EFE
“Mucha gente desconoce lo importante que fue Roa Bastos para la caída de la dictadura de Stroessner”, asegura a Efe Gloria Giménez Guanes, amiga íntima del escritor paraguayo y coordinadora de esta muestra comisariada por Raúl Manrique Girón y Claudia Pérez Mínguez en colaboración con el Museo del Escritor.
“Augusto Roa Bastos, vida de un gran fabulador”, recorrerá desde hoy hasta el 10 de junio el legado de Roa Bastos, nacido en Asunción el 13 de junio de 1917, a través de publicaciones de su producción literaria -primeras ediciones y otras dedicadas- así como de fotografías, artículos en prensa, correspondencia y objetos personales.
Premio Cervantes 1989, el narrador y periodista era un “apátrida” porque tuvo que huir de su Paraguay natal en 1947, durante la dictadura del General Morínigo (1940-1948), explica Giménez Guanes, también periodista paraguaya afincada en España desde 1977.
En su exilio en Buenos Aires, Roa Bastos (1917-2005) escribe con añoranza del concepto raíces y con ese tono publica una trilogía iniciada en 1959 con “Hijo de hombre”, que cubre el período de la anarquía liberal y la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935).
A ese título le seguiría “Yo el Supremo” en 1974, su obra cumbre, una reflexión sobre el poder basada en la figura de José Gaspar Rodríguez de Francia, conocido como el “dictador perpetuo” de Paraguay, donde gobernó desde 1816 hasta su muerte en 1840.
Tras la dictadura de Morínigo, Roa Bastos siguió en el exilio por la dictadura de Alfredo Stroessner, un régimen que combatió desde el extranjero siendo el “secretario general” del exilio, apunta Giménez Guanes, quien añade que ella era la “secretaria de coordinación” del movimiento contra el dictador.
“En el momento en que Roa asume el papel frontal de llevar la coordinación del exilio es cuando verdaderamente acepta que la lucha tiene que ser hasta la caída de la dictadura”, asegura la periodista sobre un autor que escribía tanto en castellano como en guaraní.
Los escritores, sostiene Giménez, “tienen que comprometerse como él se comprometió", y la caída del dictador llegaría finalmente en 1989, coincidiendo con el año en que Roa Bastos, considerado el mejor escritor paraguayo del siglo XX, fue reconocido con el Premio Cervantes, un galardón que invirtió en su querido Paraguay.
“Cuando recibió el Cervantes, el dinero lo dedicó exclusivamente a crear pequeñas escuelas en el interior de Paraguay. Su sueño era regresar a su país para poder ser maestro”, reconoce Giménez.
Y regresaría a su país, donde finalmente fallecería en 2005, aunque siempre estuvo muy agradecido a España porque, durante el Gobierno de Felipe González, el estado le concedió la nacionalidad española.
“Hasta el día que murió viajó con su pasaporte español, cosa que yo sepa no se ha dado con otros escritores”, recalca la periodista, y añade que antes que España, Francia le había emitido a Roa Bastos un “papel especial” para poder desplazarse por el mundo.
Giménez asegura estar “sorprendida” porque las instituciones españoles no hayan organizado homenajes por el centenario de Roa Bastos, siendo uno de los ilustres Premios Cervantes.