Sergio Noe
sergionoe@gmail.com
La intersección de Eusebio Ayala y 22 de Setiembre, así como sus alrededores, fue un punto histórico de la bohemia asuncena durante la mitad del siglo XX, especialmente, por el local de peñas de Panuncio Espínola. Desde los 90, los músicos folclóricos que ocupaban esta zona fueron reemplazados por los mariachis que coparon esta esquina capitalina. Hoy se los ve principalmente en las noches de viernes y sábados.
Cada vez son menos los músicos instalados en la calle, en espera de alguna serenata improvisada o programada, pues prefieren promocionarse a través de carteles públicos, o bien, por medio de las redes sociales y clasificados en internet. Además, muchos de ellos combinan su actividad artística con otros oficios.
El Mariachi Guanajuato, uno de pocos ubicados en la zona del Mercado 4, son de aquellos que se resisten al paso del tiempo. “Hay más trabajos los viernes y sábados. Tocamos en cumpleaños, casamientos, quinceaños, sepelios y otros”, dice Germán Brítez, segunda trompeta del Mariachi Guanajuato. Cada miembro del grupo administra su tiempo en otras actividades, y para los contratos, coinciden solo en el lugar del evento. “Cuando nuestros integrantes no pueden actuar, llamamos a otros para completar el conjunto. Algunos son taxistas, listos para actuar cuando se los llama; ellos tienen su uniforme en el auto”, relata Brítez, asegurando que “siempre se mantiene la calidad musical”.
El show básico dura casi media hora, con una formación de hasta cinco mariachis. “Para los que deseen más tiempo, el costo supera el millón, monto que varía de acuerdo a la cantidad de músicos”, dice.
La demanda se concentra en el Día de los Enamorados y de la Madre, y pueden llegar hasta las 30 serenatas en un promedio de dos días.
AMOR. Para las parejas que pasan “mal de barco”, los mariachis tienen la receta: llevar serenatas románticas a enamoradas difíciles. “Llevamos serenatas de reconciliaciones para parejas que se pelean. En un 90%, la persona que nos contrata tiene suerte y conquista a su enamorada con nuestra música. Son pocos los que no consiguen que su pareja salga a la calle”, revela entre sonrisas Brítez, que hace diez años trabaja con el Mariachi Guanaguajo, integrado por su hermano Félix, trompetista; Patricio Troche y Osvaldo Ríos en guitarras; y Gloria Martínez, vocalista.
rancheras. Desde joven, Remigio Cabañas (58) se dedica a la música paraguaya, y en las últimas tres décadas se metió de lleno al mundo mariachi, conocido por sus rancheras y la música mexicana.
“En el repertorio clásico no falta El rey, aunque no haya varones en el público”, asegura con picardía el artista, cuyo local desde hace diez años está sobre Yuty casi Eusebio Ayala. Con su guitarra y canto, comparte grupo con otros cuatro, incluyendo boleros y valses peruanos en su repertorio.
Con preocupación, revela que el volumen de trabajo no es el de épocas pasadas. “En los 90, los mariachis nos parábamos en Eusebio Ayala y 22 de Setiembre, éramos unos 60 y había muchos contratos. Pero con la venta del local (sobre E. Ayala) disminuyeron los músicos. Ahora, si llegan a diez, ya es mucho”, cuenta. En tanto, otra fuente de ingresos es su grupo folclórico, armado a medida del cliente. “Ofrecemos solistas, dúos o tríos folclóricos con música netamente paraguaya”, señala Cabañas.
Satisfacción. El Mariachi Vega, liderado por don Tito Vega, es otra de las agrupaciones instaladas en la zona. “Hace cerca de 15 años que estamos en esto. Ofrecemos también música paraguaya, con atuendo folclórico. Todos los días estamos por aquí, desde las 20.00. Actuamos en muchas serenatas, en aniversarios de bodas”, comenta Vega, añadiendo que se siente “contento” con su trabajo, aunque se tienen noches “que no hay nada”. “Me gusta lo que hago; comparto la alegría de la gente que nos contrata”, expresa Tito.