlas, hay que hacer inversiones en la población joven. De lo contrario se perderá esta oportunidad.
–La mayoría de los Gobiernos firman acuerdos de compromiso, pero no los cumplen en realidad. ¿Cómo pueden exigirles más desde organismos como el Unfpa?
–Los convenios que los Gobiernos firman no son vinculantes. Si no cumplen, no tenemos formas de llevarlos ante un tribunal internacional, pero sí hay otras formas de control y de presión que podemos ejercer desde los organismos como la ONU y desde la sociedad civil para que se sientan más obligados. Sucedió con los Objetivos del Milenio, en que los Gobiernos debían entregar informes de cuánto han cumplido o no en la práctica, y todo eso ayuda a que exista un cambio. Además, hoy contamos con una activa participación de la ciudadanía en las redes sociales, una denuncia en Twitter o Facebook crea una corriente de opinión y los Gobiernos ya no pueden desentenderse tan fácilmente de los compromisos que asumen. Estamos trabajando cada vez más en los mecanismos de cooperación y control para lograr mejores resultados.
–Usted es conocido por el gran trabajo en la lucha contra el sida en su país. ¿Cuánto se ha logrado avanzar en ese campo?
–En 2001 me nombraron para liderar la lucha contra el sida en Nigeria y dejé el cargo en el 2008 para ser ministro de Salud. Logré la reducción de personas con virus VIH de un 6,1% de la población a un 4%, aumentamos en gran medida la asistencia en tratamiento y provisión de farmacéuticos desde el Estado, pero la principal batalla fue en el campo de la educación y concientización, de muy pocas personas que conocían y admitían el riesgo llegamos a más del 90%. Esa experiencia me ha servido de mucho en mi actual función, en donde en países como Paraguay también ayudamos a las víctimas de emergencias, como las producidas por el cambio climático.