Por Virgilio Cáceres
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“Pedimos que envíen a gente preparada en el lugar (Norte) porque el miedo y el temor que tienen por falta de experiencia hace que fallen las operaciones. Allá realmente nadie se quiere ir”, mencionaron las viudas de los primeros dos militares caídos en un enfrentamiento con el EPP el 8 de diciembre del 2013 en Arroyito.
Nancy Lezcano, esposa del extinto teniente primero Mario Francisco Ávalos Cañete, y Rocío Duarte Guillén, quien fuera pareja del sargento 1° técnico de la Fuerza Aérea César Antonio Fernández Carballo (29), reclamaron atención de las autoridades y revelaron que fueron abandonadas a su suerte. Quedaron desamparadas y sin que el Estado cumpla con las mismas con las promesas asumidas.
Mencionaron que con la muerte de los 8 militares, en su mayoría jóvenes, volvieron a revivir el dolor y la angustia de ver a su ser querido muerto en forma violenta.
“No sé qué esperan para terminar con esta violencia. Ellos (EPP) van a seguir matando a gente inocente. Y todo esto va a quedar en el oparei (impune), como siempre sucede”, refirió Nancy, quien quedó con una hija y sin cobrar la pensión prometida por las autoridades.
“Dos a tres semanas nos llamaron para saber cómo estábamos, luego se olvidaron de nosotros. Quedamos solas, desamparadas. Yo no tengo trabajo. No puedo estudiar, no tengo forma de ofrecer un futuro digno a mi hija”, arremetió Lezcano, cuyo marido murió tras 39 días de agonía hace tres años.
“No queremos seguir estancados. Queremos salir adelante, pedí trabajo, no quiero que nadie me regale nada. Por todo esto vivimos con rabia, pero no queremos hablar, reclamar nada, tenemos miedo porque no nos sentimos seguras. Además, nadie explica lo que pasa realmente. Hasta ahora no sabemos la forma en que murieron nuestros esposos, hace tiempo hasta dudé si el EPP existía”, señaló.
La viuda manifestó que mientras sigan uniformados sin preparación integrando la Fuerza de Tarea Conjunta, (FTC), no habrá resultados auspiciosos.
MÁS DOLOR. Por su parte, Rocío Duarte dijo que urge el cambio de estrategias en la lucha contra el grupo armado en el Norte. “Duele tanto ver a muchas familias sufriendo la pérdida de su ser querido. Nos toca de cerca. Cuando vi los cuerpos de los fallecidos, reviví el momento y me asusté”, expresó Duarte, quien tuvo una hija de Fernández Carballo (29), quien murió durante el enfrentamiento hace 3 años.
Criticó que la Justicia es lenta en Paraguay y que hasta ahora no cobró ni un solo guaraní en concepto del seguro de vida del militar ni el resarcimiento por la pérdida de su entonces pareja.
“Ni teniendo en cuenta el derecho del niño la Justicia actúa rápido. Hasta el día de hoy mi hija no ha recibido ni una sola atención en nombre de su padre. A sus casi 2 años de edad le hicieron recién el ADN por esa falta de interés y apoyo de las autoridades competentes. Mientras tanto los beneficios fueron pagados indebidamente sin tener en cuenta el proceso judicial y los documentos requeridos a terceras personas”, refirió Duarte Guillén. “Mi hija que nunca conoció en vida a su padre, mira hacia arriba y lanza besos, dice papá arriba, papá arriba. No dimensiona su realidad y la de otros niños que quedan huérfanos que no tendrán a su padre ni con recuerdos”, acotó.
“Es un vacío grande que ha dejado como padre de mis hijos. Cada muerte de allá en el Norte es revivir todo nuevamente. Pido que sean conscientes que detrás de cada uno hay una familia y que el juramento de vencer o morir termine en vencer y no seguir muriendo. Y sobre todo que las familias de los fallecidos recientemente reciban un apoyo continuo, asesoramiento legal y que no les pase como a nosotras que fuimos abandonadas y olvidadas”, exigió.
Los militares recibieron balazos cuando incursionaron en un campamento del segundo anillo del EPP.