El vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, conocida popularmente como el Milagro de los Andes, trasportaba a 40 pasajeros y 5 tripulantes con destino a Chile, para que el equipo de rugby Old Christians, formado por alumnos del colegio uruguayo Stella Maris, se enfrente ante su similar de Old Boys de Santiago de Chile.
Pero las malas condiciones climatológicas en la cordillera, y los violentos vientos hicieron que la aeronave se precipitara y posteriormente se estrellara en los picos naturales, cubiertos totalmente por la nieve. En el lugar comenzaría una historia de supervivencia, que incluso es contada este sábado, 40 años después.
“Escuchamos un estallido brutal, yo cerré los ojos y me agarré del asiento de adelante y sentía la nieve que me pegaba y se iba deslizando. No sabía si iba volando o qué, esperando que chocara contra algo. De repente paró y dije estoy vivo y cuando abrí los ojos fue un panorama espantoso el que vi”, manifestó Luis Inciarte, uno de los sobrevivientes.
En el accidente fallecieron 13 personas, mientras que los que lograron sobrevivir debieron enfrentarse a las peores condiciones climatológicas, <strong>soportando temperaturas de entre -25 a -42 °C</strong>, sin una adecuada vestimenta, alimentación y algunos de ellos con golpes y cortes de diferentes tipos.
Pero los desafíos seguirían para los sobrevivientes, cuando días después, caía un alud que enterraba a otras personas que permanecían dormidas dentro del fuselaje del avión.
Luego, <strong>11 días después, escucharon por una radio a pilas que la búsqueda para su rescate quedaba suspendida.</strong>
A esto se sumó la falta de comida, debido al terreno desértico de la Cordillera de los Andes. Es cuando tomaron una de las primeras decisiones difíciles,<strong>alimentarse con los restos de sus compañeros muertos.</strong>
Pasando meses de la tragedia, y con la esperanza de salir con vida del lugar, Eran Roberto Canessa y Fernando Parrado decidieron aventurarse y cruzar Los Andes en busca de ayuda. El recorrido fue de unos 55 km de una travesía utópica.
Tras un largo recorrido, totalmente débiles y con mucha hambre, los dos aventureros lograron cruzarse con un arriero identificado como Sergio Catalán, del otro lado del río. Pero era imposible cruzarlo por el caudal del cauce hídrico.
Entonces el arriero lanzó una piedra, con una hoja amarrada y un lápiz para que escriban un mensaje.
Fernando Parrado, ya sin fuerzas escribía: “Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?”.
Finalmente, gracias al gran esfuerzo realizado por Parrado y Eran Roberto Canessa, los demás sobrevivientes fueron rescatados el 23 de diciembre del mismo año. De los 45 ocupantes,16 quedaron con vida para contar una historia de supervivencia que sigue sorprendiendo al mundo.