20 ene. 2025

A quién le habla el Gobierno

El paraguayo promedio PP, Pepe, llega a su casa de noche, cansado, luego de trabajar diez a doce horas sin salario mínimo ni IPS. Viaja cuatro horas ida y vuelta en buses destartalados. Tiene último aviso de luz y agua. En este verano no hay presión suficiente en los caños y ya falta agua en varios barrios del Paraguay. Nuestro Pepe está en Informconf. Por eso ni se anima a cambiar de trabajo. De hecho, no hay mucha demanda laboral. Las largas filas ante un llamado a N puestos (en la ANR) se parecen a las de los hambrientos que esperaban por un plato de comida cuando la depresión económica de 1929 en los Estados Unidos. Vean las fotos. Al PP, Pepe, nadie lo aceptaría en otro empleo, con esos antecedentes de morosidad. Es un esclavo financiero que no tiene libertad. Su patrón actual, que sabe de su problema, aprovecha para mantenerlo como informal. Aguanta todo tipo de vejamen. Necesita trabajar, como sea. Tiene un pariente que se está muriendo por falta de remedios oncológicos, al que a veces lo ayuda. Hace polladas con los vecinos. Gracias al piki hay algo de solidaridad barrial. El personaje promedio no tiene casa propia y vive en modo inquilinato, sin baño moderno, sin cocina higiénica y sin suficientes dormitorios, en modo hacinamiento. Le llaman déficit habitacional cualitativo. El pozo ciego de las casitas ya está lleno de efluentes despidiendo un olor nauseabundo. Se quiere mudar de un ambiente muy degradado, pero no tiene los recursos. Teme por su hija que es acosada por los chespis, y por el hijo que quiere ser dealer, para escapar de la pobreza. El colegio público del barrio se está cayendo a pedazos, donde estudia la más pequeña de la casa. Una especie de Rca. Argentina (mi escuela de primaria), una ruina consagrada en pleno centro capitalino. Muchas escuelas no tienen ni baño para las necesidades básicas del ser humano. En fin.

Ahí, el Pepe se sienta a ver el noticiero de la tele abierta, para airear la cabeza. Su pack de internet está agotado, por lo que no puede mirar ni sus redes. Y aparece el titular del MEF, en el noticiero, diciendo que la economía está de parabienes. Cada vez mejor. El PIB creció casi cuatro por ciento en el 2024, ganando en porcentaje a todos los países latinoamericanos y volverá a ser el campeón regional en el 2025. Todo está progresando a cada año, desde hace décadas. La propaganda oficial le dice al Pepe que el Paraguay es el tigre sudamericano y el gigante que estaba dormido, pero que ahora se despierta. La pobreza ha bajado, lo cuentan en la tele. Hay menos pobres, le dicen, mientras el Pepe vuelve a recordar que tiene cuotas atrasadas en la tienda de electrodomésticos.

El triple equilibrio monetario, cambiario y fiscal está asegurado, afirman desde el Gabinete económico. Alguien se vanagloria en los medios. El país ya tiene el grado de inversión, escucha el Pepe sin entender, y es ejemplo en el mundo todo. Ya llegan los inversores. Qué tal. Tiene el mejor clima de negocios de la región, le repiten. Luego, desde el MEF le cuentan al Pepe que se ganó el Premio The Banker de Mejor Ministro de Economía del Año de todas las Américas. Se avanza hacia la convergencia fiscal del menos 1,9% del producto en el 2025 y en el 2026 se llega a la meta del -1,5%. Hay fiesta en los cielos porque las recaudaciones subieron el veinte por ciento versus el año 2023. También le cuentan de que subió el consumo en el 2024, sobre todo combustibles. Buena señal. (Si Milei escuchara, pediría una mención aparte en lo que le corresponde). Clorinda lo sabe. Posteriormente, se afirma que el BCP tiene las RMI suficientes como para mantener la estabilidad de la moneda local frente al dólar. De hecho, cuenta un entrevistado del Gobierno, que la intervención de la banca central en el mercado cambiario por más de 1.000 millones de dólares en el 2024 ha sido exitosa, revirtiendo la tendencia alcista de la moneda estadounidense. Esto es la alegría de los seguidores de Friedman en el Paraguay, que siempre proponen el no intervencionismo estatal. Claro, selectivo. Son los chiitas del libre mercado. En cuanto a la estabilidad monetaria, el presidente del Banco Central nos informa que disminuyen la meta de la inflación al 3,5% por año, considerando que, de hecho, la pérdida del poder de compra de los ingresos ha sido menor a lo esperado para el 2024. Todo está andando fabulosamente bien. Íbamos a estar mejor. Ya estamos mejor. Y en el futuro, vamos a seguir estando mucho mejor. Es una poesía. Ese es el resumen de los altos funcionarios del Estado. Incluyendo al presidente de la Nación en todas sus presentaciones.

A renglón seguido aparece el ministro de Industria y Comercio diciendo que quizá sea bueno flexibilizar el mercado laboral permitiendo una prueba para que, como en los países escandinavos, se paguen salarios por debajo del mínimo. Eso atraerá abundantes inversiones para generar más empleo, afirma el ministro en el noticiero. El Ministerio del Trabajo sale apresurado a desmentir la versión. Finalmente, la ministra de Obras Públicas quiere equiparar el precio de la chipa rutera a la suba de los peajes. No se sabe por qué ni para qué. El 2025 se inaugura con este tipo de mensajes. Fin del noticiero. Cierra la programación un spot del banco de moda con reintegros espectaculares en tu tarjeta de créditos, para que seas más feliz comprando todo lo que quieras.

El ciudadano promedio, el Pepe, queda estupefacto. Y le mira a su esposa. Ella está angustiada por la suba de los precios de las verduras, la carne, los arroces, frutas y etcéteras; y en el almacén de la esquina ya no le quieren fiar las mercaderías. En breve comienzan las clases y los chicos han crecido, por lo que los uniformes del año pasado deben ser reemplazados. La lista de útiles de febrero ya es un quebranto latente. La abuela que vive con la familia no está tomando sus remedios. Por falta de plata deben elegir entre comer algo todos los días o comprar medicamentos. Y así por delante.

Antes de dormir, el Pepe se mira al espejo con el rostro circunspecto, curtido por el sol. Fue un día caluroso, con cortes de energía diarios en el lugar de trabajo y agua intermitente. Luego se pregunta: Qué es lo que dice el Gobierno. ¿A quién le habla esta gente? Inconscientemente, sospecha que ese mensaje no es para él. Este Gobierno se debate entre la falacia narrativa, la disonancia cognitiva y la mentira descarada. De hecho, se expresan en difícil, no es fácil de entender. Y no hablan de los temas que al ciudadano le interesan. Y a sus vecinos, a su esposa, a sus compañeros de trabajo. Nada que ver. A quién se están dirigiendo. Cuál es el mensaje. Qué onda pio es esta. La comunicación del Gobierno no tiene pies ni cabeza, no tiene estrategia, lo dijo Paula Carro, despedida de la vocería oficial del Poder Ejecutivo. Qué tal. O quizá sí tiene estrategia: Hablar solo para los poderosos. La gente común no le interesa al Gobierno, en absoluto.

“El Gobierno no me conoce y no le habla a la gente como yo”, se dice el Pepe íntimamente. Lo que importa es hablar a los Ejecutivos que manejan los organismos multilaterales, a los poseedores de los bonos soberanos y a los burócratas del FMI que dejaron las recetas que deben cumplirse a rajatabla. Quizá el Gobierno les habla a los empresarios que financiaron las campañas y que, posiblemente, se están beneficiando, en modo, compras públicas, o en cualquier otra forma de negocios con el Estado. Son los libertarios de un solo cliente.

El Pepe en cuestión entra en una espiral de sinsentidos. Lo que le dicen que es el país no es consistente con lo que él experimenta en su vida cotidiana. Le entra una angustia. Y ya no puede dormir como antes. Hasta se siente culpable de su miserable situación, por no poder ser un vencedor, como le dicen que debe ser, en el fabuloso mundo del mercado que otorga igualdad de oportunidades. La Tiranía del Mérito diría Michael Sandel. El Estado solo crea las condiciones y cada uno debe crecer y sobrevivir sin ayuda alguna. Ya no hay puertas de salida colectiva por donde se pueda escapar. Se acabó el a buen tiempo. Todos viven una cultura del sálvese quien pueda. Con la excepción de las polladas y la Selección Paraguaya, ya no existe el concepto de Nación.

Luego, a juzgar por lo excelente que está la economía, según las entrevistas de los noticieros a los hacedores de las políticas públicas, lo que acontece en la cabeza del paraguayo es algo increíble: No le consideran para nada. Este Gobierno no le habla al pueblo. No tiene un mensaje de realismo político sobre absolutamente nada. El lenguaje de campaña sigue vigente. La vida tiene un nuevo sentido: El de una tranquila desesperación. Los átomos lo perciben, de los que está compuesto el mismísimo Pepe. Finalmente, como dijo Niels Bohr, “cuando llegamos a los átomos, el lenguaje solo puede ser usado como pura poesía”. Y el Pepe agrega: Donde “vamos a estar mejor” es el verso principal. Saludos cordiales.

Más contenido de esta sección