Más de 2.000 prosas cuentan en el haber de uno de los más prolíficos artistas que nació bajo la tricolor paraguaya. Poeta y músico, Emiliano R. Fernández es un símbolo de la polca paraguaya y, a pesar del tiempo, sus inolvidables composiciones siguen erizando la piel de los que disfrutan de su obra y de la contundencia de sus letras.
La compañía Yvysunú de Guarambaré vio nacer a Emiliano R. Fernández un 8 de agosto de 1894 en la casa de don Silvestre Fernández y doña Bernarda Rivarola. Y fue en honor a su madre que incluyó la R. antes de su primer apellido.
A la lista de sus grandes composiciones Che la reina y Rojas Silva rekávo, se suma la épica 13 Tuyutí, una canción con la que exaltó el patriotismo en momentos contundentes para el Paraguay.
Justamente, durante la Guerra del Chaco, Emilianore sirvió en el Regimiento de Infantería 13 Tuyutí. En medio de la contienda, cayó herido en Nanawa y su recuperación la realizó en Asunción. En ningún momento, ni en los campos de batalla siquiera, dejó de escribir sus versos y el gran músico Mauricio Cardozo Ocampo lo llamaba el Tirteo verde olivo, por su pluma al servicio de la patria.
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Tenía apenas 55 años cuando falleció, pero a pesar del poco tiempo que le tocó en este plano, hizo de todo. Fue carpintero, obrajero, guardabosques e incluso periodista en el Semanario Guaraní. También llegó a publicar el libro Ka’aguy jary’i con muchos de sus poemas y fue guía de los boy scouts.
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Una anécdota en la vida laboral de Emiliano R. Fernández es que en la constancia de su despido de la compañía de Carlos Casado rezaba esta pintoresca recomendación: “No tomarlo nunca más como empleado en la empresa porque es muy farrista”.
Una vida intensa y dedicada al arte, esa fue la llevó Emiliano R. Fernández hasta el 15 de setiembre de 1949, cuando pasó a la eternidad dejando un incomparable legado para la cultura nacional.