01 mar. 2025

2025: Entre la estabilidad y la necesidad de cambio

La reciente caída de Paraguay en el índice de democracia de The Economist ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la calidad de las instituciones y el rumbo del país. No es un fenómeno aislado: América Latina, en su conjunto, ha visto un retroceso en sus indicadores democráticos y de gobernabilidad. Aunque Paraguay sigue figurando como una “democracia con fallas”, el informe subraya la necesidad de fortalecer la transparencia, la participación ciudadana y la confianza en el sistema político.

Pero, ¿qué piensan realmente los paraguayos sobre la situación actual?

Según la encuesta de Desafíos 2025, realizada por ICA Consultoría Estratégica y presentada en un encuentro de ADEC, Dende y Horizonte Positivo, la estabilidad económica sigue siendo el pilar del Gobierno, aunque el escepticismo ciudadano persiste. El 54% de los encuestados expresa insatisfacción con la gestión, pero sin llegar a niveles de crisis. La mayoría evalúa la economía de su hogar como “regular” o “buena”, aunque con cautela: Un número creciente de personas planea reducir gastos este año, lo que sugiere preocupación por el costo de vida.

El análisis de los resultados por grupos generacionales revela matices interesantes. Para la Generación Z (18 a 34 años), la preocupación central es la economía y la desigualdad, reflejando una mayor sensibilidad a las oportunidades laborales y el acceso a mejores condiciones salariales. Los millennials y la Generación X (35 a 55 años) priorizan la salud y la educación, temas críticos para quienes están en plena etapa productiva y de formación familiar. Por su parte, los boomers (55 años en adelante) ponen el foco en la administración pública y el gasto estatal, mostrando una preocupación más estructural sobre el manejo de los recursos públicos.

Los datos muestran que la salud, educación y empleo siguen encabezando la lista de preocupaciones ciudadanas. En salud, las críticas apuntan a la falta de medicamentos y las deficiencias en la infraestructura hospitalaria. En educación, las dificultades de acceso y la calidad de la enseñanza son los puntos más señalados. En el ámbito laboral, el desafío radica en la escasez de oportunidades y la inestabilidad de las condiciones de trabajo.

Más allá de estos temas recurrentes, otras preocupaciones han ido ganando terreno. La inseguridad y la corrupción siguen figurando entre los problemas más mencionados, acompañados de un creciente reclamo por una gestión pública más eficiente y transparente. No obstante, más que una crisis de legitimidad institucional, lo que reflejan los datos es una demanda de resultados concretos.

El 2025 se perfila como un año sin crisis inmediatas, pero con desafíos estructurales que no se pueden seguir postergando. La economía aún ofrece un colchón de estabilidad, pero su sostenibilidad dependerá de la capacidad de resolver problemas de fondo.

Si la estabilidad económica se traduce en acciones concretas que atiendan las preocupaciones ciudadanas, el país puede fortalecer su rumbo. La clave estará en la articulación entre el sector público, el privado y la sociedad civil para generar un crecimiento más inclusivo. Algunas posibles reformas o cambios que se pueden impulsar son del sistema de justicia, energía, transporte público, caja fiscal, entre otros.

Además de un desafío, el 2025 representa una oportunidad: Transformar el escepticismo en confianza y sentar las bases de un desarrollo sostenible a largo plazo.

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