La pandemia asestó un duro golpe al país en este año que termina. La principal ola de contagios tardó en llegar pero cuando lo hizo casi arrasó con todo a su paso. Una situación como la que se vivió en este 2021 no se olvida tan fácilmente, como tampoco serán olvidados los más de 16.000 muertos por Covid-19. Tantas pérdidas, amigos y familiares que hoy ya no están, no solo por un virus sino también por la falta de camas y medicamentos.
Nuestro endeble sistema de salud resistió cuanto pudo, pero la crisis sobre todo desnudó las profundas desigualdades que dividen a la sociedad y especialmente la falta de acceso a la salud de un sector mayoritario de la población.
La crisis por el Covid también expuso las décadas de abandono y negligencia de un sistema de salud que apenas contaba con camas en Terapia Intensiva, y debió improvisar, como en una carrera contra el tiempo, espacios para la internación de pacientes graves.
Fueron puestas a prueba asimismo las prioridades de poderes del Estado que en los momentos más complicados y decisivos, antepusieron sus propios intereses por encima de la vida del bienestar de la población; y en el peor momento hicieron gala de la incapacidad para planificar sino también falta de sensibilidad frente al sufrimiento de la gente.
Este bien puede ser el caso de la Gobernación de Central, el que pese a los informes sobre facturas adulteradas y pagos dobles investigados por cuatro instituciones fue salvado por los diputados de las bancadas Colorado Añetete y Honor Colorado salvaron al gobernador cartista Hugo Javier González de la intervención
Pero aquel fue tan solo uno de los sonados casos que pueden verse como un insulto a la ciudadanía, la que con esfuerzo salió adelante en los difíciles tiempos de la pandemia, soportando penurias, mientras la Gobernación de Central utilizaba millones destinados a la emergencia y hoy no quiere justificar la utilización de recursos que debían haber sido destinados a ayudar a los más necesitados.
En medio de la crisis, cuando no quedaban camas de UTI disponibles, cuando faltaban Midazolam y Atracurio, las polladas, tallarinadas y rifas organizadas por una ciudadanía generosa y solidaria sustituyeron la acción de un Gobierno que durante meses perdió el rumbo.
Tampoco se debe olvidar las casi 500 ollas populares que crecieron en el Bañado Sur y en el Departamento Central, cuya existencia fue y sigue siendo fundamental para alimentar a cientas de familias afectadas por la crisis económica en el contexto de la pandemia de Covid-19. Las ollas populares fueron la respuesta que ayudó a amortiguar la falta de respuesta del Gobierno a los más pobres.
Paraguay es uno de los países más desiguales de América Latina y eso ha quedado expuesto en este 2021, cuando la crisis por la pandemia dejó al descubierto al raquítico sistema de salud. Sin embargo, cuando la clase política decepcionó una vez más las expectativas, fue la respuesta responsable, comprometida y solidaria del pueblo paraguayo la que nos pudo devolver la esperanza en la humanidad.