Los implantes subcutáneos o subdérmicos son pequeños cilindros o barras, delgadas y flexibles, que contienen una hormona sintética (levonorgestrel o etonorgestrel) y son colocadas mediante un procedimiento quirúrgico en el antebrazo debajo de la piel.
Con el dispositivo insertado, al liberar la hormona sintética, se pretende suprimir la ovulación y evitar la fecundación. Algunos estudios científicos dicen que no se asegura totalmente la efectividad del objetivo de la anticoncepción durante el lapso de tiempo de uso entre 4 a 5 años.
“Lo más preocupante es que el implante, al actuar sobre el endometrio reprimiendo o atrofiándolo, estaría impidiendo la anidación del embrión en las primeras etapas de su desarrollo, lo cual equivaldría a un efecto directamente abortivo. Conviene recordar que, según nuestra doctrina cristiana, son rechazados por inmoral tanto los métodos abortivos como la utilización de cualquier método anticonceptivo artificial”, reza parte del comunicado.
Además, conforme advierten los religiosos, este método anticonceptivo, al “eliminarse” el riesgo de embarazo, podría incrementar el incentivo a las relaciones prematrimoniales, la promiscuidad sexual y por ende las enfermedades de transmisión sexual.
Valores. Para la CEP, es imperiosa la necesidad de la educación sexual integral de los adolescentes y jóvenes, pero rica en valores morales; donde se respete a las persona y se ayude efectivamente a las familias más carenciadas.
“Es necesaria y urgente, al mismo tiempo, la implementación de políticas públicas que prioricen una atención efectiva a la salud, una educación responsable al alcance de todos, el acceso al trabajo y a una vivienda digna y el combate decidido al flagelo de la miseria que padecen numerosas familias de nuestro país, una de las principales causantes de lamentables deterioros morales y biopsicosociales en nuestra sociedad”, remata la coordinadora pastoral.