EFE
En eso coincidieron este lunes, un día después de la muerte del artista de un infarto al corazón a los 66 años en Santa Mónica (California, EE.UU.), personalidades de la talla del Premio Cervantes de Literatura 2013, Elena Poniatowska, y el historiador Enrique Krauze.
La escritora y periodista mexicana recordó a Juan Gabriel, cuyo verdadero nombre era Alberto Aguilera Valadez, como “un héroe popular, el mayor ídolo popular desde Pedro Infante”, el cantante y actor icónico de la Época de Oro del cine mexicano.
“Representaba mucho a los mexicanos más fregados (que más sufren), por sus carencias, la discriminación sexual, y eso lo hizo entrañable para millones de mexicanos que se identificaban con él”, apuntó Poniatowska.
La autora recordó cómo pesó en su imagen pública la trágica biografía del cantante, que tuvo una infancia llena de dificultades.
En especial la figura de “su madre, que lo abandona en un orfanato, y México es un país de matriarcados, aunque en el fondo es supermachista y superhomófobo”, explicó.
Krauze también remarcó la importancia de la biografía del cantante y compositor en una entrevista concedida este lunes a Noticieros Televisa.
“A mí en algunos elementos que voy conociendo (de su vida) me impresiona muchísimo porque es una metáfora de la fuerza del amor y del desamparo del mexicano”, subrayó.
Nace “pobre, su padre enloquece cuando es niño, va a una institución de amparo social donde aprende música, a los trece años se escapa para ir a Ciudad Juárez y vende burritos en la calle”, y ya en la capital mexicana “pasa en (la cárcel de) Lecumberri 18 meses”, acusado de un robo menor, relató Krauze.
El historiador recuerda que “allí se le descubre como un talento y de allí nace el cantautor, el mito y todas esas canciones que tocaron el corazón de México por razones bastante profundas”.
Nacido el 7 de enero de 1950 en Parácuaro, un pueblo del estado occidental de Michoacán, Juan Gabriel se mudó en la adolescencia a Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos, país donde también movía masas entre los inmigrantes latinos.
Pero aunque triunfa en todo el mundo hispano, el autor de “Amor eterno”, tema dedicado a su madre ausente, es además profeta en su tierra, y de hondo calado.
“En mi ya larga vida no había visto algo así desde que de niño vi la reacción de luto nacional, el estupor, el dolor por la muerte de Pedro Infante, y antes aún por la de Jorge Negrete”, consideró Krauze.
En su opinión, Juan Gabriel “debe su éxito a la autenticidad, a esas letras, esas odas sencillas que van directas al corazón, y cualquiera que lo ve en el escenario se da cuenta que son canciones sentidas, vividas”.
“Guardando todas las comparaciones, con Frank Sinatra en Estados Unidos ocurría algo similar; es evidente que cada una de esas canciones este hombre (Sinatra) las sentía porque lo que estaba diciendo lo vivía”, pero “en el caso de Juan Gabriel lo vivía doblemente porque son canciones que él escribió", agregó.
“No nació para amar, pero cantó al amor de todos los mexicanos, nadie nació para él, pero tantos nacieron para amarlo”, ahondó.
Poniatowska hizo hincapié en que, aunque no lo reconociera públicamente, con su estilo personal y artístico -nadie puede olvidar sus trajes rosas de ranchero, el símbolo de la virilidad en México- “cantó su homosexualidad, que fue aceptada por todos”.
“Se sabía muy bien que era homosexual”, lo que “sociológicamente es algo muy interesante, porque México es muy homófobo y eso fue mucho antes de la liberación gay”, enfatizó y advirtió sobre los homenajes que recibirá cuando su cuerpo sea repatriado esta semana: “Va a ser la apoteosis sin que él pueda verla, o quizás la vea desde una nube”.