La prensa está dando seguimiento al estudio del proyecto de presupuesto 2023 e informando sobre los aspectos más resaltantes de las decisiones parlamentarias. Si el proyecto ya había salido con problemas graves para financiar las políticas que necesita la ciudadanía, el Congreso está terminando por destruir el enorme potencial que tiene este instrumento.
Pero además no lo están destruyendo solo a partir del estudio del proyecto. También lo hacen aprobando leyes particulares que tienen impacto presupuestario y no solo un año, sino de manera permanente.
Paraguay creció a tasas relativamente elevadas durante 10 años, lapso en el cual también se verificaron mejoras en el mercado laboral como el aumento de los ingresos laborales y la reducción del desempleo. Esto permitió una persistente reducción de la pobreza. Paralelamente aumentaron los recursos públicos permitiendo la ampliación de las coberturas de salud, educación, protección social, agua en red. El sector rural se benefició de manera particular dando lugar a una reducción de las brechas con respecto al sector urbano.
El esfuerzo realizado también favoreció a las mujeres en algunos aspectos. Se logró la paridad educativa, más mujeres entraron a la seguridad social y algunos indicadores importantes como la mortalidad materna se redujeron.
A partir de 2015 todos estos avances se ralentizaron y con la pandemia retrocedieron. Los conocidos eventos de impacto internacional como la guerra, crisis climática y las dificultades para la reactivación del movimiento logístico están impidiendo la recuperación económica. Para algunos países y grupos humanos, la situación presenta regresiones de más de una década de los avances.
Los países con mayor fortaleza institucional están enfrentando la situación tratando de generar nuevos mecanismos de protección a la ciudadanía como medidas para subsidiar el gasto de los hogares en energía, reduciendo costos de pasajes en el transporte público y dando mayor fuerza a los mecanismos de protección social que ya tenían vigentes antes de la pandemia.
Paraguay, en cambio, permanece impasible ante los graves retrocesos que afectan a la gran mayoría de la población. El presupuesto 2023 es casi el mismo que el de años anteriores, no recupera las lecciones aprendidas en la pandemia ni garantiza el mantenimiento de algunos pequeños logros como el fortalecimiento del sistema de salud.
Los avances en el fortalecimiento de la atención hospitalaria y de las terapias intensivas deben mantenerse y en paralelo impulsarse la atención primaria, de manera a que los servicios especializados no terminen congestionándose por la falta de servicios en la red comunitaria.
Ni hablar de nuevos mecanismos o cambios en algunas políticas que son fundamentales para la calidad de vida como el transporte público. El proyecto enviado desde el Poder Ejecutivo mantenía las cosas como estaban, ya que no se incluyeron cambios relevantes ni medidas adicionales para mitigar el aumento de los precios de los combustibles.
Estos son solo dos ejemplos de servicios que deben ser prioridad en el financiamiento por sus impactos en la vida de las personas. Sin embargo, los parlamentarios, en lugar de dotarles de los recursos necesarios, los desvían hacia rubros que nada contribuyen con el bienestar de la población en un año que continuará siendo crítico. El electoralismo está ganando la carrera al bien común.