El 24 de mayo de 1983, hace 36 años, la capital del Ñeembucú, Pilar, vivía uno de los momentos más dramáticos de su historia al quedar arrasada por el desborde del río Paraguay y el arroyo Ñeembucú. Muchos recuerdan el terrible hecho, y resaltan el liderazgo de personas desinteresadas que supieron conducir la titánica lucha de defender la ciudad.
Los pobladores temen que la situación se repita, pues ambos cauces hídricos nuevamente están sobrepasando por mucho, su nivel normal pero hoy Pilar se encuentra protegida en un 90% mediante terraplenes. Ayer en la capital departamental, el río Paraguay marco 8,48m, misma profundidad que un día antes, para tranquilidad de los lugareños, que se encuentran entusiasmados además por los días de sol.
Igualmente, muchos pobladores siguen anegados; y otros ven salir lentamente el agua de sus casas; pero el daño que deja a su paso es cuantioso. Solo en el departamento, hay 9.500 familias damnificadas. Las pérdidas en agricultura y ganadería aún no se pueden cuantificar, pero los campos quedaron totalmente bajo agua.
Cabe mencionar, que en aquel entonces Pilar no contaba con muros de defensa, el trabajo realizado por los lugareños fue a mano cargando bolsas con arena, que construían los terraplenes para impedir el avance del agua. Tras titánica lucha de meses los muros cedieron y la ciudad se inundó un 90%. Pobladores del duodécimo departamento recuerdan la fatídica inundación que marcó la vida de miles de familias, y temen repetir la historia.
inusual. Treinta y seis años transcurrieron de la inusual crecida de los ríos Paraná y Paraguay, dejaran sin bienes a miles de compatriotas de esta zona. A 10m llegó el nivel de los ríos, marcando un antes y un después en la vida de los habitantes de Ñeembucú.
Poblaciones costeras fueron arrasadas dejando a miles de compatriotas sin viviendas, cultivos y ganados.
Esa gran crecida diezmó la región en 1983, año en que toda la población se interesó del fenómeno El Niño, que además de generar la preocupación de los habitantes de la zona, se hizo sentir con toda su fuerza, con torrenciales lluvias y tormentas. Todo marzo de ese año hubo lluvias en el departamento, y toda la actividad productiva fue interrumpida por más de un año por este fenómeno; incluso la fábrica textil manufactura Pilar, insignia de la región, suspendió su producción por el avance de las aguas.
La producción pecuaria fue afectada considerablemente por la pérdida de unas 200.000 cabezas de ganado. Muchas anécdotas quedaron en el recuerdo, entre ellas el amor de lam pilarense, Jacinta Benítez y el danés Bent Erling Jacobsen, que se conocieron cuando el buque carguero danés Britannia atraco en Pilar, luego de que el capitán escuchará en Corrientes el llamado de auxilio de los locutores de Radio Carlos Antonio López.
En la tripulación del navío que encontraba Bent, novato navegante, que en medio de la tragedia se enamoro de la pilarense y años después se casaron y radicaron en Pilar.
una vez más. Luego del 83, los pilarenses reconstruyeron de a poco su ciudad, y recuperaron su vida. En 1992, 1998 y 2016 la zona fue nuevamente golpeada por las aguas, pero no con tanta fuerza. Los pobladores que vivieron la triste experiencia recuerdan el protagonismo del recordado padre Federico Schiavón para liderar la recuperación de la ciudad, tras el desastre natural. Igualmente, la importancia de la radio local que alertaba a los vecinos sobre las filtraciones en las estructuras, la respuesta era inmediata con la presencia de centenares de voluntarios para defender los precarios muros de bolsas de arena que rodeaban a Pilar.
Aquel 24 de mayo de 1983, tras titánica lucha, enfrentando con palas, bolsas y arena la inundación más grande de la que se tenga memoria, cedían los muros de defensa y el agua inundaba a la Perla del Sur.
En aquella crecida que afectó a numerosas ciudades ribereñas del río Paraguay y el Paraná, el agua alcanzó niveles históricos, todavía sigue en la retina de muchos.
Desastre. El 16 de mayo, hace tres días, la Junta Municipal de Pilar decidió declarar nuevamente en situación de “desastre” al distrito pilarense para enfrentar los embates de la lluvia y las inundaciones.