08 abr. 2025

100 años

Fue la última guerra del siglo XIX y la primera del siglo XX. Opacada por la que luego se llamó la Segunda Guerra Mundial, la otrora Gran Guerra dejó un legado político, social y económico. Hoy se recuerdan los 100 años de la rendición de Alemania, lo que significó la finalización de esta contienda global.

Estimaciones hablan de que murieron nueve millones de soldados y cerca de siete millones de civiles. Algunos estudios sostienen que el 1% de la población mundial de la época fue eliminada.

El enfrentamiento europeo de 1914 a 1918 marcó el fin de la era de los imperios. El germánico, el austro-húngaro y el otomano se desintegraron, entre los vencidos. A los vencedores no les fue mejor. Gran Bretaña sobrevivió a duras penas, y gracias a la ayuda de los Estados Unidos, que comenzaba a erigirse como el máximo poder global, pudo guardar algo de dignidad imperial, pero se convirtió en un remedo de lo que era. A los zares rusos el choque bélico también les costó el fin de su dominio y la irrupción del comunismo, marcando todo el siglo anterior y con ecos en el actual.

Fue una guerra salvaje, de exterminio. No había significativos avances y gran parte de la lucha se desarrolló en las trincheras, fosas inmundas llenas de enfermedades, hambre, dolor, rabia e impotencia. Lo más terrible fue el uso inmisericorde de la guerra química en una escala tan lastimosa que hasta los propios militaristas se vieron forzados a aceptar que debía suprimirse esta nefasta práctica. Aunque la misma persiste hasta nuestra actualidad, como ser el caso de la guerra en Siria.

También la contienda provocó la irrupción de nuevas tecnologías como la aviación, los tanques de guerra, la telefonía y los submarinos, entre otras.

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El peor de los legados fue el florecimiento de los nacionalismos, que llegaron al máximo de su perversión con el fascismo y el nazismo.

Además, las restricciones económicas provocaron un endeudamiento de las naciones y un enfriamiento del comercio global, que llegó a la crisis del 29. Como aspecto positivo cabe citar que se generó una necesidad de alimentos que fue satisfecha por nuestro continente, que también se benefició de la diáspora europea. Estos inmigrantes moldearon a varias países con influencias hasta nuestros días. El germen de la ONU, la Sociedad de las Naciones, fue otro hecho positivo.

Este aniversario nos debe hacer recordar que –como decía Cicerón– las leyes callan cuando las armas hablan. La paz es como la vida, solo se la valora cuando está en riesgo.