Por Karen Núñez | En Twitter: @karencitanunez
Entre el 16 y el 22 de mayo se celebra la Semana mundial del parto y nacimiento respetados, en este 2016 bajo el lema “Mi decisión, mi cuerpo, mi bebé", que tiene la intención de empoderar a las mujeres y transmitirles que ellas tienen el poder de decidir cómo quieren dar a luz.
Ultimahora.com aprovecha la ocasión para indagar un poco acerca de experiencias de varias personas con respecto a la humanización del parto.
El parto respetado
Consiste, básicamente, en respetar los deseos, creencias e intereses de la mujer que va a ser mamá. “Es respetar la fisiología del cuerpo de la mujer y brindarle un lugar donde pueda tener seguridad con respecto al parto y donde se pueda sentir cómoda; mantenerla informada sobre la evolución del trabajo de parto, sobre posibles complicaciones y que ella pueda estar acompañada de sus familiares o de las personas que ella decida, entre otras cosas”, explica el doctor Rubén Ruttia, jefe del Servicio de Obstetricia del Hospital Materno Infantil San Pablo.
El profesional, motivado por su interés personal en lo natural y después de haber sido invitado, hace unos años, a participar de charlas acerca del parto respetado o humanizado, se sumó al movimiento que promueve esta práctica.
Aunque en realidad dejar que el parto se desarrolle de la manera más natural posible no es una cosa nueva, en los últimos años, esta opción vuelve a tomar impulso lentamente. Sin embargo, “así como tal, realmente muy poca información hay, incluso entre los propios profesionales. Es algo que va tomando lentamente fuerza, pero no está muy difundido”, considera el médico.
Comenta que, aunque el Ministerio de Salud ofrece charlas y talleres al respecto, adoptar la práctica del parto respetado “es un poco romper paradigmas de lo que es una atención del trabajo de parto a nivel institucional”.
La humanización del parto implica dejar de lado ciertas prácticas consideradas innecesarias y hasta violentas porque no respetan el proceso natural del parto, que se han ido descartando, en su mayoría, pero que antes eran muy comunes y lo siguen siendo, en algunos lugares, lastimosamente. Entre ellas se pueden mencionar los enemas, el rasurado del pubis, la episiotomía restrictiva, la prohibición de comer o beber durante el trabajo de parto, etc.
“Hoy en día las mujeres que ingresan al hospital en trabajo de parto pueden optar por comer o tomar algo. También pueden moverse, ya no les tenemos atadas a una cama como antes hacíamos, sino que deambulan y adoptan la posición que quieren. Esos son algunos paradigmas que se están rompiendo, que antes se hacían y que, felizmente, hoy en día ya poco y nada”, expresa el doctor.
Ruttia cita algunos de los beneficios del parto humanizado: “Beneficia a la madre porque ella está tranquila y se siente cómoda, porque puede deambular y adoptar la posición que quiere. Se siente segura porque está mentalizada y preparada para ese procedimiento. Al bebé, en cuanto al nacimiento, los resultados perinatales son mucho mejores, con menos complicaciones, e inmediatamente al nacimiento ya se realiza el apego precoz, que es el contacto de piel a piel del recién nacido con la madre; entonces también el vínculo afectivo ya entra en marcha en ese momento”.
“En un embarazo sano la madre y el bebé son los protagonistas, NO el equipo médico”
Gabriela Guillén-Waller es mamá de Emma, de 2 años y 8 meses, e Ignacio, un bebé de casi 4 meses. Ella se animó a compartir, a través de Facebook, la experiencia de parto vaginal natural y respetado después de una cesárea (PVDC), que vivió con el nacimiento de su niño sin anestesia, sin inducción ni episiotomía, con libertad de movimientos, apego precoz, corte tardío del cordón y todos los procedimientos pediátricos con el bebé en el pecho de la madre. Ignacio nació el 22 de enero de 2016 con 3,340 k, 52 cm y de 39 semanas (según FUM). Su parto fue en el Sanatorio Bautista, con el acompañamiento de su esposo, Peter, del Dr. Ruttia, la doula Patricia Ruiz Díaz y la fotógrafa Gabriela Abente Arréllaga. Esto es parte de lo que relató en su perfil:
Gabriela conoció acerca del parto respetado a través del Facebook, específicamente en el grupo Mamá Canguro, en el año 2013. “En ese entonces yo estaba a full informándome sobre lactancia materna, ya que mi hija era pequeña. Fue ahí donde despertó mi curiosidad y empecé a investigar más sobre el tema. En ese grupo también conocí mujeres maravillosas como Gabriela Abente Arréllaga, que fue clave para lograr mi parto soñado”.
Su hija mayor nació en julio de 2013 a través de una cesárea programada. Pudo verla recién a los 90 minutos de nacida. El motivo que le dieron para la cesárea fue una triple circular de cordón. “Hoy día sé que no es un motivo justificado para programar una cesárea. Si estaba mejor informada tal vez podría haber esperado a entrar en trabajo de parto al menos para ir a cirugía, pero como toda primeriza tuve miedo y accedí a programarla a las 39 semanas de gestación. Gracias a Dios, nació sana y sin complicaciones y logramos una lactancia exitosa desde el primer día”.
Con su segundo parto optó por el método natural respetado, convencida de “los innumerables beneficios en cuanto a salud y apego emocional que se obtienen, tanto para la madre como para el bebé y, por sobre todo, por la pronta recuperación posparto”. Para llevar a delante esta decisión, su esposo, Peter, fue su apoyo y motivación fundamental. “Tan convencido estaba él que hasta quería que nazca en casa nomás ya, pero con una cesárea previa ningún profesional se anima, al menos aquí en Paraguay”, recuerda.
Acerca de la publicación de su experiencia y fotos en Facebook, nos explica: “Decidí dar a conocer públicamente mi relato de parto y fotografías con el fin de despertar esa misma curiosidad que yo tuve hace unos años y así empoderar a las mujeres sobre este momento único e irrepetible en la vida que es el nacimiento de nuestros hijos. Y por sobre todo, para aportar mi granito de arena para erradicar la violencia obstétrica, ya que en un embarazo sano la madre y el bebé son los protagonistas, NO el equipo médico”.
“Parir puede ser una experiencia bonita y placentera”
Ana Lucía Pereira tiene dos hijos: Sebastián, de 26 meses, y Santiago, de 5 meses. Este es su relato acerca de lo que le tocó vivir en su primer parto, que fue por cesárea: “Con el nacimiento de mi primer hijo sufrí mucho. Accedí a la sugerencia de mi ginecólogo de programar la cesárea a las 38 semanas. La supuesta razón era mi sobrepeso y el tamaño de mi panza, entonces, ‘para que el bebé ni yo subamos más de peso’, marcamos la fecha. Siendo primeriza y sin contar con un grupo de mujeres que me guíe de cualquier forma, acepté confiando ciegamente en mi doctor. Las consecuencias para mi bebé fueron distrés respiratorio o más bien taquipnea transitoria, que es un retraso en la eliminación del líquido pulmonar del bebé. Este problema no se presenta en bebés nacidos por parto natural, ya que sus pulmones han tenido tiempo de madurar y el paso por el canal de parto favorece dicha eliminación”.
Cuenta que el bebé “presentaba las características de un prematuro de 35-36 semanas, en lugar de las de un bebé a término como indicaban las ecografías y mi última fecha de menstruación. O sea, se interrumpió un embarazo completamente sano y cambiaron el curso de la vida de un bebé que debía ser sano, estuvimos horas separados, le dieron leche artificial y tampoco tuve la dicha de poder amamantarlo debido a todas estas dificultades y la ignorancia que me gobernaba hasta el momento, ni siquiera tenía fundamentos para protestar. Hasta hoy en día todo esto es una herida emocional para mí".
Pero tiempo después, conoció acerca del parto humanizado a través de un grupo en Facebook denominado Consejos de mamis a mamis. “Aún no tenía planes de tener otro bebé, pues mi primera experiencia me había dejado una depresión posparto muy fuerte, que me hacía sentir mucho miedo incluso al pensar en otro embarazo. La razón es que cuando se programa una cesárea antes de que comience el parto, no se produce ninguna segregación de hormonas ni en el bebé ni en la embarazada, lo que conlleva muchos perjuicios para ambos en el posparto, ya que estamos perturbando el ciclo normal de la naturaleza humana. Gracias a las participantes de este foro, cuando tuve la noticia de que sería mamá por segunda vez sabía exactamente todo lo que quería y me sentía con el poder para lograrlo”.
El apoyo de las encargadas del grupo mencionado en la red social, a quienes agradece sus consejos, fue fundamental para llevar adelante su decisión de tener, con su segundo hijo, un parto vaginal después de una cesárea (PVDC). “Puntualmente, Carlota Carbonell, una asesora en lactancia materna que reside en Noruega, y Vania Valdés, comunicadora y activista por los derechos del niño y la madre, gracias a estas personas me mantuve en la lucha y se los agradeceré toda la vida. Entre mujeres hay que apoyarnos y empoderarnos, y estas mujeres son personas que ven la necesidad de cambio y dedican su tiempo a hacer algo al respecto”, expresó.
Considera que, lastimosamente, hay mucha ignorancia acerca del tema: “En nuestra sociedad se piensa que es normal que el parto sea algo horrible y que las mujeres debemos saber y asumir esto como algo irremediable. El sentirse indefensa, que nada podemos hacer para evitar este sufrimiento, incrementa el miedo que sentimos hacia el parto. De esta manera, la mujer, aparte de aterrada, se presenta en el hospital con una actitud sumisa. Dado que piensa que tanto ella como su bebé están en peligro, acatará las decisiones de su médico, que es ‘el que sabe’. Así, las mujeres delegamos en el médico todo el poder y la responsabilidad, y vivimos atemorizadas uno de los momentos más mágicos de nuestra vida, desconectadas del proceso y deseando que todo termine lo antes posible”
Añade que “parte de la labor de los grupos como ‘Consejos de mamis a mamis’ es precisamente intentar cambiar estas experiencias y con ello la imagen social que se tiene del parto. Parir puede ser una experiencia bonita y placentera, siempre y cuando las condiciones sean las adecuadas, y saber esto ayudará a que podamos parir sin miedo”.