@andrescolman
Hace 16 años, una multitud calculada en más de 20.000 personas llenaba las plazas del Congreso, celebrando el desenlace de la mayor gesta ciudadana en la historia del Paraguay, el Marzo Paraguayo.
Ahora, ese mismo lugar donde está plantada la cruz de los ocho mártires aparece desolado y vacío, barrido por los vientos del olvido. El ajado cartel con los nombres de los héroes aparece roto, como la misma memoria ciudadana.
“La gente es muy ingrata con sus héroes. En los últimos años nos fueron dejando muy solos a los familiares y a los sobrevivientes, seguramente por el desencanto que hay hacia los políticos, pero los que fueron a morir por la patria, como mi hijo, no lo hicieron por esos dirigentes, sino por su amor al Paraguay y a la libertad”, dice Gladys Bernal, dirigente de la Asociación Memoria Viva, madre de Henry Díaz Bernal, uno de los jóvenes que cayeron acribillados por las balas en la plaza, en la noche del 26 de marzo de 1999.
Herida de dolor y con graves problemas de salud, Ña Gladys no se doblega y anuncia que el jueves 26 estará en la plaza, a partir de las 18.00, junto con otros familiares y sobrevivientes, en el tradicional acto de homenaje a los caídos, junto a la cruz del Cabildo.
“No importa que seamos cada vez menos. Igual estaremos allí, encendiendo velas y cantando, rindiendo homenaje a nuestros héroes, reclamando justicia. No importa que los demás se olviden. Nosotros no nos olvidamos”, dice Ña Gladys.
IMPUNIDAD. El asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, en la mañana del 23 de marzo de 1999, en una concurrida calle asuncena, provocó una reacción popular sin precedentes.
Una creciente multitud se fue concentrando en las plazas del Congreso, exigiendo el juicio político del presidente de la República, Raúl Cubas Grau, y de quien en ese momento era el verdadero poder detrás del trono, el general Lino Oviedo.
Con una investigación por separado al asesinato de Argaña, el caso de la masacre de los manifestantes no tuvo significativos avances. Hubo 39 procesados inicialmente, pero solo el tirador que fue filmado disparando a la multitud, Walter Gamarra, fue condenado a 25 años de cárcel.
Utilizando sus fuertes influencias en la Justicia paraguaya y el poderoso aparato de abogados que siempre supo manejar, Lino Oviedo logró desvincularse de todas las acusaciones y procesos en su contra y recuperar su plena libertad. Los familiares de las víctimas sostienen que la Justicia cedió a los lazos de corrupción que protegen a Oviedo y sus seguidores, favoreciendo la impunidad.
Finalmente, Oviedo falleció en un trágico accidente aéreo el 2 de febrero de 2013.