Por Luján Román Aponte, enviada especial a Río de Janeiro
Se estima que 3 millones de seguidores del papa Francisco se sumaron a la costa.
El pontífice recorrió un trayecto de más de 4 kilómetros en el papamóvil y saludó a los fieles que lo esperaron ansiosos desde tempranas horas al costado de los vallados colocados en la Avenida Atlántida.
Incluso se bajó de su vehículo particular, lo que provocó la desesperación de los custodios que lo resguardan en la “ciudad maravillosa”.
Con tal de ver al papa, los fieles hasta sobrepasaron las vallas dentro del área reservada para los periodistas que cubren la jornada.
La playa de Copacabana está colmada de fieles que montaron barricadas de arena para evitar el paso de las aguas de mar y de otros devotos. Sobre la arena colocan sus bolsas de dormir para pasar lo más cómodos posible la noche. Otros fieles optan por descansar en las calles o ir a las parroquias y colegios que los acogen, para retornar el domingo y asistir a la misa de las 10.00 (horario local).