Comienza un nuevo año lectivo para los alumnos y justamente recordamos que fueron en las escuelas donde se dieron casos en que las maestras ayudaron a visibilizar abusos sexuales o maltratos. Mientras los hechos siguen aumentando, las instituciones continúan sus campañas en donde resaltan en que todos somos responsables por la vida del niño o adolescente.
La semana pasada, una familia compartió el trágico fallecimiento de un niño de tan solo 12 años, quien decidió acabar con su vida, tras haber sido víctima del buylling físico y verbal.
“Este es el resultado del bullying, mi chico guapo estaba peleando una batalla que ni yo podía salvarlo. Tenía 12…. 12 años de edad. ¿Cómo un niño de 12 años que fue amado tan ferozmente por todos piensa que la vida es tan difícil que necesita alejarse de ella?”, decía la madre del pequeño en un desgarrador mensaje a través de sus redes.
El niño Drayke Hardman falleció dos días después de estar intubado, tras intentar sacarse la vida, por los constantes sufrimientos que pasó en su escuela.
El padre culpó al sistema de que se permitan estos hechos. “¿Cómo hay tanto odio en nuestro mundo que permitimos que los niños lastimen a otros niños? Es simple… lo hacemos el uno al otro y ellos aprenden que está bien alimentar su falta de confianza. Creen que los hace geniales”, comentó.
Hoy día muchos viven esas realidades. Hay muchas vivencias que pasan los niños, que las llevan en silencio, porque falta esa confianza de hablar con los padres o amigos alrededor. En muchas denuncias de víctimas de abuso o maltrato en nuestro país, los niños contaban que les decían que, si hablaban, no se les iba a creer.
Recuerdo lo que comentaba a ÚH el viceministro de la Niñez, Eduardo Escobar, hace unos meses, de que hace falta que los papás ejerzan una paternidad responsable con respecto a sus hijos, ya que en muchas familias no existe la contención y atención oportuna.
“Deben interesarse en sus actividades, generar confianza para hablar con ellos. Decirles que nadie puede tocarles su partes íntimas; pero, ¿cómo se genera esa confianza si nosotros no cambiamos esa comunicación hacia una más cercana?”, había referido.
Muchos niños y adolescentes viven con familiares con quienes no tienen un vínculo. Si cuentan sus experiencias, muchas veces no se les cree o no tienen tiempo para escucharles.
Es ahí donde en algunos casos otras personas se convierten en contralores fundamentales para ellos y se crea una línea de protección.
Los niños son seres vulnerables, que necesitan esa contención y ese cuidado constante, porque si no lo hacemos nosotros, ¿entonces quién?
“Callar te hace cómplice. Rompé el silencio”, dice una campaña, y creo que es oportuno al caso.