Enero está caliente. No por los 40º de sensación térmica, sino por los 40.000 ladrones que no se esconden con Alí Babá, sino que se pasean por Cancún, Punta y San Andrés. ¡Con nuestra plata!Antes de tostarse con su señora en las doradas playas de Acapulco, José María se hizo bautizar en una pileta pelopincho, la misma que el 99% de los paraguayos usan para veranear. Como plan B de vacaciones, tiene una quintita en Areguá con cuatro caseros que se encargan de cuidar el agua de la piscina, el jardín soñado y lavar los bikinis de su infartante esposa. Para disfrutar mejor, están sus abogados que vacacionan chicaneando de aquí para allá, bajo los cálidos fluorescentes del Palacio de Sajonia.
Víctor es otro que está de lo más feliz, aunque no se expone tanto al sol, porque se le derrite el bisoñé que está hecho de puro nylon. Este horroroso pelo de Barbie falsificada no le impidió que consiguiera las chicas más lindas y sexis para “su secretaria” y para “su niñera”, lo cual demuestra una vez más que la pinta es lo de menos: Lo que importa es la belleza interior. Más allá del perjuicio que ocasionó al Estado, es todo un aliciente para los hombres que se sienten acomplejados porque no son lo suficientemente churros, según el canon de belleza que establece Cosmopolitan.
De otro color, pero del mismo pelaje, el tal Manri es una especie de sultán del sub sub subdesarrollo: tiene tres mujeres y un camino. Las tres rubias solían ejercitarse en el Centenario para lucir abdominales dignos de las más atrevidas tangas. Mientras tanto, una suerte de Puck les marca asistencia en el TSJE para que ellas sigan participando del sueño de una noche de verano. Su amigo, o por lo menos su correligionario, Gustavo, no tiene un harén, pero su blonda esposa tiene un séquito de señoras, todas bien pagadas con el erario público, como corresponde a un buen califa.
Y para que no se quejen las feministas, aquí hay equidad de género. Blanca no solo le tiene a su novio y a su ex novio, sino a una docena de parientes, que desembarcaron en las fantásticas playas de la plata dulce, gracias al Mainflower guaraní.
Mientras esperamos sentados en la reposera de cable a la sombra del mango amigo que la Justicia actúe, nosotros los simples mortales que no fuimos bendecidos por el dios Helios debemos conformarnos con el bronceado callejero.
Así que a seguir pedaleando que falta poco para que se acabe enero.