Y no se registraron, por supuesto, ni terremotos, ni erupciones ni apagones ni ninguna de las catástrofes naturales anunciadas por astrólogos o visionarios ante una conjunción planetaria tan supuestamente excepcional que no se producía desde la Edad Media.
Aquella “no alineación” llegó además precedida por el éxito de un libro, El efecto Júpiter, que los astrofísicos John Gribbin y Stephen Plagemann habían escrito en 1974, una obra en la que anticipaban aquella conjunción planetaria y predecían efectos catastróficos, entre ellos un terremoto muy destructivo en la falla de San Andrés, en California.
Cuarenta años después, el astrónomo Miguel Querejeta ha aseverado que “la distribución planetaria de aquel día no puede en ningún caso considerarse una alineación o conjunción”, y ha explicado que, vistos “desde arriba” del sistema solar, los planetas estaban distribuidos en un ángulo de 95 grados contando desde el Sol.
En declaraciones a EFE, Querejeta —científico del Observatorio Astronómico Nacional de España (OAN)— ha incidido en que eso no es “en absoluto” una alineación, y ha observado que los planetas estaban aquel día dispersos en “ni más ni menos” que un cuarto del área de la circunferencia que rodea al Sol.
Aunque entonces se habló de nueve, desde 2006 la Unión Astronómica Internacional considera además que los planetas del sistema solar se limitan a ocho (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) y Plutón dejó de ser considerado como tal.
Ni “sizigia” —el término que utilizan los astrónomos para referirse a la alineación de varios cuerpos celestes— ni mucho menos “supersizigia” aquel día.
Miguel Querejeta ha apuntado que sí ocurren con frecuencia alineaciones de dos planetas, y en ese sentido ha recordado la que protagonizaron Júpiter y Saturno el 21 de diciembre de 2020, un fenómeno astronómico excepcional que puede resultar —ha señalado— hermoso y curioso, pero que no tiene ninguna trascendencia o interés desde el punto de vista científico.
A su juicio, existen otros fenómenos astronómicos mucho más comunes y que son claramente más espectaculares, como pueden ser un eclipse total de sol o las “lluvias de meteoros” (lluvias de estrellas) cuando muestran una gran actividad, acontecimientos que pueden resultar visualmente mucho más espectaculares que una conjunción de planetas.
“Tremendamente improbable”
Que se produzca una alineación de los ocho planetas del sistema solar es algo “técnicamente posible”, algo que “en teoría” podría ocurrir, pero es según el astrónomo “tremendamente improbable”, como lo es también la posibilidad de que se produzca una conjunción en la que intervengan más de dos planetas.
Documentadas y previstas están las conjunciones de Urano y Neptuno, que se repiten cada 171 años, pero Querejeta ha insistido en que es muy improbable que en esas alineaciones coincida algún otro planeta más. “La probabilidad de que una alineación entre todos los planetas del sistema solar ocurra de forma perfecta es despreciable, y desde luego no es algo que veremos en los próximos siglos”.
Esas alineaciones o conjunciones de dos planetas —vistos desde una posición cenital— sí se repiten con relativa frecuencia, y el próximo día 12 se producirá una entre Venus y Marte, aunque la máxima aproximación entre los dos será de 4 grados, el equivalente a ocho veces el tamaño de la luna llena.
Más espectacular será la conjunción prevista para el próximo 5 de abril, cuando Marte y Saturno se van a situar a tan solo un grado —menos que el tamaño de una luna llena—, ha adelantado el científico del OAN, o la que se va a producir el 30 de abril, cuando Júpiter y Venus van a estar separados por menos de un grado, lo que puede resultar, esto sí, muy vistoso por tratarse además de los dos planetas más brillantes del cielo al amanecer.