EFE
Desde que le descubrieron el tumor, tres meses después de la muerte de su madre, Joaquín ha sufrido las repercusiones de la epilepsia no solo en lo físico, sino también en las relaciones sociales y el aislamiento al que le somete la gente de su edad, de quienes no le consideran “normal”.
Esos efectos han sido plasmados ahora en la película de la directora ecuatoriana Viviana Cordero, que consideró “perfecto” titularla “Solo es una más”, frase recurrente del protagonista cada vez que supera una de las convulsiones.
En una entrevista con Efe, la realizadora afirma que “es la primera película de ficción sobre discapacidad en Ecuador”, en la que, a pesar de contar algo triste, lo trata con mucha esperanza, luz, positivismo y optimismo.
También hay lugar para el mundo de la fantasía cuando el protagonista pasa a la esfera de las convulsiones “donde existen personajes extraños que le acosan y asustan”.
Junto a Joaquín trabaja Nicole Herdoíza, una niña con síndrome de down, en un perfecto tándem que logra que el espectador se cuestione qué es la normalidad.
"¿Existe alguien normal?”, es la frase que abre la película que termina interpelando, "¿es usted normal?”, explica Cordero al considerar que la normalidad “no existe”.
Con cinco películas en su haber, doce obras de teatro y cinco novelas, Cordero asegura que Joaquín y Nicole lograron romper prejuicios al actuar con alto profesionalismo, pese a no tener experiencia en escenarios, y sintetizar su historia en una película “dinámica y divertida”.
La obra, que se acaba de estrenar en cines de Ecuador, comenzó a gestarse -sin pretensión alguna de llegar a la gran pantalla- hace cinco años, cuando Joaquín estaba en el colegio.
Pero el hecho de que le denegaran el acceso a la universidad por su condición impulsó a Cordero a formarlo como escritor y actor.
“Creo que la universidad se perdió de tener un magnífico alumno de teatro”, comentó la directora sobre Joaquín, quien, además de actor principal, es co-guionista y un productor ejecutivo de 24 años que no acepta un “no” por respuesta, subraya.
Sin revelar cantidades, comentó que el Municipio de Guayaquil dio un “muy buen” apoyo para financiar los alrededor de 200.000 dólares que costó la cinta, a lo que sumó aportes privados y una deuda personal, pues estaba dispuesta “a vender el alma al diablo” para no fallar a su joven realizador y socio.
Para ella, lo más impactante en el proceso fue ver el nacimiento de un “actor fantástico”, así como el trabajo de Nicole y de Lorena Cordero en la dirección de arte y de Félix Frank, en efectos especiales, en un país como Ecuador, que -apunta- “no es Hollywood”.
Cordero suelta carcajadas al comentar sobre los obstáculos que debió sortear para sacar adelante la obra, que “no es una tragedia ni tampoco un lamento”, sino una “celebración de la vida, con sus altos y bajos, sueños y desilusiones, amores y desamores”.
Sin desmerecer lo que significa la discapacidad, que “toma muy en serio”, prefiere poner el acento en que existe “capacidad para sortear la discapacidad” y se llena de “rabia” contra quienes tienen todas sus facultades y no saben apreciarlo.
La película muestra un drama “muy fuerte con sonrisa”, detalla esta autodidacta en el séptimo arte, que estudió Literatura en París y considera la victimización lo más dañino para el ser humano, en cuyas manos está la forma de afrontar los problemas.
Su película “No robarás, a menos que sea necesario” ganó el Coral de Oro a la mejor actriz en el festival de cine de La Habana (2014) y espera que “Solo es una más” cruce pronto las fronteras, al igual que otras cintas que ha presentado en distintos países.
Sobre su última obra, esta lectora apasionada y ávida cinéfila, rescata que le enseñó a ser paciente y a agradecer lo que tiene siguiendo el ejemplo de Joaquín, que aprendió a vivir con la amenaza de una “espada de Damocles” en forma de convulsión.