Por Andrés Colmán Gutiérrez| Desde Humaitá, Ñeembucú
Aunque la guerra entre Brasil y Paraguay ocurrió hace un siglo y medio, un hecho aparentemente anecdótico, como sobrevolar un escenario emblemático de las batallas con un globo aerostático, con una provocativa bandera brasileña, puede llegar a causar molestias entre los pobladores, al punto de exigir que también se alce una bandera paraguaya. Fue lo que ocurrió en la tarde del viernes 7 de febrero, en la localidad de Humaitá, Departamento de Ñeembucú.
Todo se inició cuándo productores de la cadena televisiva brasileña Rede Globo llegaron con la iniciativa de filmar un documental sobre la historia del río Paraguay, y le pidieron al maestro Luis Szarán si podía organizar un concierto de arpas paraguayas, teniendo como escenario a las imponentes ruinas de la Iglesia de San Carlos, que fue demolida a cañonazos por los barcos acorazados brasileños, durante la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870).
Los enviados de la Globo no repararon en gastos, y entre sus numerosos equipos, trajeron un gran globo aerostático, para sobrevolar el lugar y captar imágenes aéreas desde el aire.
El concierto, con 25 arpas y varios otros instrumentistas, se inició a las 18:00, con asistencia de las más altas autoridades regionales, incluyendo al gobernador de Ñeembucú, Carlos Francisco Silva, y a numeroso público.
Allí, el maestro Szarán recordó que, hace un siglo y medio, lo que sonaban en ese lugar eran los cañones de los buques aliados, que dejaron a la antigua Iglesia con sus actuales muñones, pero que esta vez iba a sonar la música de paz, la música de la integración.
Szarán también recordó que, poco antes de la Batalla de Curupayty, las tropas aliadas habían enviado “baloes”, como se llama en portugués a los globos aerostáticos, para espiar desde el aire, con lentes telescópicas, qué hacían las tropas paraguayas. Aquella incursión aérea fue ridiculizada por los dibujantes de los semanarios satíricos Cabichuí y Centinela, que mostraban a los soldados paraguayos bajándose los pantalones, para mostrar el trasero a los espías brasileños.
Siglo y medio después, el globo de la Globo.
Tuvieron que transcurrir 150 años para que otro globo aerostático, esta vez de la Rede Globo, vuelva a sobrevolar los cielos de Humaitá, aunque esta vez para apoyar la integración, difundiendo la música de las arpas paraguayas a todo el mundo.
En la tarde del viernes, mientras se realizaba un concierto previo en el patio de la ex casa del dictador Alfredo Stroessner, en Humaitá (residencia vecina a las Ruinas, actualmente convertida en Hotel), miembros del equipo de la Rede Globo inflaron a orillas del río el enorme globo aerostático, pintado con los vivos colores del arco iris.
Pero cuando el globo levantó vuelo, en medio de una multitud de curiosos que observaban desde lo alto del barranco, un detalle aparentemente minúsculo llamó la atención: de uno de los cables ondeaba una pequeña bandera brasileña, con su inconfundible prosapia “verde amarela” (verde y amarillo), que arrancó gritos y abucheos de la multitud.
"¡Fuera rapai!”, "¡Otra invasión brasileña...!”, eran algunos de los gritos que se escuchaban de entre la molesta muchedumbre.
Alguien propuso una solución práctica: agregarle también una bandera paraguaya. El globo de la Globo volvió a bajar, un solícito funcionario arrió la bandera tricolor que ondeaba en el mástil de Humaitá, junto al busto del Mariscal López, y la trajo corriendo hasta el vehículo aéreo.
Rápidamente la amarraron del mismo cable, junto a la bandera brasileña, y entonces el globo volvió a subir y ganar altura, en medio de aplausos y gritos de entusiasmo de la multitud. Como además la bandera paraguaya era mucho más grande que la brasileña, la sensación de triunfo colectivo fue mayor.
“Nuestro globo no es de guerra, sino de paz”, había dicho pocos minutos antes, durante un improvisado discurso, el veterano reportero de la Rede Globo, José Hamilton Ribeiro. Él también había confundido la palabra “baloes” (globo) de Luis Szarán, pensando que se refería a otros “baloes” (pelotas de fútbol), y lamentó que el Paraguay no esté presente en el próximo Mundial de Fútbol, en Brasil, lo cual provocó muchas risas.
Finalmente, la “guerra de las banderas” no pasó de un pintoresco incidente simbólico. Las arpas pudieron sonar, vivas y alegres, llenando de magia el atardecer en las Ruinas de Humaitá, y los colegas de la Rede Globo pudieron volar libremente con su globo aerostático, esta vez con dos banderas ondeando en el aire, símbolos de dos culturas y dos países, registrando desde lo alto las imágenes de un día histórico, de músicas y esperanzas.